Imagina que mientras conduces, tu coche puede capturar información sobre tu estado emocional por medio de sensores, cámaras y procesadores de audio integrados en el cinturón de seguridad, el volante y la cabina, capaces de detectar tus ritmos cardíaco y respiratorio, tu sudoración y la presión de tus manos o de analizar tu voz cuando hablas con el navegador automático.
Este ejemplo referido a la conducción asistida, es solo una de las aplicaciones que tendremos en muchos de los dispositivos o máquinas con las que ya interactuamos. Es la Computación Afectiva (CA), según informan dos profesores de Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación Catalunya, de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) en Barcelona, España.
Esta tecnología, que explora nuestras emociones y puede llegar a reconocer cómo nos sentimos, ha dejado de ser una utopía según la UOC.
Para hacer realidad esas máquinas, se trata de captar señales relacionadas con nuestro estado de ánimo. Se utilizan cámaras que observen los movimientos faciales o gestos de una persona; sensores que capturen señales fisiológicas, como los latidos o la respiración; o micrófonos que analicen los cambios de entonación.
Esas señales transmiten información que por medio de técnicas de aprendizaje automático (machine learning) y establecen patrones que determinan el estado emocional de una persona.
Esta nueva tecnología promete, desde cambiar nuestras relaciones con las empresas, haciéndolas más agradables y cálidas, hasta mejorar nuestra experiencia de conducción adaptando la temperatura o la música a nuestro estado emocional, pasando por detectar, de forma precoz, problemas psicológicos en sus primeras fases.
Múltiples aplicaciones en la vida diaria
La CA podría aplicarse para asistir a personas mayores, detectar precozmente la depresión y la demencia, reducir el estrés, detectar en redes sociales a personas en riesgo de suicidio, ayudar a dejar de fumar, conseguir comer de forma más saludable, o favorecer la expresividad facial y comunicación emocional de los niños con trastorno autista.
En el campo educativo las tecnologías con inteligencia emocional podrían ayudar a detectar la frustración de un estudiante cuando no entiende algo, o a diseñar técnicas de enseñanza que creen interés, despierten la curiosidad o capten la atención.
Maquinas con inteligencia emocional
En el futuro, un teléfono móvil con CA podría detectar nuestro estado emocional a través de la presión que hagamos al usar el teclado, mayor cuando estamos nerviosos, o de las características de nuestra voz.
Si el móvil detecta que estamos experimentando una emoción negativa podrá intervenir para ayudarnos a hacernos sentir mejor. Por ejemplo, si detecta estrés, podrá sugerirnos dar un paseo o proponernos unos ejercicios de respiración o meditación.
Los asistentes como Alexa podrían analizar la voz del usuario para detectar su malestar o frustración, cuando tenga que pedirle al dispositivo que repita lo que dijo porque no se entendió. Así, la máquina podría aprender a disculparse, con un comportamiento emocionalmente inteligente