Para el amor no hay edad: ella tiene 98, él tiene 94 y se acaban de casar

Se conocieron en el gimnasio hace ocho años. Luego de un noviazgo de película, formalizaron su relación ante sus hijos, nietos y bisnietos

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En el verano boreal de 2009 Mann, un ex combatiente de la Segunda Guerra Mundial y comerciante jubilado, se ejercitaba en el YMCA de Middletown, una ciudad al noroeste de Nueva YorkTenía 86 años y había enviudado hacía dos; iba varias veces al gimnasioporque, si bien estudiaba en la universidad y hablaba mucho con sus hijos, le sobraba el tiempo.

Allí también iba, dos veces por semana, Mokotoff, de 91 años, una ex profesora de Biología que había sido concejala y la primera alcaldesa de Middletown. Había enviudado en 2002, luego de 61 años de matrimonio.

Un compañero del lugar los presentó y, al ver que ella no se comportaba como una asaltacunas, él tomó la iniciativa y la invitó a tomar algo en un bistró, Something Sweet. Se instalaron en un reservado y comenzaron a hablar. El lugar comenzaba a cerrar cuando advirtieron que habían pasado horas hablando.

 “Yo le pedí que nos casáramos porque estaba cansada de perseguirlo”, dijo ella, que cumplirá 99 años el 20 de agosto.

Él la llevó hasta la casa en su auto. «Fue un perfecto caballero», dijo ella a The New York Times«Ella tenía algo que me daba ganas de seguir hablando», dijo él.

Pronto se convirtieron en habitués de Something Sweet. Y del cine local. Y de la Metropolitan Opera House en Nueva York. Se prestaban los libros, paseaban por el parque Fancher-Davidge, el domingo jugaban al bridge con amigos.

«Pero con frecuencia se quedaban simplemente en la casa de ella, conversando sobre los recuerdos de una vida entera», según la publicación Times Herald Record«Entre los dos hay muchos años, y pasaron tantas cosas», ironizó Mann.

También seguían activos: Mann se graduó en Historia (con distinción Summa Cum Laude) en el Mount Saint Mary College, y Mokotoff es rotaria y consejera de la Universidad Estatal de Nueva York (SUNY), donde enseñó. Y nunca dejaron de hacer ejercicio en el YMCA.

Luego de ocho años de noviazgo, ella le preguntó un día: «¿Qué te parece si nos casamos?». A él le pareció perfecto.

«Yo le pedí que nos casáramos porque estaba cansada de perseguirlo», dijo ella —que cumplirá 99 años el 20 de agosto— a The New York Times.

El 5 de agosto, en el Ayuntamiento de Middletown, él con un traje azul claro y ella con un vestido azul profundo, se casaron ante medio centenar de personas, entre ellos sus hijos —dos de ellos, ambos de 71 años, les entregaron los anillos—, nietos y bisnietos.

Aunque cada uno seguirá viviendo en su casa, sienten que pueden cuidar mejor el uno del otro. «Sabemos que algún día ya no estaremos», dijo Mann al Times Herald Record«Quizá esta es mi manera, o la de ella, o la de ambos, de despedirnos del mundo y agarrarnos de las manos».

Susan Mokotoff Reverby, una de las hijas de la novia, definió a su madre como «una mujer muy audaz» y «con un gran interés por ayudar a otras personas». Por eso, dijo a The New York Times, aunque la ciudad es mayoritariamente republicana, a ella, demócrata, la eligieron dos veces alcaldesa.

Y Keith Schuler, vecino de Mann desde hace dos décadas, lo consideró «una inspiración» y contó que lo suele ver cortando leña en el bosque y besándose con su flamante esposa. «Si no lo viera con mis propios ojos, no lo creería».

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