Un comunicado difundido por la consultora uruguaya Security Advisor este 26 de junio, alerta que existe un «acostumbramiento generalizado» a recibir «con indiferencia las noticias de ciberataques».
El caso más reciente sucedió el 24 de mayo: un ataque dirigido al Banco de Chile con una maniobra de distracción donde se perdieron 10 millones de dólares. La mayor parte del dinero llegó a Hong Kong y posteriormente el banco chileno interpuso una denuncia criminal.
Las instituciones bancarias son por excelencia el interés de estos ciberdelincuentes. En el caso de Chile los ciberatacantes atrajeron la atención de los técnicos en seguridad con un software malicioso que permitió maniobrar en las cuentas del banco mientras los especialistas se encargaban de asegurar el dinero de los clientes, por lo que estos no se vieron afectados.
«Esto fue una muestra brutal del estado de amenaza que genera esta ciberguerra, pues aunque no existe la seguridad perfecta, hay pereza a la hora de actualizar los sistemas», aseguró Koncke.
Según el experto, la falta de conciencia, unida a la dependencia cada vez mayor de los sistemas de información, sirven el plato en la mesa a los ciberdelincuentes. «Cada vez dependemos más de que esos sistemas sean confiables, de que funcionen siempre, sin darnos cuenta que cada vez están más expuestos», aseguró el empresario.
Otra problemática de la lucha contras los bandidos de internet es la concepción de que solo las grandes corporaciones pueden resultar atractivas para este tipo de maniobras. «A veces olvidamos que los mecanismos de ataque no conocen de geografía ni de fronteras. No podemos caer en la ingenuidad geográfica», alertó Koncke
«Hay una serie de ataques que no discriminan y se convierten en una suerte de exploración donde estos delincuentes buscan potenciales víctimas, y donde el robo de datos también juega un rol fundamental para la extorsión», explicó.
Este enfrentamiento a nivel global se traduce en una suerte de «policía y ladrón» entre los Gobiernos y las organizaciones delictivas que han alcanzado características corporativas.
«Entonces no son esfuerzos aislados de individuos que por ahí buscan el lucro o la fama, son corporaciones muy bien organizadas con muchísimo dinero, con capacidad de inversión e investigación, y que la ponen al servicio de ir en contra del funcionamiento de la industria y el comercio a nivel global», explicó el empresario.
Según el Foro Económico Mundial, en 2017 las pérdidas económicas por ataques informáticos en Latinoamérica ascendieron a 87.940 millones de dólares, de los cuales los países más afectados fueron Brasil, México, Venezuela y Argentina.