Como si la basura, la delincuencia, apagones y el intenso calor que agobia fuera poco, vendedores ambulantes mantienen un incesante “bombardeo” de sus productos y artículos, a través de bocinas y megáfonos instalados en guaguas y triciclos.
Como siempre, los más afectados son los residentes en barrios pobres y de clase media baja, ya que ahí está su nicho de clientes.
Además de los tradicionales vendedores de víveres, vegetales y medicamentos, en los últimos años se han agregado los compradores de artículos del hogar y prendas.
Aunque muchos de los residentes en las zonas más asediadas se quejan del ruido, también valoran como benéfico el servicio que ofrecen los ya que llevan productos frescos a buenos precios a la puerta de los hogares.
La contaminación sónica originada por el ruido y las vociferaciones a que someten a parte de la población es injusta, ya que lo hacen todos los días y hasta en horas de la noche.
“El problema es que no es una que pasa, son muchas. Imagínese desde las 8:00 de la mañana empiezan a pasar, y son las 9:00 de la noche y siguen pasando por aquí”, expreso Juana Torres, residente en el sector Mi Hogar en Santo Domingo Este.
En la actualidad todo tipo de vehículos están siendo usados para ventas ambulantes. Pequeños camiones, camionetas, carros, triciclos y motores adaptados para cargas pesadas con altoparlantes responsables de amplificar la voz del vendedor.
Plátanos, guineos, yuca, batata, ñame, huevos, tomate, cebolla, limones, chinola, lechosa, piña, tayotas, gallinas viejas, entre otros productos son vendido diariamente de puerta a puerta en muchos de los sectores más populares del Gran Santo Domingo. Además se ha hecho muy popular en los barrios de toda la capital una destartalada camioneta cargada con todo tipo de utensilios para el hogar.
Otras guaguas se dedican a la compra de cosas viejas, pero igual andan con sus altoparlantes ocasionando un ruido ensordecedor que a todos molestan.
Dos tipos de pregoneros son los que andan en estos vehículos. El pregón que lo hace en directo, es decir va vociferando según su estado de ánimo, por medio de un micrófono. Y el otro que lo hace auxiliado por una grabación que se repite una y otra vez sin parar.
Los mensajes
Algunos de los mensajes son graciosos, otros tienen hasta ritma poética, pero también los hay con doble sentido.
“¡Compro lavadora, inodoro, nevera vieja, batería, colchones viejos, hierro viejo!. ¡Compro de todo viejo, menos mujeres viejas!”. “¡Saliendo rápido marchanta que llevo huevos, llevo huevos, son diez huevos por 40 pesos! ¡Los guineos son a peso, dale a peso los buenos guineos, dale a peso!”.
Diferentes tipos de voces son escuchadas diariamente por toda la ciudad. “¡Dale plátanos a cinco, dale yuca a ocho pesos!. ¡Vamos saliendo con la ponchera en la mano, yuca vagamunda que se abre con el caliente de un bombillo!”. “¡Vecina venga que aquí le vendemos una gallina vieja, por solo cien pesitos. Se la matamos y pelamos!”.
Pero no es solo la venta de productos comestibles, productos médicos primarios son ofertados, también se promocionan actividades de todo tipo o fiestas en discotecas cercanas.
Estas máquinas con bocinas anunciadoras se movilizan por las calles y avenidas de los barrios y urbanizaciones, sin importar su ubicación y estatus social recorriéndola en todas direcciones. Los sectores son barridos de arriba abajo, sin que se quede una sola calle sin ser visitada. Este tipo de actividad afecta a las familias que habitan apartamentos y casas residenciales
Males sónicos
El problema de los ruidos no es exclusivo del Gran Santo Domingo, ya que en casi todas las provincias se padece de este mal. Además no son solo las guaguas anunciadoras que producen contaminación sónica, están también las fábricas, colmadones con sus bocinas a todo volumen, los talleres con sus máquinas y plantas eléctricas, etc.
Iglesias y hogares aportan su cuota de responsabilidad en este mal. Cabe destacar que en estos casos de ruidos en lugares estáticos el departamento antirruidos del 911 está realizando un buen trabajo, pero queda mucho por hacer.
Causas
Según la Organización Mundial de la Salud el ruido en exceso tiene efectos dañinos sobre la salud y además efectos psicológicos. Los ruidos sobre los 80 decibeles pueden provocar un gran estrés y otros efectos perjudiciales como los son: dolor de cabeza, dificultad para comunicarse, disminución de la capacidad auditiva, perturbación del sueño y del descanso, depresión, nerviosismo, estrés y fatiga, entre otras.
Ley antirruidos
Desde hace más de una década el país cuenta con la Ley No. 287-04 medio ambiental sobre Prevención, Supresión y Limitación de Ruidos Nocivos y Molestos que producen contaminación sonora.
En su Artículo 50 sobre Promoción de ventas con Altoparlantes o Amplificadores, explica lo siguiente: “No se permitirá la promoción de venta de productos o servicios, o la difusión de cualquier mensaje promocional, mediante el anuncio con amplificadores o altoparlantes en zonas o vías públicas, a ninguna hora”.
Estas disposiciones establecen como prohibida los mensajes difundidos mediante el uso de sistemas de amplificación en áreas residenciales o de tranquilidad (centros de salud, escuelas, bibliotecas, Zoológico, Jardín Botánico, etc.), de tal forma que la emisión de sonido exceda a los niveles máximos permitidos (70 decibeles durante el día y 65 decibeles de noche).
Serán responsables del cumplimiento de esta ley, el Ministerio de Medioambiente y Recursos Naturales, la Policía Nacional y la Autoridad Metropolitana de Transporte (AMET), y el Poder Ejecutivo establecerá los reglamentos necesarios para su debida aplicación.