Cuando hablamos de “calentamiento global” es normal que nuestra atención se fije siempre en el primer término, mucho más llamativo, y rápidamente pensamos en el acelerado incremento de temperaturas que estamos viviendo y que continuará en el futuro. Sin embargo, el segundo término “global” encierra una idea mucho más poderosa y amplia que despliega una infinidad de consecuencias que, no solo suelen pasar desapercibidas, sino que en ocasiones ni siquiera imaginamos. El cambio climático que estamos experimentando es un fenómeno a escala planetaria, con implicaciones profundas y extensas en tantos ámbitos que resulta difícil imaginar, si no imposible, conocer todos sus posibles efectos.
Pensemos, por ejemplo, en el tráfico aéreo. Estamos asistiendo a una de las olas de calor más intensas desde que existen los registros, y las consecuencias en el sector de la aviación han derivado en la cancelación de docenas de vuelos simplemente porque, debido al calor extremo, los aviones no pueden despegar. La física es clara y no muy complicada: Cuanto más calor, menor densidad del aire, menor fricción y por tanto, menor sustentación. El calentamiento global se extenderá a cientos de rutas, afectará a infraestructuras, pistas y aeropuertos y, conforme las temperaturas vayan aumentando, tendremos que ir acostumbrándonos a más y más cancelaciones de vuelos por este motivo.
Eso no es todo. Además, a estos inconvenientes hay que sumar un efecto con el que pocos habíamos contado: las turbulencias en pleno vuelo. Si eres de los que agarra con fuerza al asiento durante los traqueteos aéreos, si te abrochas nervioso el cinturón cuando el piloto anuncia que el avión va a atravesar un área de turbulencias… traigo malas noticias.
Las turbulencias se originan por diversas causas, las más comunes son atravesar frentes de aire frío o caliente, la presión atmosférica, las tormentas o sobrevolar accidentes geográficos, como montañas. Ya en 2017, un estudio publicado en la revista Advances in Atmospheric Sciences señalaba que, debido al aumento del dióxido de carbono en la atmósfera, las turbulencias que sufrimos en vuelo se doblarán o incluso se multiplicarán por tres en las próximas décadas.
Fuente-yahoo.