Una vez más, ante una situación económica crítica, Egipto recibe un salvavidas extranjero. El Gobierno egipcio acaba de firmar un nuevo acuerdo con el Banco Mundial para disponer, durante los próximos tres años, de más de 4.500 millones de euros. La cifra se suma a los casi 7.300 millones en ayudas que le concederá Arabia Saudí hasta 2020, con los que espera poder evitar una devaluación de la moneda de consecuencias imprevisibles en medio de una crisis económica que empezó en 2011 y que no logra remontar.
A causa del durísimo golpe que recibió el sector turístico egipcio con el reciente siniestro de un avión civil ruso en el Sinaí, Egipto necesita la entrada de divisas extranjeras de manera urgente. A pesar de que en los últimos meses el Banco Central ha devaluado la libra egipcia, las reservas de divisas del Banco Central han caído a solo 16.000 millones de euros, el umbral considerado crítico por los expertos. Una nueva caída de la libra podría encarecer el precio del pan en un país que es el primer importador mundial de trigo y que cuenta con un 40% de la población que vive con menos de dos dólares al día.
Ni tan la piedra angular del programa económico del presidente Abdelfatá Al Sisi, la construcción de una ramificación del Canal de Suez, puede aportar un balón de oxígeno a la maltrecha economía egipcia, minada por la inestabilidad crónica que arrastra el país desde la revolución del 2011. Inaugurado el pasado mes de agosto, el nuevo Canal no ha logrado evitar la caída de los ingresos derivados de las tarifas de paso como consecuencia del frenazo del comercio internacional a causa de la crisis global.
De ahí la importancia del apoyo del Banco Mundial. De los 4.500 millones de euros en nuevos créditos recién firmados, unos 2.700 millones irán destinados a cubrir el déficit presupuestario del país, que el año pasado superó el 10% del PIB por cuarto año consecutivo. El resto irá destinado a proyectos en regiones y barrios marginados, así como a la creación de un parque industrial en la zona del Canal de Suez y al desarrollo del sector privador. Los primeros 900 millones millones llegarán a las arcas egipcias antes de finales de año.
De acuerdo con la ministra egipcia de Cooperación Internacional, Sahar Nasser, entre los nuevos y anteriores compromisos, la institución internacional invetirá más de 7.200 millones de euros en los próximos cinco años “para apoyar al Gobierno en la aplicación de cambios esenciales”. Otra organización internacional, el Banco Africano de Desarrollo, le concedió recientemente otros 450 millones de euros.
La naturaleza e incluso la cuantía de la ayuda de Arabia Saudí, un estrecho aliado del régimen del mariscal Abdelfatá al Sisi desde su gestación, no está tan clara. Según los medios de comunicación saudíes, el rey Salman bin Abdulaziz ordenó “incrementar las inversiones en Egipto en más de 30.000 riales (unos 7.300 millones de euros), además de satisfacer sus necesidades en petróleo” durante los próximos cinco años.
Alianza estratégica
Un responsable saudí filtró a la agencia de noticias Bloomberg que Riad se planteaba realizar una compra de bonos del Tesoro egipcio. Por su parte, el primer ministro egipcio apuntó la posibilidad de que el aliado saudí envíe fondos directamente al Banco Central, tal como ya hiciera el pasado mes de abril. Entonces, tanto Arabia Saudí como Kuwait otorgaron cada uno 2.000 millones de dólares al Banco Central, elevando sus reservas de divisas a 20,000 millones de dólares.
Desde el año 2013, las petromonarquías del Golfo han mantenido a flote la economía de Egipto gracias a la transferencia de miles de millones de euros. A causa de la opacidad de sus finanzas, se desconoce la cifra exacta, pero las estimaciones más conservadoras la sitúan por encima de los 20.000 millones de euros. Su apoyo de debe a la hostilidad que estos acaudalados Estados profesan hacia los Hermanos Musulmanes, el movimiento islamista derrocado por el mariscal al Sisi en un golpe de Estado.
La última promesa de ayudas, hecha con el precio del barril de petróleo muy bajo, muestra hasta qué punto es estratégica para Riad la alianza con El Cairo. Esta no es la primera vez que Egipto recibe una sustancial ayuda del exterior en su historia contemporánea, pues goza de un gran peso en el tablero geostratégico de la región.
Efervescencia en las fábricas
Las huelgas de obreros son ya un fenómeno cíclico en Egipto, y ni la naturaleza represiva del régimen ha evitado la efervescencia en las fábricas. El malestar abarca todo el país, desde los hoteles de Sharm el Sheij, al norte, a una compañía de fertilizantes en Asiut, en el sur, pasando por la compañía nacional de petróleo en Alejandría. Pero la protesta más importante afecta al Canal de Suez y a seis empresas que le prestan servicios. Más de 2.000 trabajadores del corredor marítimo, crucial para el comercio internacional, llevan dos semanas con protestas.