MIAMI BEACH — Recientemente Donald Trump escribió en Twiter que la gente que quemara la bandera de Estados Unidos sería castigada: “¡Tal vez con la pérdida de la nacionalidad o un año en prisión!”.
Dos días más tarde, fui a un pequeño café a reunirme con Nadya Tolokonnikova del colectivo artístico punk Pussy Riot. La actuación del grupo en 2012 en la Catedral de Cristo Salvador de Moscú, en la que se burlaron sin ningún pudor de Vladimir Putin y la Iglesia ortodoxa rusa, ocasionó que Tolokonnikova y otra de las integrantes fueran sentenciadas a dos años de prisión.
Había estado en el sur de Florida por motivos familiares y cuando vi que Tolokonnikova se encontraba en Miami por Art Basel, de inmediato la busqué. He acabado por considerarla una emisaria que proviene de un entorno político y mediático distópico que parecía dirigirse hacia nosotros los estadounidenses, con amenazas gubernamentales en contra del disentimiento, desinformación a nivel presidencial y activistas cada vez más agresivos que avivan la percepción de que no puede haber un árbitro honesto de la verdad.
Eso es lo que motivó a Tolokonnikova a protestar y es lo que ocasionó su brutal encarcelamiento, que duró más de 20 meses y concluyó en 2013.
Antes del juicio de Tolokonnikova, los noticieros rusos sugerían que ella y sus compañeras eran títeres del Departamento de Estado de Hillary Clinton o brujas al servicio de una conspiración satánica mundial, vinculada tal vez a los ataques del 11 de septiembre, como lo señalaron los abogados de una de de las acusadas. Esto es lo que ahora llamamos “noticias falsas”.
Pussy Riot se convirtió en un símbolo internacional del ataque de Putin a la libertad de expresión, de cómo su régimen usa la falsedad y el bloqueo para sembrar confusión y restarle autoridad a sus críticos.
Ahora que el entorno político y mediático que pensábamos que estaba “allá” parece estar llegando a Estados Unidos, Tolokonnikova nos da un mensaje: “Es importante no decirse a uno mismo: ‘Ah, no pasa nada’”, me dijo. “Es importante recordar que, por ejemplo, en Rusia, durante el primer año en que Vladimir Putin llegó al poder, todo mundo pensaba que todo estaría bien”.
Claro que Estados Unidos tiene pesos, contrapesos y tradiciones que presumiblemente descartan que cosas como esas sucedan, reconoció la cantante.
“Es una frase hecha ahora que ‘Estados Unidos tiene instituciones’”, afirmó Tolokonnikova. “Las tiene, pero un presidente tiene el poder de cambiar las instituciones y además un presidente tiene el poder de cambiar la percepción pública de lo que es normal, lo cual podría conducir a que cambien las instituciones”.
Para ejemplificar lo que ella había dicho, ese mismo día, más tarde, el asesor informal de Trump, Corey Lewandowski, declaró que el director ejecutivo de The New York Times, Dean Baquet, “debería estar en prisión”. En octubre, el periódico había publicado un artículo sobre páginas filtradas de las declaraciones de impuestos de 1995 de Trump.
Si los asesores de Trump continúan amenazando tan a la ligera con meter a la cárcel a los periodistas por hacer su trabajo, amparados por la constitución, bueno, ese sería un enorme cambio a la institución de la presidencia.
Nada de esto sorprende mucho a Tolokonnikova, quien a sus 27 años ha visto esto antes.
Cuando la conocí, se veía relajada; vestía una camiseta blanca adornada con las palabras “Wild Feminist”.
Estaba planeando una conferencia que daría esa noche para exhortar a los artistas a involucrarse más y retomar donde se quedaron bandas de punk políticamente conscientes como The Dead Kennedys, cuyos mensajes básicamente se perdieron en la música de imitadores provenientes de sellos discográficos corporativos que reaccionaron con timidez ante los debates que provocaron las guerras en Afganistán e Irak, la Gran Recesión y las balaceras policiacas contra los negros.
Así fue como algunas de las declaraciones musicales más provocativas de la elección presidencial provinieron de las mujeres rusas de Pussy Riot, cuyo trabajo tiene que ver con cosas mucho más grandes que sus propias carreras.
Tolokonnikova comentó que han estado trabajando en su música en inglés con Dave Sitek de TV on the Radio y el productor Ricky Reed.
El último video que lanzaron, a finales de octubre, se llamó “Make America Great Again”. En él se ve a supuestos agentes de Trump con brazaletes rojos en el antebrazo que violan y torturan en una campaña contra musulmanes, mexicanos, mujeres que abortan, gays y lesbianas.
Muy seguramente ofenderá a algunos, pero no es ilegal, al menos no aquí, al menos no todavía.
Tolokonnikova dijo que se había involucrado más aquí debido a que estaba en riesgo mucho más que un país.
“Lo que pasa en un país tiene una enorme influencia en lo que pasa en otros países”, comentó. “Así que yo no quería que Donald Trump resultara electo porque obviamente alentaría a los políticos autoritarios en todo el mundo a ser más autoritarios y así fue”. (A saber, el presidente Rodrigo Duterte de Filipinas alegó sin proporcionar pruebas que Trump había respaldado su mano dura homicida contra las drogas).
Tolokonnikova también cofundó un sitio de noticias llamado Media Zona. El sitio evita dar opiniones, de tal modo que los lectores lo vean como un lugar donde solo encontrarán los hechos para contrarrestar la desinformación.
“Siempre corremos el riesgo de que lo cierren”, dice. “Pero ese no sería el final de la historia, porque estamos preparados para pelear”.
Su consejo para los periodistas estadounidenses: más vale que ustedes también estén listos.