Pocas personas pueden jactarse de querer cambiar el mundo con tanto empeño y dedicación como Elon Musk. El hombre detrás de Tesla y SpaceX se ha propuesto revolucionar una infinidad de industrias, haciendo alarde de una capacidad para combinar una infinidad de retos en simultáneo que muy seguramente harían colapsar a cualquier mortal en el intento.
Pero más allá de lo cuestionable de algunos de sus emprendimientos, como el más reciente que lo vincula con una firma que busca poner a la venta un lanzallamas de aspecto futurista, Musk tiene el ojo puesto en el espacio, tal vez convencido de que tarde o temprano la humanidad deberá buscar un nuevo hogar fuera del planeta Tierra.
En una nueva muestra de su persistencia, pero por sobre todas las cosas de su aparentemente inagotable fortuna, el empresario nacido en Sudáfrica y radicado en los EEUU ha comunicado recientemente que luego de un retraso de más de cuatro años su poderoso cohete Falcon Heavy estaría cada vez más cerca del esperado lanzamiento.
Convertido en el más potente de su tipo desde aquel Saturn 5 que llevó a los astronautas norteamericanos a la Luna, sus 27 motores le brindarán una capacidad de empuje de más de 2.267 toneladas, lo que le permitirá convertirse en un verdadero buque carguero del espacio con la capacidad de transportar hasta la órbita terrestre la friolera de 63 toneladas.
Independientemente de haber generado titulares luego de anunciarse que un modelo Tesla Roadster propiedad del multimillonario integrará parte del primer cargamento, el Falcon Heavy tendrá la capacidad de transportar más del doble de carga que los cohetes modernos en funcionamiento, lo que podrá crear un potencialmente enorme nuevo mercado a explotar, con la posibilidad de llevar muchas más cosas al espacio a un costo que, muy seguramente, será significativamente menor al actual.
“Me fascina la idea de tener a mi auto a la deriva en el espacio por tiempo indefinido y que tal vez sea un día descubierto por una raza alienígena, dentro de un millón de años”.
Se espera que el primer vuelo de demostración tenga lugar en las próximas semanas en una fecha exacta todavía a confirmar, pero si se tiene en cuenta el excesivo optimismo de Musk en lo que hace al lanzamiento de sus nuevos productos y los números de fabricación de sus modelos Tesla, los cuales casi nunca se respetan en condiciones reales, es de esperarse que el lanzamiento se demore un poco más de lo estipulado.
Con un costo estimado de USD 90 millones, el lanzamiento será seguido de cerca no sólo por las agencias espaciales de las principales potencias mundiales, incluida la propia NASA estadounidense, sino también por sus principales rivales dentro del mundo empresarial entre los que se encuentran Jeff Bezos, el hombre más rico del mundo detrás de Blue Origin, y el británico Sir Richard Branson a cargo de Virgin Galactic, catalogada como la «primera aerolínea comercial espacial».
Es precisamente la agencia espacial de los EEUU la que podría llegar a contratar los servicios de SpaceX para en un futuro cercano transportar a sus astronautas al espacio, más precisamente de regreso a la Luna, uno de los mayores anhelos de la actual administración Trump. Expertos aseguran que también podría ser usado para lanzar satélites espía del gobierno norteamericano.
El historial de SpaceX hasta el momento, el no que respecta al éxito de sus misiones, es sin lugar a dudas destacable. Hasta el momento la compañía ha lanzado 18 cohetes Falcon 9 en 2017, todos sin grandes contratiempos. Pero no todo ha ido como se esperaba para la prometedora firma de Musk. Un lanzamiento fallido en septiembre de 2016 hizo que se perdiera no solo un costoso cohete, sino también un satélite valuado en USD 200 millones.
Probablemente uno de los aspectos más destacables es que de un total de 18 lanzamientos exitosos, en 14 oportunidades los «boosters» o propulsores pudieron ser devueltos a la Tierra, aterrizando de forma segura, lo que permitió que sean reutilizados y de esta manera ahorrar a SpaceX cientos de millones de dólares en el proceso.
El diseño modular del SpaceX ha permitido reducir significativamente los costos de desarrollo de lo que básicamente es un un cohete Falcon 9 con dos propulsores adicionales agregados de cada lado, que le brindan una capacidad de empuje sin parangón que triplica la potencia disponible al momento de despegar.
«Fuimos bastante ingenuos en un primer momento» confesó Musk en una conferencia que ofreció en Washington el pasado julio. «Sonaba muy sencillo simplemente agregar los propulsores al cohete existente. ¿Qué tan difícil puede ser? Pero luego todo cambió. Las cargas cambiaron. La aerodinámica cambió. Triplicamos la vibración y la acústica»agregó.
Pero por más que resulte imposible de creer, Musk aseguró que su carrera por poner al cohete más poderoso y grande en el espacio no termina con el Falcon Heavy. Dentro de su estrategia de colonización espacial, planea crear un aparato todavía más monumental para poder transportar personas a Marte.
Sin lugar a dudas, todo el mundo estará pendiente al inminente lanzamiento del Falcon Heavy pero por sobre todas las cosas, millones querrán saber si el vehículo deportivo color cereza propiedad de Musk finalmente podrá alcanzar las estrellas en un viaje por demás inolvidable.