Charlotte Von Schedvin era una mujer joven, rubia y de ojos azules que procedía de la nobleza sueca.
PK Mahanandia era un pobre estudiante de arte del este de la India, a quien el sistema de castas de su país lo consideraba como «intocable».
Sin embargo, su encuentro casual en Delhi, a finales de 1975, cuando Von Schedvin le pidió que pintara su retrato, lo llevó a él a irse en bicicleta desde la India hasta Suecia para estar con ella… un gigantesco viaje de 3.600 kilómetros que abarcaba ocho países y que le tomó más de cuatro meses completar.
A pesar de sus diferentes orígenes y como si hubiera sido dirigido por el destino, el amor de la joven pareja fue inmediato y abrumador.
Ellos pasarían juntos un glorioso mes antes de que Schedvin regresara a su casa en Boras, Suecia.
Mahanandia juró casarse con la mujer que amaba, a cualquier precio. El talentoso pintor vendió todo lo que tenía para comprar una bicicleta, y con tan solo 80 dólares en su bolsillo partió en su épico viaje.
En esos días «solo un maharajá podía permitirse pagar un vuelo hacia Suecia», explicó Mahanandia.
A lo largo del camino, durmió en tiendas beduinas, albergues juveniles o bajo las estrellas junto al Mar Caspio. La joven pareja mantuvo su romance encendido a través de cartas.
Cuando su notable relato fue recientemente compartido en Facebook, este fue compartido rápidamente decenas de miles de veces.
Ahora, casi cuatro décadas de matrimonio y dos hijos más tarde, la historia de la pareja supuestamente también ha despertado el interés de los directores de cine alrededor del mundo.
¿Escrito en las estrellas?
Mahanandia tenía tan solo nueve años cuando un encuentro emocional sembró las semillas para la pareja que él buscaría 17 años más tarde.
El joven, que nació en la casta Dalit, fue rechazado por sus compañeros aldeanos… incluso forzado a sentarse fuera del aula en la escuela.
«Estaba por debajo de los perros y las vacas», le dijo a CNN.
«En el momento en que me acerqué al templo, [las personas] comenzaron a lanzar piedras. Esas cosas nunca las olvido», y se le llenan sus ojos de lágrimas al recordar aquellos largos y dolorosos años.
Un día le permitieron sentarse en la parte de atrás de la clase… pero sin tocar a nadie porque los «contaminaría». Un inspector escolar británico y su esposa venían de visita.
Después de una bienvenida real, el inspector le dio su guirnalda de flores a una chica en el frente. Su esposa caminó hasta la parte de atrás y le dio la suya a Mahanandia.
«Ella podía ver que yo era un marginado», recuerda. «Ella tocó mi cabeza y me dijo: ‘¡Tienes un precioso cabello rizado!'»
«Yo me sentía feliz, pero al mismo tiempo lloraba. Para mí, fue como un poco de luz en una oscura cueva».
Mahanandia se llevó la guirnalda con orgullo a casa y le dijo a su madre: «Mamá, estoy enamorado de la esposa del inspector de la escuela».
Su respuesta lo afectaría por el resto de su vida.
Al mostrarle un horóscopo de hoja de palma a su hijo, ella le dijo que él se casaría con «una mujer blanca de una tierra lejana».
Ella también sería de signo zodiacal Tauro, participaría en música y sería la dueña de una selva, según la profecía.
Mahanandia recuerda que su madre le dijo: «Nosotros no vamos a arreglar ningún matrimonio para ti»… una decisión inusual en el momento, en un país donde muchas uniones eran arregladas previamente por los padres.
Un encuentro casual
Un avance rápido hasta 1975 y Mahanandia tenía 26 años, era un estudiante de arte en bancarrota en Delhi y a menudo se veía obligado a dormir en las estaciones de autobuses o en cabinas telefónicas.
No obstante, su talento le proporcionó oportunidades y Mahanandia gradualmente se hizo un nombre por sí mismo pintando los retratos de políticos y celebridades… entre ellos a Valentina Tereshkova, la primera mujer en el espacio.
Incluso le concedieron permiso para pintar retratos en la plaza central de Delhi, Connaught Place.
Fue allí donde conoció a Von Schedvin, una viajera de 20 años que poseía «un anhelo por la India». Ella había conducido con amigos desde Suecia hasta la India; 22 días en un minibús a lo largo del famoso «Sendero Hippie», una autopista cultural que seguía gran parte de la Ruta de la seda.
Ya que el destino había girado para que Mahanandia se dirigiera hacia el oeste para buscar su futuro, este también impulsó a Von Schedvin para que se dirigiera hacia al este.
Como una mujer joven, a ella le atraía la cultura india… películas como «Siddhartha», la música de Ravi Shankar y George Harrison. «Estaba fascinada porque el este se encontrara con el oeste», recuerda ella.
Afortunadamente para ambos, el retrato de Von Schedvin hecho por Mahanandia en la plaza ese día no fue su mejor trabajo.
«¡Era un poco cuestionable!», dijo ella. «Dijimos que volveríamos al día siguiente».
Cuando ella regresó, Mahanandia se dio cuenta de todo. ¿Acaso Von Schedvin podría ser la mujer occidental en su horóscopo?
Por primera vez, Mahanandia dice que esa noche le rezó al dios elefante Ganesh. Él quería que Von Schedvin regresara para que pudiera preguntar si el signo zodiacal de ella era Tauro.
«Cuando la vi en el semáforo, sentí los nervios en mi estómago. Coloqué en mi caballete la frase: ‘el artista está enfermo'», dijo.
Luego vinieron las preguntas.
El signo del zodíaco de ella era Tauro.
Ella tocaba el piano.
Era dueña de bosques… de hecho, los antepasados de Von Schedvin habían recibido una parte de los bosques de Suecia después de ayudar al rey en la década de 1700.
«Me puse a temblar», dijo Mahanandia. «Dije: ‘en el cielo se ha decidido que estábamos destinados a conocernos’. ¡Ella estaba impactada!»
Sigue tu corazón al 100%
Von Schedvin confió en su instinto y siguió a Mahanandia para conocer a su padre en Odisha, en donde la pareja recibió las bendiciones tribales.
«No pensé, me limité a seguir mi corazón en un 100%. No había ninguna lógica», dijo ella.
«Cuando estaba con ella, me sentí más alto que el cielo», dijo Mahanandia. «Yo ya no era un marginado. Esto cambió mi actitud hacia mí mismo».
Después de solo un mes juntos, Von Schedvin regresó a Suecia. Mahanandia, a quien le faltaba un año más estudios en la escuela de arte, permaneció en la India.
Pero el tiempo separados tan solo fortaleció la determinación de Mahanandia para ver de nuevo a la mujer que amaba, y en enero de 1977 le escribió a Von Schedvin diciéndole de su plan para viajar en bicicleta hasta Suecia y casarse con ella.
Sendero Hippie
El Sendero Hippie que fue popular desde mediados de la década de 1960 hasta finales de la década de 1970, se extendía desde la India a través de Paquistán, Afganistán, Irán, Turquía y la antigua Yugoslavia hasta Europa. En ese tiempo, los viajeros no necesitaban una visa, y la región era segura y estable. Coloridos autobuses turísticos partían regularmente desde Londres con destino a Goa.
Mahanandia partió en su vehículo de dos ruedas y dejó Delhi con tan solo 80 dólares. No obstante, llegó a Suecia con más de 800 dólares… ya que a lo largo del camino pintó retratos a cambio de comida y dinero.
Aunque algunos días recorría hasta 70 kilómetros en bicicleta, el artista admite que obtenía jalón siempre que le era posible… incluso le regalaron un pasaje de tren desde Estambul hasta Viena.
«Algunas veces tienes dos o tres ofertas de personas que te quieren dar un aventón y ¡tienes que elegir!», dijo Mahanandia. «Yo viajé en bicicleta por amor, pero nunca me gustó el ciclismo».
Él llegó a Boras el 28 de mayo de 1977, más de cuatro meses después de su partida.
Aunque algunos amigos pensaron que el «romance de verano» no duraría, la pareja ha estado unida en Suecia durante 40 años. Tienen dos hijos, Sid y Emelie.
A lo largo de la carrera de enseñanza musical de Von Schedvin y el arte de Mahanandia, la pareja se ha dedicado a la promoción de las artes indígenas y a ofrecer becas culturales a los dalits de la India.
Hace dos años, Mahanandia fue premiado con un doctorado honorario de su universidad estatal, y en 2005 fue nominado para el Premio Nobel de la Paz.
Cuando las inundaciones impidieron que el artista volviera a visitar su pueblo en 1997, el gobierno local preparó un helicóptero para él.
«Aterricé en el campo de fútbol de mi vieja escuela», dijo, sonriendo.
«El amor me ha dado el poder de perdonar a las personas que me lanzaron piedras. Ellos necesitan educación. Me alegro de que nuestra historia le esté dando esperanza a las personas».