Un enorme radiotelescopio ya dañado en Puerto Rico que ha cumplido un papel crucial en los descubrimientos astronómicos del último medio siglo acabó de derrumbarse este martes.
La plataforma receptora de 900 toneladas cayó sobre el plato reflector, más de 120 metros más abajo.
La Fundación Nacional de Ciencias de Estados Unidos (NSF, por sus siglas en inglés) ya había anunciado el cierre del Observatorio de Arecibo. El corte de un cable auxiliar en agosto abrió un tajo de 35 metros en el plato der 305 metros de diámetro y dañó la plataforma receptora que pendía sobre éste. A principios de noviembre se cortó un cable principal.
El derrumbe del que era hasta hace poco el radiotelescopio más grande del mundo provocó desazón a muchos científicos.
“Sonaba como un retumbe. Supe exactamente qué era”, dijo Jonathan Friedman, quien trabajó durante 26 años como investigador en el observatorio y vive cerca. “Yo estaba gritando. Estaba fuera de control… No tengo palabras para expresarlo. Fue una sensación profunda, terrible”.
Friedman corrió desde su casa y confirmó sus sospechas: donde antes se alzaba la estructura solo había una nube de polvo, poniendo fin a las esperanzas de algunos científicos de que el telescopio se pudiera reparar.
“Es una pérdida enorme”, dijo la astrónoma Carmen Pantoja, que utilizó el telescopio para su tesis de doctorado. “Fue un capítulo de mi vida”.
Científicos de todo el mundo habían peticionado a las autoridades estadounidenses para que anularan la decisión de la NSF de cerrar el observatorio. La NSF dijo que más adelante reabriría el centro para visitantes y reanudaría las operaciones de las instalaciones LIDAR utilizadas para las investigaciones de la atmósfera superior y la ionosfera, con el análisis de nubes y precipitaciones.
El telescopio fue construido en la década de 1960 con fondos del Departamento de Defensa de Estados Unidos en medio de las presiones para desarrollar defensas antimisiles balísticos. Durante sus 57 años sobrevivió a huracanes, la humedad tropical y una sucesión reciente de terremotos.
Se lo ha utilizado para rastrear asteroides, realizar investigaciones que condujeron a un premio Nobel y determinar si un planeta es potencialmente habitable. También sirvió para la formación de estudiantes de posgrado y atraía a unos 90.000 visitantes al año.