«Con 16 años, maté a alguien. Una persona de verdad, en una pelea, a puñaladas. Solo tenía 16 años. Fue por una simple mirada. ¿Cuánto más ahora que soy presidente?». La confesión, convertida en amenaza a sus detractores y enemigos, dejó helados a los periodistas que lo escuchaban en Danang, Vietnam, donde participa en la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico.
Si la conmoción no fue más grande es porque la advertencia fue realizada por Rodrigo Duterte, que probablemente sea el mandatario menos protocolar y más violento del mundo. El presidente de Filipinas, que hoy tiene 72 años, cuenta con muchos antecedentes, desde llamar «hijo de puta» a Barack Obama cuando presidía los Estados Unidos hasta jactarse de los asesinatos que promueve su Gobierno en el marco de la lucha contra el narcotráfico.
Duterte, quien este domingo recibirá a Donald Trump en Manila para una reunión bilateral, continuó luego con el relato sobre sus agitados días de juventud. «Cuando era adolescente, entraba y salía de la cárcel. Estaba en peleas aquí, en peleas allá», contó.
El discurso fue escuchado por buena parte de la comunidad filipina que vive en la ciudad de Danang. El objetivo del mensaje fue defender su política de represión descontrolada contra cualquiera sospechado de estar vinculado con el narcotráfico y al crimen en general.
En otro tramo de la alocución, Duterte amenazó con «abofetear» a Agnès Callamard, enviada especial de la ONU sobre ejecuciones sumarias. La funcionaria lo tiene en la mira por el gran número de muertes en manos de la Policía que dejó su política.
En los 16 meses que lleva como presidente, las Fuerzas de Seguridad reportaron haber abatido a 3.967 personas. Además, informaron acerca de otras 2.290 muertes en casos vinculados al narcotráfico, y de miles que perdieron la vida en circunstancias no clarificadas