Los Gobiernos del Reino Unido e Irlanda firmaron este miércoles un acuerdo para asegurar que sus ciudadanos mantendrán un número de derechos tras el Brexit, como la libre circulación de personas entre ambos países.
El «número dos» del Ejecutivo británico, David Lidington, y el viceprimer ministro irlandés, Simon Coveney, estamparon su firma en un Memorando de Entendimiento -un documento no vinculante- destinado a proteger la llamada Área de Circulación Común (CTA), sea cual sea el resultado del divorcio entre Londres y Bruselas.
La ceremonia tuvo lugar en la capital británica, en el marco de una reunión de la Conferencia Intergubernamental Británico-Irlandesa, un foro de cooperación establecido tras la firma del acuerdo de paz Viernes Santo (1998), el texto que puso fin al conflicto en Irlanda del Norte.
«Nuestro mensaje a los ciudadanos irlandeses en el Reino Unido es que sus derechos no cambiarán. Podrán seguir viajando libremente entre Irlanda y el Reino Unido y las islas; trabajar, estudiar, cobrar la pensión y tener acceso a servicios públicos y sociales», explicó Lidington.
Coveney destacó que la firma del Memorando de Entendimiento (MoU, sus siglas en inglés) representa un «momento importante» para ambos países, después de meses de tensiones por la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE).
«El Área de Circulación Común ha concedido derechos y privilegios a los ciudadanos irlandeses y británicos durante casi un siglo. Sin embargo, no se había formalizado de esta manera hasta ahora», señaló el viceprimer ministro y titular también de Asuntos Exteriores.
El CTA fue establecido en la década de 1920, después de la independencia irlandesa, para permitir la libre circulación entre la República de Irlanda y la provincia británica de Irlanda del Norte y Gran Bretaña (Escocia, Inglaterra y Gales).
El Brexit, sin embargo, ha planteado dudas sobre la viabilidad de estos arreglos bilaterales, ya que un divorcio sin acuerdo podría provocar el restablecimiento de una frontera dura entre las dos Irlandas, lo que sería perjudicial para sus economías y el proceso de paz.
Por ello, el acuerdo de salida firmado por Londres y Bruselas el pasado diciembre incluye el llamado «backstop», una salvaguarda diseñada para asegurar la invisibilidad de la frontera hasta que las dos partes establezcan una nueva relación comercial tras este divorcio.
Dicho acuerdo ha sido rechazado hasta en tres ocasiones por el Parlamento británico por la inclusión de la salvaguarda y el Brexit se encuentra en un punto muerto, lo que mantiene vivo el fantasma de una salida sin acuerdo.
En ese escenario, el peor posible, la UE se vería obligada a restablecer controles aduaneros sobre los productos que entren al bloque a través del Reino Unido y la frontera norirlandesa.