Esta dieta permitió al niño más gordo del mundo volver a la escuela

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Un médico hace un chequeo al niño más gordo del mundo, Arya Permana, de 10 años de edad, en su casa de Karawang, Java Occidental, el 1 de julio de 2016.MahendraAFP

Arya Permana, un niño de 10 años que pesa alrededor de 192 kilos, ha podido volver a la escuela en el oeste de Java, Indonesia, después de someterse durante dos meses a un plan alimenticio para disminuir de peso, mejorar su salud y volver a caminar.

Por temor al grave riesgo de padecer enfermedades mortales y problemas respiratorios asociados a la obesidad, los padres de Arya recurrieron a médicos que le impusieron un estricto régimen para controlar su peso. Arya había dejado de ir a la escuela porque el sobrepeso no le permitía caminar, sentarse o jugar durante más de unos pocos minutos.

Según Nia Nantia, dietista de Permana, el programa de dieta diseñado para el niño consiste en el aumento de las fibras vegetales y reducción de los carbohidratos, centrándose la mayor atención en la actividad física. «Cuanto más camine y juegue, más calorías quemará», sostiene la dietista.

Arya Permana juega a un videojuego en su casa de Karawang, Java Occidental, el 1 de julio de 2016.
Arya Permana juega a un videojuego en su casa de Karawang, Java Occidental, el 1 de julio de 2016.MahendraAFP

Apenas transcurridos dos meses de tratamiento, el niño ya ha perdido cinco kilos y siente que su salud ha mejorado. Arya no solo puede sentarse, sino que también va caminando a la escuela y juega con sus compañeros de clase. «Estoy muy contento. No puedo expresar mi felicidad con palabras», explica el niño. «Me siento muy bien volviendo de nuevo a la escuela. Los maestros me tratan muy bien […] He hecho muchos amigos y son muy buenos conmigo. También juego con ellos. Es muy divertido», explica Arya.

Su mejora también es motivo de alegría para su madre, Rokayah Somantri. «Mi hijo estaba creciendo a un ritmo rápido y estábamos preocupados por su salud. Pero ahora estamos felices de que tiene la orientación de los médicos […]. No puedo esperar más para verlo feliz y saludable como los otros niños», confiesa.

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