Una nueva explicación para las colas en forma de garrotes de los Ankylosaurus

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Servían para luchar contra otros Ankylosaurus, más que para defenderse de los depredadores

Pocos dinosaurios evocan mejor las imágenes de batallas dramáticas que el Ankylosaurus. Este herbívoro del Cretácico tardío de siete metros de largo, protegido por gruesas placas óseas y armado con un garrote en el extremo de la cola, ha sido representado durante décadas utilizando su arma para golpear a Tyrannosaurus. Sin duda lo hacía, si era necesario. Pero un artículo publicado en Biology Letters por Victoria Arbour, del Museo Real de la Columbia Británica, en Victoria (Canadá), sugiere que éste no era el principal objetivo de su garrote. Según ella y sus colegas, era golpear a otros Ankylosaurus.

Había muchas especies de Ankylosaurus. El propio Anklyosaurus fue simplemente el primero en ser descubierto. En 2017, la Dra. Arbour y su equipo encontraron otro más. Lo llamaron Zuul crurivastator. Zuul era un demonio de “Los Cazafantasmas”, una película de los años ochenta. La cabeza de este demonio, pensaron, se parecía a la de su hallazgo. “Crurivastator” significa “destructor de espinillas”, ya que, por aquel entonces, el Dr. Arbour aceptaba la creencia convencional de que los garrotes de cola servían para golpear las patas de los depredadores.

Pero un examen más detallado planteó dudas. El fósil está espectacularmente conservado, lo que permitió al equipo estudiar en detalle sus placas acorazadas. Muchas de las de los flancos muestran lesiones. Las placas del resto del cuerpo no. Los daños en los flancos no se debían a los dientes punzantes ni a las garras de los depredadores. Más bien, fue el resultado de ser golpeado por algo duro y pesado. Además, las placas dañadas habían cicatrizado en diferentes grados, lo que indica no sólo que el golpe no había sido mortal, sino también que se había producido en numerosas ocasiones.

Todo esto sugiere que los Ankylosaurus utilizaban sus garrotes para golpearse unos a otros, que lo hacían con frecuencia y que (debido a la naturaleza local de los daños) esas peleas tenían un carácter ritual, como las contiendas entre bisontes, carneros y ciervos actuales. Esas peleas son por parejas, que es lo que el Dr. Arbour sugiere que también ocurría con los Ankylosaurus.

Hay un problema. Las armas seleccionadas por sexo suelen estar restringidas a los machos, y es imposible determinar el sexo de un dinosaurio a partir de sus restos fósiles. Para aumentar la confusión, muchas de las 20-25 porras de cola de Ankylosaurus de gran tamaño que se han encontrado se descubrieron separadas del resto del animal. Cuando se partía de la base de que los garrotes eran para defenderse, era lógico suponer también que ambos sexos iban así armados. Ahora, la cuestión está abierta.

En los animales modernos, si las hembras van armadas como los machos suele ser para proteger los recursos más que para conseguir pareja. Por eso, entre los cérvidos, sólo los renos lucen cornamenta, independientemente del sexo. Los cuernos de las hembras son más pequeños que los de los machos y, a diferencia de éstos, se conservan durante el invierno. Su función es ayudar a defender las parcelas de terreno que sus portadoras han limpiado de nieve para llegar al liquen que hay debajo, en un momento en que están preñadas y necesitan una buena nutrición. Las hembras de ganado vacuno también están armadas con cuernos que, aunque no son tan grandes como los de un toro, son suficientes para defender sus territorios de alimentación.

Es difícil determinar, a partir de las pruebas existentes, si algo similar ocurría con los Ankylosaurus. Pero, en cualquier caso, la imagen del robusto Ankylosaurus defendiéndose ferozmente de la atención no deseada de los depredadores es probablemente la excepción. Más bien, los machos golpeaban a otros machos y, posiblemente, las hembras a otras hembras. No es una imagen tan heroica.

Fuente-infobae

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