El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, hizo este miércoles su primera aparición oficial después de las elecciones en lo que debería ser una jornada de unidad nacional para conmemorar el Día de los Veteranos, ahora empañado por su negativa a reconocer la victoria de Joe Biden.
Trump estuvo en una ceremonia celebrada bajo la lluvia en el Cementerio Nacional de Arlington, en Virginia, mientras que Biden estuvo por su parte, en un monumento conmemorativo de la guerra de Corea en Filadelfia (Pensilvania).
El presidente no hizo ninguna declaración a la prensa. En un comunicado escrito previamente, dijo: “Disfrutamos de los privilegios de la paz, la prosperidad y la libertad gracias a nuestros veteranos, y estaremos siempre en deuda con ellos de forma incalculable”.
Desde entonces, Trump no se ha dirigido a la nación más que a través de Twitter, y no aceptó su derrota frente a Biden, como es tradicional en Estados Unidos una vez que se proyecta un ganador en una elección.
Y en medio de contagios récord de COVID-19 en todo el país, y con los estados imponiendo nuevas restricciones para evitar la propagación del virus antes del invierno, Trump parece haber dejado de lado los deberes presidenciales normales.
En cambio, ha permanecido encerrado en la mansión presidencial, sosteniendo que está a punto de ganar y presentando demandas en las que alega fraude electoral, hasta ahora respaldadas solo por evidencia muy endeble.
Temprano el miércoles, tuiteó nuevas afirmaciones sin pruebas de victorias electorales y manipulación de votos, a pesar del consenso de observadores internacionales, líderes mundiales, funcionarios electorales locales y medios de comunicación estadounidenses de que la votación del 3 de noviembre fue transparente, y que no hay acusaciones creíbles de fraude.
Trump dijo que una encuesta “posiblemente ilegal” justo antes de la jornada electoral lo mostró 17 puntos detrás de Biden en Wisconsin, cuando según él la carrera estaba empatada y ahora se encaminaba a ganarla. “¡Muchos de esos casos ‘deplorables’!”, añadió en Twitter. Biden fue declarado ganador en Wisconsin.
Algunos republicanos estaban sumándose a los crecientes llamados para que el presidente asuma que perdió, y expertos advirtieron que su negativa a hacerlo perjudicaba el proceso democrático y retrasaba la transición hacia un gobierno de Biden, cuya investidura está programada para el 20 de enero.
Entre ellos se encontraba el secretario de Estado republicano de Montana, Corey Stapleton, quien destacó las “cosas increíbles” que Trump logró durante su mandato. “Pero ese tiempo ya terminó. Quítese el sombrero, muérdase el labio y felicite a @JoeBiden”, tuiteó.“Embarazoso”
Sin embargo, algunas de las figuras más poderosas del partido republicano, entre ellas el secretario de Estado, Mike Pompeo, y el líder del Senado, Mitch McConnell, parecen respaldar a Trump en su intento por socavar la victoria de Biden.
“Habrá una transición sin problemas, a una segunda administración Trump”, dijo Pompeo el martes durante una conferencia de prensa por momentos tensa, mientras que McConnell dijo que el presidente estaba “100% en su derechos” de impugnar la elección en los tribunales.
Pero la ventaja del demócrata en varios estados clave es insuperable y no parecería cambiar incluso si prosperaran las demandas judiciales, o luego del recuento previsto en Georgia, un bastión republicano en el que se proyectó el triunfo de Biden.
“Simplemente creo que es embarazoso, francamente”, dijo Biden el martes, cuando se le preguntó qué pensaba sobre la negativa del presidente a reconocer la derrota.Pero Biden parece ignorarlo
“El hecho de que no estén dispuestos a admitir que ganamos a esta altura no tiene mayor consecuencia en nuestra planificación”, aseguró Biden, que ya trabaja para preparar su asunción al cargo.
Mientras Biden hizo un discurso a la nación, instaló un grupo de trabajo sobre el coronavirus, habló con líderes mundiales (incluidos aliados de Trump) y evalúa la integración de su gabinete, las únicas actividades conocidas de Trump fuera de la Casa Blanca han sido jugar al golf dos veces durante el fin de semana, después de que se anunciaran los resultados.
Las reuniones confidenciales de inteligencia, de rutina para un presidente, han estado fuera de la agenda diaria. Tampoco mencionó el dramático repunte del covid-19.
La única acción presidencial significativa de Trump ha sido el despido abrupto del secretario de Defensa, Mark Esper, el lunes, también por Twitter.
El hecho de que no conceda la derrota no tiene fuerza legal en sí misma, pero la Administración de Servicios Generales, la agencia que administra la burocracia de Washington, se ha negado a aprobar los fondos y mecanismos previstos para la transición.