Contrario a lo que sucede con los medicamentos modernos, a la aspirina –descubierta a fines del siglo XIX- le siguen apareciendo beneficios en lugar de contraindicaciones.
Un nuevo estudio publicado la semana pasada revela que un componente de la aspirina puede ser eficaz para ayudar a tratar enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, el Parkinson y la enfermedad de Huntington.
El equipo de investigadores del Instituto Boyce Thompson y la Universidad John Hopkins de EEUU encontró que el ácido salicílico, un componente principal de la aspirina, se enlaza a una enzima en el cuerpo, la GAPDH (gliceraldehído 3-fosfato deshidrogenasa), que puede contribuir al desarrollo de estos males. La GAPDH normalmente juega un papel importante en la producción de energía en el cuerpo, pero cuando hay un exceso de radicales libres puede provocar la muerte de las células.
La investigación, publicada en la revista PLOS ONE, indica que el ácido salicílico se une a la enzima e impide que entre en la célula causando su muerte, y el estudio y uso de ese mecanismo podría ser un tratamiento eficaz contra tales enfermedades.
Un tratamiento existente para el Parkinson, el fármaco deprenil, también actúa bloqueando la entrada de la GAPDH en las células.
Los investigadores observaron además un derivado natural del ácido salicílico en la hierba regaliz china y un derivado sintético de laboratorio y notaron que ambos se enlazaban a GAPDH más fuertemente que el ácido salicílico, lo que hace aún más eficaz el bloqueo del GAPDH antes de que penetre la célula.
En otro estudio divulgado a inicios de este año el equipo también encontró que el ácido salicílico puede ser eficaz en el control de una proteína en el cuerpo, la HMGB1, lo que provoca inflamación y se asocia con varias enfermedades, entre ellas artritis, lupus, sepsis, aterosclerosis y ciertos tipos de cáncer.
Los científicos determinaron que bajos niveles de ácido salicílico son efectivos para bloquear las acciones inflamatorias de la proteína. Como en el estudio más reciente, hallaron que el regaliz y versiones sintéticas de derivados del ácido salicílico parecen ser más eficaces que el propio ácido salicílico, e incluso entre 40 y 70 veces más potentes.
El autor principal de los estudios, Daniel Klessig, es profesor del Instituo Boyce Thompson y la Universidad de Cornell, ha estudiado durante años los efectos del ácido salicílico, sobre todo en las plantas.
Klessig considera que el conocimiento de cómo el ácido salicílico y sus derivados regulan las actividades de las proteínas GAPDH y HMGB1, junto con el descubrimiento de que los derivados sintéticos son mucho más potentes que los naturales, representan “una gran promesa para el desarrollo de nuevos y mejores tratamientos a base de ácido salicílico de una amplia variedad de enfermedades devastadoras, prevalentes».
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