Rompiendo con la tradición histórica de la V República, el nuevo presidente de Francia, Emmanuel Macron, ha elegido un primer ministro que no pertenece a su familia política: Édouard Philippe, de 46 años. Tiene una larga trayectoria política a sus espaldas: alcalde conservador de Le Havre (Normandía), exportavoz oficial de Alain Juppé, alcalde de Burdeos y excandidato conservador a la jefatura del Estado.
Nombrando a Phillippe primer ministro, el presidente galo consuma una muy hábil maniobra política: confirma su apertura a otras familias políticas y roba un peón de primera importancia a Los Republicanos (LR, el partido conservador de Nicolas Sarkozy). Ahora, el primer ministro de Macron estará al frente de un gobierno en el que podrían cohabitar reformistas de izquierda y derecha, exsocialistas rosa pálido, centristas de variada procedencia y social reformistas más o menos tecnocráticos.
Durante la campaña de elecciones primarias del centro y la derecha, en el pasado mes de noviembre, Phillippe fue portavoz y colaborador íntimo de Alain Juppé, una de las grandes figuras del conservadurismo tradicional francés. Eliminado Juppé y elegido François Fillon candidato de LR, Phillippe hizo público su rechazo a la campaña del nuevo líder conservador. Además, varios de sus amigos íntimos también abandonaron el campo de LR para pasarse en grupo al partido de Macron, En Marcha.
Elegido presidente Emmanuel Macron, Phillippe era un peón muy codiciado. Nombrándolo primer ministro y jefe de su primer gobierno, Macron confirma su eclecticismo político, entre la nueva derecha cosmopolita, el «radical chic» reformista, el social reformismo y el «pasteleo» más tradicional con las muy variadas familias centristas. Sin olvidar su coqueteo íntimo con las familias más «rosa pálido» del gobierno de François Hollande, donde el actual presidente ejerció como ministro de finanzas.