Comer fuera de casa, ¿una nueva forma de medir la pobreza?

467
0
Compartir

¿Comiste hoy en un restaurante o en un puesto de comida rápida? ¿Llevaste comida de casa a tu trabajo? ¿Cuánto gastaste la última vez que comiste afuera? ¿Llevas la cuenta de tus gastos de comida?

Muchos de nosotros tendríamos que hacer un esfuerzo de memoria para responder a estas preguntas, pero de acuerdo a un estudio del Banco Mundial, conocer las respuestas puede resultar importantes para las mediciones de la pobreza y la desigualdad.

Comer fuera de casa es una práctica cada vez más popular en todo el mundo y Latinoamérica no es la excepción. En Perú, por ejemplo, comer fuera del hogar ya es un hecho cotidiano. Según datos del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), en el 2014, un tercio del total del gasto destinado a alimentos corresponde a comidas en restaurantes o en servicios de delivery.

Esta cifra no está muy alejada de países como Estados Unidos, dónde, de acuerdo al Departamento de Agricultura, el comer fuera de casa representó el 43% del total del gasto en alimentos en el 2012.

Según el estudio del Banco Mundial, el consumo de alimentos fuera de casa tiene importantes implicaciones para las medidas de pobreza y desigualdad, así como la comprensión de quiénes son los pobres. Esto también influye directamente los análisis de seguridad alimentaria, salud y nutrición, entre otros.

Comer fuera de casa = menos desigualdad

Según la investigación, el consumo de alimentos representa una alta proporción en el consumo total en los países en desarrollo, y es por ello que debe ponerse especial interés en la medición de este tipo de indicador junto con la salud y educación.

Para realizar este análisis se hicieron dos cálculos, uno contemplaba el gasto total en alimentos y el otro diferenciaba lo consumido en casa del consumo fuera de casa. Los resultados fueron sorprendentes. Al incluir la comida consumida fuera de casa, la tasa de pobreza moderada es 16% más baja comparada con el escenario donde solo se usó el gasto total en comida.

Asimismo, la desigualdad en el consumo, medida por el coeficiente Gini, es más baja (1,3 puntos) cuando se incluye el factor “comer fuera de casa”, una reducción sumamente importante.

¿Por qué? Según el estudio, el incluir en los cálculos los recursos que se destinan a comer fuera compensa un incremento en la pobreza moderada, es decir, una familia que tiene la capacidad de comer fuera puede que no sea tan pobre, comparado con los cálculos si solo se toman los indicadores generales de medición de pobreza moderada.

La pobreza extrema se asocia con una línea de pobreza que refleja el costo de adquirir una canasta de alimentos que satisfaga los requisitos mínimos de calorías, con la intención de garantizar las necesidades mínimas de nutrición. La pobreza moderada suma además los productos de la cesta necesarios para satisfacer otras necesidades esenciales, tales como ropa, salud y vivienda.

“Para medir la pobreza también se revisan los gastos en alimentos, por eso, incluir la información sobre alimentos consumidos fuera de casa tiene mucho sentido. En el Perú, más del 90% de las familias comen por lo menos una vez a la semana fuera de casa, ya sea en restaurantes o en vendedores ambulantes”, explica Renos Vakis, autor del informe y economista del Banco Mundial.

“Estos resultados tienen implicancias más allá de Perú, pues es muy probable que nuestro entendimiento de la pobreza en otros países, incluso en el caso de la pobreza global, puede ser diferente que lo sabemos hoy”, agrega Vakis.

Aunque la prioridad sigue siendo alimentar a las 800 millones de personas que se van a dormir sin comer, analizar cuál es la relación de la comida y sus fuentes con la pobreza podría ayudarnos a entender problemas como la desnutrición, la obesidad y la sostenibilidad de los alimentos en el futuro.

No importa quién seas, lo que hagas o donde vivas, todos tenemos que comer y nuestro consumo no solo afecta nuestra salud, sino también ayuda a determinar quiénes somos.

No hay comentarios

Dejar una respuesta