El Congreso de Estados Unidos ha ratificado este viernes la reforma atascada desde hace cinco años que permitirá a las economías emergentes como China, Rusia, Brasil o México ganar peso en la estructura de gobierno del Fondo Monetario Internacional (FMI). Estados Unidos seguirá teniendo derecho de veto en las decisiones estratégicas de este organismo financiero multilateral, pero con el aumento de cuotas de poder de las nuevas economías, el FMI se empieza a adaptar al nuevo equilibrio mundial.
Las cuotas de poder en el FMI dependen de la aportación que cada país realiza. Estados Unidos, el mayor contribuyente al presupuesto del organismo internacional, seguirá conservado su liderazgo de una manera indiscutible incluso tras dejar paso a las economías emergentes. La cuota que le corresponde con el nuevo reparto es del 16,5%, solo dos décimas menos de lo que tenía antes del ajuste. El segundo país por peso es Japón. Mientras, China avanza del sexto al tercer lugar, al aumentar su cuota del 3,8% al 6%.
Para que la reforma sea efectiva, Estados Unidos debe comunicarlo oficialmente al FMI, un trámite que puede llevar cerca de dos meses. En base nuevo régimen, los recursos a disposición del FMI se doblan y se elevarán a 659.670 millones de dólares. Y mientras que Francia, Alemania, Italia y Reino Unido se ven relegadas por el nuevo reparto, España logra ganar peso en la institución que nació de los acuerdos de Bretton Woods. Brasil, que sube cuatro puestos, China, India y Rusia estarán entre los diez mayores miembros del FMI.
La luz verde que dio Estados Unidos para la nueva distribución de cuotas entre los socios del FMI se incluyó en el paquete presupuestario adoptado este viernes por la Cámara de Representante y el Senado. Pero la reforma de los poderes en el Fondo data de noviembre de 2010, cuando la institución estaba dirigida por el exministro francés Dominique Strauss-Kahn. Desde entonces, estaba atascada ante las reticencias de los políticos estadounidenses a ceder poder a las nuevas economías mundiales.
Las nuevas cuotas serán el cambio estructural más importante que va a vivir el organismo desde que fue fundado hace siete décadas, ya que permitirá reflejar los cambios que ha experimentado la economía global. Los mercados emergentes y los países en vías de desarrollo fueron precisamente los que durante la última crisis tiraron del crecimiento económico global, cuando las potencias avanzadas entraban en una recesión profunda.
El presidente estadounidense Barack Obama apoyó desde el primer momento la reforma del FMI en su estrategia por mantener una relación amistosa con China. Pero esa visión no fue compartida por el ala republicana del Congreso de EE UU. El posterior rescate de Grecia y de otros países europeos enrocó aún más a los legisladores, reacios no solo a la cesión de poder, sino a que el dinero del contribuyente se pusiera a riesgo asistiendo a otros países incumplidores.
Christine Lagarde denunció que el inmovilismo del Congreso de EE UU estaba poniendo en peligro la capacidad del FMI para actuar como prestamista de emergencia y a ayudar a los países en dificultad a adoptar las reformas estructurales necesarias. La modernización del Fondo, dijo, iba en el interés de la mayor potencia del planeta. Pekín, por su parte, empezó a buscar alternativas mientras el Tesoro de EE UU alertaba de que este impasse ponía en riesgo su liderazgo.
“El aprobado supone un paso crucial adelante que reforzará el papel del FMI de apoyar la estabilidad financiera internacional”, valoró Lagarde en un comunicado tras la ratificación del Congreso. También señaló que la reforma del organismo permitirá reforzar sus recursos y le permitirá responder a futuras crisis de una manera más efectiva. “Un FMI mejor representado y moderno estará mejor equipado para responder a las necesidades de sus 188 miembros”, concluyó.
Aunque el desbloqueo a la reforma elimina una de las principales frustraciones de Lagarde, para que la autorización pudiera salir adelante los legisladores reclaman que se les informe con una semana de antelación sobre cualquier voto del FMI que contemple un «acceso excepcional» a sus recursos. De esta manera quiere tener cierto control en la manera en la que se distribuya el dinero tanto en el rescate de los países en dificultad como en las grandes inversiones.
El FMI logra, en cualquier caso, preserva su legitimidad mientras que EE UU seguirá conservado en todo momento su capacidad para vetar acciones estratégicas del FMI. Para que cualquier decisión de su consejo de gobierno salga adelante debe contar con el apoyo del 85% de los socios. El plan de reforma contempla que los países emergentes tengan dos puestos más entre los 24 del consejo ejecutivo, que en este caso se toman de las economías avanzadas europeas.
El aprobado del Congreso, por tanto, da un espaldarazo vital para que el FMI pueda modernizarse y sigue al gesto reciente de integrar el yuan en la cesta de divisas de referencia que usa el Fondo. Pero los analistas temen que este paso para equilibrar su estructura se esté dando demasiado tarde y sea insuficiente a la hora de dar voz a las economías emergentes. Eso pasaría por reducir aún más el papel que los países europeos y del golfo Pérsico tienen en la institución por el tamaño de sus economías para ceder aún más poder a China.