Mujeres bajo el asedio de asaltantes

ATRACOS Y ROBOS MANTIENEN EN ALERTA A MUJERES QUE TIENEN QUE SALIR CADA DÍA A TRABAJAR A LAS CALLES

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“Yo me levanto todos los días a las 6:00 de la mañana para ir a mi trabajo, y es asustada, me han asaltado tres veces. En las tres, me han llevado los documentos, el celular y el dinero, y aunque no me han golpeado, siento mucho miedo”, cuenta Dulce, empleada de un salón de belleza en el sector Miraflores.

La violencia, en todas sus manifestaciones, parece haber inclinado su balanza hacia las mujeres, sin importar la actividad económica que estas realicen, lo que provoca incertidumbre, temor e inseguridad, ya sean ellas víctimas o testigos de los hechos. Esto sin obviar, por supuesto, que muchos hombres tampoco escapan a esta realidad.

Blanco de la delincuencia en las calles, las mujeres son víctimas de robos de carteras, celulares y otros objetos de valor, que suelen ocurrir en el trayecto a sus lugares de trabajo o estudios.  A esto se suma la violencia intrafamiliar con más de 40 feminicidios y 64,000 denuncias en lo que va de año.

Mechy es una empleada privada que narra cómo la ola delincuencial la ha llevado a cambiar sus hábitos, tras ser despojada de sus pertenencias en dos carros públicos en la avenida Expreso V Centenario, uno de estos en un vehículo rotulado.

“Ya no ando con documentos, porque me han asaltado en dos ocasiones en carros públicos, en el Expreso V Centenario. Ahora, solo cargo en mi cartera una blusa y una libreta. El pasaje lo llevo en las manos. Lo que tengo es un teléfono barato, conocido como maquito, para llamar a mi casa y saber de mis hijos mientras estoy trabajando”, agregó.

Las carteras femeninas, que eran espacios para cargar artículos personales, de higiene, belleza y salud, ya no tienen esa función. “Es que, los ladrones, lo primero que le quitan a una es la cartera, pero hay que andar con ellas porque, si andamos con las manos vacías, es peor. Mi hermana  no llevaba su bolso, le rebuscaron todo el cuerpo, hasta debajo del sostén, pensando que tenía dinero y le dieron un golpe en un seno que la llevó al hospital”, indicó Mechy.

Afecta la salud
Este fenómeno está siendo evaluado en el ámbito de la salud mental, según la sicóloga Rafaela Burgos, por la diversidad de focos de agresión, pues los hombres también están en riesgo, aunque las mujeres son más vulnerables.

“Ciertamente esto implica un elemento extremo de inseguridad, angustia, ansiedad, que mantiene a todas las personas sometidas a una sensación permanente de alerta, de estar necesitando defenderse, adelantándose, previendo un ataque, un asalto o una situación cualquiera de amenaza”, dice la especialista.

Un hecho reciente, de gran impacto en la sociedad, fue el asesinato de la señora Anneris Peña, empleada de una joyería en la calle El Conde de la Ciudad Colonial, quien fue acuchillada en el establecimiento para robarle, por un agresor que horas después se fue a comprar tenis y ropa de marca. Ella dejó tres hijos huérfanos. Otro caso es el  de “Margarita”, residente en Los Mina, en Santo Domingo Este, que aunque no fue víctima, sí sufre las secuelas, porque su hermana  fue despojada de unos tenis (Jordan) que tenía, un celular y su cartera, por tres hombres al abordar un carro como pasajera en la intersección de las avenidas John F. Kennedy y Winston Churchill.

Estos hechos han  llevado a que Amarilis, una empleada de banca de lotería en Los Alcarrizos, sopese la idea de dejar de trabajar en ese tipo de negocio, porque según dijo, en su zona son recurrentes los asaltos, sobre todo de hombres en motocicletas y armados. “Es que si solo fuera quitarle el dinero, pero uno no sabe si te van a violar, o te van a matar. Yo creo que estas son las últimas que estamos viviendo, no hay seguridad en ningún lado”, exclamó.

Otros testimonios
A pocos días del asesinato de Anneris Peña, otra mujer se vio en peligro en su lugar de trabajo, una banca de lotería ubicada en la calle Pedro Livio Cedeño, próximo a la avenida Tiradentes, donde se escucharon unos gritos: “¡auxilio, me matan, auxilio!”. La pronta intervención de varios delivery, y de otras personas que transitaban por el lugar, impidieron que asaltantes, que le apuntaban con una pistola, cargaran con el dinero. Los ladrones se trasladaban en dos vehículos, uno de ellos rotulado.

Hay mucha maldad
Una profesora, que  fue asaltada hace varios años, carga con las secuelas de esa agresión.  No puede sentir que una persona se le coloque detrás. “Porque, de una vez, entro en pánico. Tampoco puedo sentir motocicletas acelerando cerca, aunque yo esté en el vehículo, ya que en una ocasión fui testigo de un atraco a una señora que iba en su carro en la avenida 27 de Febrero esquina Doctor Defilló, cuando el semáforo estaba en rojo”.

Ella dice que hay mucha maldad. “Uno no sabe dónde está el peligro”. Su angustia se manifiesta también en casa, cuando sus hijos están en el trabajo o en la universidad. “Hasta que mis hijos no llegan, yo no estoy tranquila, a veces, temo llamarlos por miedo a que los atraquen cuando saquen el celular”.

Burgos dice que se trata de una reacción del organismo que se mantiene en alerta máxima, a la defensiva, en ciertos momentos, con efectos emocionales y físicos.

¿Qué provoca todo esto?
Según la sicóloga, eso provoca  que las personas no puedan relajarse adecuadamente, les impide disfrutar de momentos de sosiego, de tranquilidad, de paz, y aunque estén disfrutando un ambiente familiar con amigos, continuamente tienen la sensación de que algo puede pasar. Esa reacción del ser humano, frente una amenaza constante, es tan intensa como cuando recibes la amenaza. Porque es acumulativo.

La sensación de que no hay ningún lugar seguro y de estar en riesgo siempre “hace que la persona se pierda. Lo veo, muchas veces, en consulta. Hay quienes pierden hasta la capacidad de valorar metas personales porque sienten que, en cualquier momento, puede pasar algo que cambie todo. Experimentan desapego por la vida, por las metas, por los proyectos personales”, refiere Burgos.

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¿QUÉ SE PUDE HACER?

Cuando la ansiedad se desborda, hay que tratarla en consulta, recomienda Burgos, al reconocer que esas manifestaciones de angustia y temor son reales, pero que es importante aprender a ponerle algunos límites a esas emociones, tomando medidas de precaución con la cotidianidad y evitando que eso supere la capacidad de disfrutar y seguir siendo personas que valoran en la convivencia la paz.

También instó a los ciudadanos a exigir la seguridad necesaria, al considerar que, para que un pueblo pueda seguir adelante y avanzar, tiene que sentirse mínimamente seguro.

Las violaciones sexuales
Las violaciones sexuales son otra forma de agresión que enfrentan las mujeres, en sus casas y fuera de ellas.  Según narraron las entrevistadas para esta historia, “no sabemos quién quiere robarnos nuestras pertenencias o violarnos sexualmente y hasta matarnos”.

Las denuncias  por violaciones sexuales, incluido incesto, acoso y seducción recibidas por la  Procuraduría General de la República  en el primer trimestre de este año ascendieron a 1,541, según sus estadísticas.

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