En algunos barrios del mundo abrir la llave es un lujo. En otros, el agua llega con cuentagotas y, en los peores casos, ni siquiera llega. Aunque en los últimos años se han construido acueductos y saneado cañadas, el acceso al agua sigue siendo una deuda pendiente en muchas comunidades de República Dominicana.
Este 22 de marzo, en el marco del Día Mundial del Agua, la reflexión se centra en los avances y desafíos en torno a este recurso vital.
En esta ocasión, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), ha puesto el foco en la preservación de los glaciares, que actúan como reservorios naturales de agua dulce y desempeñan un papel fundamental en el suministro global de agua potable, la agricultura y los ecosistemas.
Pero en República Dominicana la pregunta sigue siendo: ¿se ha avanzado lo suficiente?
Una infraestructura en crisis
En América Latina y el Caribe el deterioro de la infraestructura de agua potable y saneamiento es un problema crítico, con pérdidas que promedian el 40 %. Sin embargo, en República Dominicana, la pérdida del líquido potable asciende a un alarmante 55 %, según Silvia Saravia Matus, oficial de Asuntos Económicos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y encargada de los temas relacionados con recursos hídricos.

Para Patricia Abreu, directora ejecutiva del Fondo de Agua de Santo Domingo, uno de los grandes desafíos del país es conciliar la demanda del vital recurso entre la producción agrícola, el consumo humano y la industria.
“La seguridad hídrica presenta múltiples desafíos para la gobernanza. El agua es un recurso compartido que sirve a múltiples usuarios, a menudo con fines competitivos, como la salud, alimentación, energía, producción industrial y transporte. También implica garantizar flujos suficientes para mantener las funciones vitales de los ecosistemas para que sean más resilientes al cambio climático”, explica Abreu en una entrevista para el periódico HOY.
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¿El vaso medio lleno? Lo que se ha hecho

El Gobierno ha puesto el tema sobre la mesa, y ha anunciado inversiones millonarias y nuevos proyectos para garantizar el suministro como:
- Expansión de la red de tuberías: La Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo (Caasd) ha ampliado el servicio en más de 70 sectores del Gran Santo Domingo, beneficiando a miles de hogares.
- Proyectos tecnológicos: El “Plan de Zona” busca optimizar el uso del agua con tecnología avanzada.
- Saneamiento y acueductos: Se han saneado cañadas como Guajimía y construido acueductos en San Antonio de Guerra y La Cuaba.
- Inversión en infraestructura hídrica: Más de 6,900 millones de pesos han sido destinados a mejorar la gestión del agua en el país.

¿El vaso medio vacío? Retos pendientes
A pesar de estos avances, los desafíos en torno al agua persisten. Según Abreu, República Dominicana enfrenta un panorama complejo, marcado por:
- Disponibilidad desigual: Aunque el país cuenta con recursos hídricos, su acceso y distribución no son uniformes.
- Calidad del agua: Muchas fuentes están contaminadas por la falta de saneamiento, la industrialización y la mala gestión de residuos sólidos. En zonas rurales, los agroquímicos también afectan la calidad del agua.
- Falta de acceso: Aún hay comunidades sin acceso regular a agua potable. Las presas están sedimentadas y el sistema de distribución es insuficiente ante el crecimiento poblacional.
- Impacto del cambio climático: La sequía ha reducido los niveles de los embalses, afectando el suministro en distintas regiones.
- Falta de información: Hay poca data sobre el estado de las fuentes de agua, especialmente las subterráneas.
Según datos del Compromiso Nacional para el Pacto por el Agua (2021):

- Solo el 26 % de los hogares recibía agua las 24 horas del día.
- Apenas el 20 % de los hogares estaba conectado al sistema de alcantarillado.
- Se estima que en los sistemas de abastecimiento de agua potable se pierde entre 50 % y 60 % del agua por la mala condición de las redes.
Las cuencas que abastecen al país
El agua que llega a los hogares de la capital proviene de tres principales fuentes:

- Río Ozama: Abastece el 30 % de Santo Domingo, pero enfrenta contaminación por el crecimiento urbano desordenado y las actividades industriales.
- Río Haina: Suministra agua al 35 % de la provincia Santo Domingo, incluyendo Pedro Brand, Los Alcarrizos y Santo Domingo Oeste. Ha sido afectado por el aumento de la demanda y la actividad humana.
- Río Nizao: Su cuenca es la más intensamente aprovechada del Caribe, con cuatro represas que generan electricidad y riegan el valle de Baní y Nizao. La presa de Valdesia aporta el 40 % del agua que consume Santo Domingo. Sin embargo, enfrenta problemas de deforestación y uso insostenible del suelo.
El impacto de la escasez

Abreu advierte que la falta de agua tiene graves consecuencias para la población y la economía.
“Se ha visto limitado el acceso al agua en comunidades, lo que conlleva problemas de salud y disminución de la calidad de vida. La escasez también provoca aumento en el precio de productos esenciales y afecta desproporcionadamente a las familias de bajos ingresos. Además, puede generar conflictos, como ocurre en nuestro país con Haití, ya que compartimos recursos hídricos, lo que genera tensiones por el derecho al uso”, señala.
A nivel ambiental, la falta de agua impacta la biodiversidad, la producción agrícola y la estabilidad de los ecosistemas, afectando la seguridad alimentaria y el desarrollo sostenible del país.
Conciencia y cambio de hábitos

Según Abreu, en los últimos años ha habido un cambio en la percepción sobre la importancia del ahorro de agua.
«Cada vez más personas son conscientes de los problemas de escasez, sequía y cambio climático. Esto ha impulsado un mayor interés en la gestión del agua y en prácticas sostenibles», afirma.
Algunas iniciativas incluyen:
- Campañas de educación sobre ahorro de agua.
- Tecnologías de riego eficiente y sensores de ahorro en hogares y comercios.
- Reciclaje y monitoreo del consumo de agua en empresas.
- El “Pacto Nacional por el Agua”, que busca mejorar la regulación y coordinación institucional.