El papa Francisco les exige a los sacerdotes abusadores entregarse a las autoridades

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El papa Francisco en su mensaje navideño a la curia romana, el 21 de diciembre, se refirió a los clérigos "que abusan de los vulnerables aprovechándose de su posición y su poder de persuasión". Credit Filippo Monteforte/Agence France-Presse — Getty Images

ROMA — El papa Francisco exhortó a todos los miembros del clero que abusen de menores de edad a entregarse a las autoridades civiles y preparar sus almas para el juicio eterno, además de recalcar que el Vaticano retirará de sus cargos a los sacerdotes que actúen como lobos con el rebaño y pongan así en peligro la credibilidad de toda la Iglesia católica.

El pontífice hizo estas declaraciones el 21 de noviembre en su discurso navideño al aparato burocrático a cargo de la Santa Sede, en un pronunciamiento público que se ha vuelto su oportunidad anual de repudiar los pecados, corrupción y actitud arribista que considera ha infectado a la jerarquía católica.

“A los que abusan de los menores querría decirles: convertíos y entregaos a la justicia humana, y preparaos a la justicia divina”, les dijo a los integrantes de la curia romana, cuyos cardenales –ataviados con sotanas negras y solideos rojos– estaban reunidos alrededor de él en la sala Clementina​​ del Palacio Apostólico vaticano.

Francisco denunció a los sacerdotes “que abusan de los débiles, valiéndose de su poder moral y de la persuasión” que, dijo, “cometen abominaciones y siguen ejerciendo su ministerio como si nada hubiera sucedido; no temen a Dios ni a su juicio, solo temen ser descubiertos y desenmascarados”.

“A menudo, detrás de su gran amabilidad, su labor impecable y su rostro angelical, ocultan descaradamente a un lobo atroz listo para devorar a las almas inocentes”, denunció.

La crisis en el seno de la Iglesia católica por diversas denuncias de abuso sexual eclesiástico se ha expandido este año. Surgieron nuevos reportes e investigaciones penales en varios continentes sobre cómo el abuso arruinó las vidas de decenas de jóvenes y de sus familias a lo largo de décadas.

La crisis no solo ha dañado la imagen de la Iglesia en general, sino que ha puesto en riesgo el papado de Francisco, quien cumplió 82 años esta semana. Pese a sus esfuerzos para reformar al órgano católico, parece no haber comprendido la gravedad del escándalo.

A principios de este año, por ejemplo, causó escozor al sugerir que se mantenía confiado de obispos chilenos pese a lo que llamó las “calumnias” de sobrevivientes de abuso clerical en ese país. Después cambió de parecer y envió a investigadores especiales a Chile; tras recibir el reporte de esa investigación aceptó la renuncia de varios integrantes del obispado chileno. También ha aceptado las dimisiones de líderes católicos en zonas de Estados Unidos donde han surgido nuevas crisis.

Sin embargo, aunque se ha pronunciado enfáticamente en contra del abuso, varias víctimas y sus defensores han dicho que la retórica no ha sido acompañada de acciones concretas.

Indican que su enfoque en que la respuesta surja de los obispos locales no cambiará la situación dado que hay patrones de abuso y de encubrimiento atribuidos a esos mismos obispos. Afirman que solamente una orden de tolerancia cero centralizada desde el Vaticano tendrá suficiente peso para atender el problema a nivel mundial.

Hay expectativas de que una reunión extraordinaria de los líderes de las conferencias episcopales del mundo, programada para febrero en el Vaticano, resulte en cambios tangibles.

“Está claro que, ante estas abominaciones, la Iglesia no se cansará de hacer todo lo necesario para llevar ante la justicia a cualquiera que haya cometido tales crímenes”, declaró Francisco el 21 de diciembre. “La Iglesia nunca intentará encubrir o subestimar ningún caso”.

Francisco a menudo ha dejado en claro que ve el clericalismo –la creencia de un sacerdote de que es superior a sus feligreses– como la raíz maligna que crece para convertirse en abuso y corrupción. Ser un sacerdote “no significa actuar como un grupo de élite que piensa que tiene a Dios en el bolsillo”, dijo el viernes, más bien “los consagrados no son otra cosa que sirvientes”.

En su discurso navideño, el papa también destacó el “ejemplo heroico de los mártires” que buscan enfrentarse a extremistas y defendió de nueva cuenta a los migrantes y el perjuicio que enfrentan en una Europa cada vez más populista y nacionalista, personas que después de huir de conflictos y de riesgos a su vida “se encuentran con las puertas cerradas y sus hermanos de humanidad entregados a las conquistas políticas y de poder”.

Aunque el mismo Francisco reconoció que esas prioridades de cuidado por parte de la Iglesia católica se han visto ensombrecidas por la crisis de los abusos eclesiásticos que afectarían la capacidad de la Santa Sede de actuar respecto a otros temas en el escenario global. “Ciertamente, las dificultades internas siguen siendo siempre las más dolorosas y más destructivas”.

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