El aumento de la población hispana en EE.UU. redefinirá en el futuro la relación de este país y el resto de América, especialmente con México, según un informe publicado hoy por el centro de estudios Center For American Progress (CAP).
“La comunidad latina se está convirtiendo en un actor cada vez más importante en los ámbitos económico, político y cultural de los Estados Unidos”, afirma el estudio del CAP, una institución que investiga políticas públicas progresistas, con sede en Washington.
Tanto es así, que “estos logros tendrán implicaciones profundas para EE.UU., México y el resto de las Américas” en las próximas dos décadas, sostiene el informe, en el que ha participado también el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) de México.
Según el documento, más de 55 millones de personas, el 18 por ciento de la población estadounidense, son hispanos. En ese contexto demográfico, un 66 por ciento de los latinos tiene origen mexicano, porcentaje que se traduce en aproximadamente 34 millones de personas, destaca el análisis.
Los puertorriqueños representan, a mucha distancia, el segundo grupo hispano más numeroso en el país (9 por ciento de la población latina), seguidos de los salvadoreños (4 por ciento), los cubanos (4 por ciento) y los dominicanos (3 por ciento).
El resto de la población hispana procede de diversos países de América (incluidos Uruguay, Honduras, Guatemala, Bolivia, Venezuela, Paraguay, Perú, Argentina y Ecuador) y, más recientemente, de España.
Lejos de frenarse, el incremento del número de hispanos seguirá en los años venideros en EE.UU. y “se espera que exceda los 100 millones durante las tres o cuatro próximas décadas”.
El avance demográfico -precisa el informe- ocurre en paralelo a la creciente pujanza económica de los hispanos, quienes, si formaran un país, serían una de las 25 principales economías del mundo en cuanto a capacidad de consumo, cifrada actualmente en 1,2 billones de dólares (equivalente al Producto Interior Bruto de México).
Asimismo, el aumento poblacional va acompañado de una “creciente influencia política de los latinos” en Estados Unidos, donde más de 11 millones de hispanos votaron en las elecciones de 2012, la gran mayoría de los cuales se decantó por el presidente del país, el demócrata Barack Obama, quien obtuvo un segundo mandato.
Por si fuera poco, se espera que unos 40 millones de hispanos puedan ejercer su derecho al voto en 2030.
“En la medida en que los latinos asumen un mayor poder político dentro de Estados Unidos -subraya el análisis-, la relación de este país con el resto de las Américas se volverá una cuestión de suma importancia para la política interna de EE.UU.”.
“Con la excepción de España -agrega-, los países de origen y herencia latina solo han empezado recientemente a comprender el potencial de acceder a los hispanos de EE.UU. como vía para fortalecer la relaciones bilaterales con Estados Unidos”.
Según los expertos, “los países de América -incluido EE.UU.- deben darse cuenta de que la fuerte identificación como latino-estadounidense y la lealtad a Estados Unidos pueden coexistir cómodamente con los fuertes lazos a los países de origen”.
Ese fenómeno tiene un especial significado en las relaciones de Estados Unidos con su gran vecino del sur, México, dado el enorme peso de los mexicanos en la población hispana en territorio estadounidense.
Hasta hace poco -recuerda el informe-, el Gobierno de México, a través de entidades como el Instituto de los Mexicanos en el Exterior, solo se involucraba con sus ciudadanos en EE.UU. “estrictamente como mexicanos y no como mexicanos americanos, ignorando una importante dimensión de su propia percepción”.
De hecho, los mexicanos y su diáspora en Estados Unidos “dan por hecho que se conocen, sin que sea el caso”, pues, a pesar de sus raíces comunes, los prejuicios y estereotipos recíprocos han prevalecido hasta convertirse en una relación entre “nosotros” y “ellos”.
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