Freud y los faraones: ¿por qué estaba obsesionado con la civilización egipcia?

A lo largo de su vida, el psicoanalista austríaco llegó a coleccionar más de 600 estatuillas egipcias. El Museo Freud, en Londres, donde vivió tras huir del nazismo, presenta hasta el 13 de octubre una exhibición que ahonda en esta relación y en la gran influencia que la cultura de Egipto tuvo en su pensamiento

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Cuando Sigmund Freud tuvo que abandonar su casa de Viena para huir del nazismo, en 1938, sólo se llevó a Londres un baúl, su famoso diván, algunos libros de su biblioteca y todas las estatuillas egipcias y griegas que presidían el escritorio de su consultorio de la calle Berggstrasse 19. Coleccionista voraz de antigüedades, el padre del psicoanálisis se había inspirado en muchas de las historias de Egipto para desarrollar sus teorías sobre el Edipo y el significado de los sueños. Ahora no iba a abandonar sus tesoros a manos de la Gestapo, que ya había hecho quemar los libros de su autoría tras la anexión de Austria por Alemania.

El emblema de Toth, un babuino en mármol que representaba al dios egipcio de la sabiduría y la escritura, se adaptó sin problemas al nuevo consultorio en Maresfield Gardens 20, la calle de Hampstead donde Sigmund terminó viviendo junto a su hija Anna y su esposa Martha. El dios de la inteligencia estaba bien acompañado por unas 600 estatuillas egipcias, bajo la atenta mirada del cuadro de Ingres con la esfinge con que se había topado Edipo a su regreso a Tebas.

Arriba el estudio de Freud en Austria, abajo, la reproducción en su Museo
Arriba el estudio de Freud en Austria, abajo, la reproducción en su Museo

A diferencia de lo que se cree, la esfinge que inspiró a Freud no era la famosa que preside las pirámides de Egipto sino la que planteaba a los caminantes de Grecia un enigma: «¿Cuál es la criatura que en la mañana camina en cuatro patas, al mediodía en dos y en la noche en tres?»

Edipo supo la respuesta que le abrió las puertas de Tebas –el hombre- pero tuvo que enfrentar ciegamente su trágico destino, al enterarse mediante el oráculo de Delfos de que, sin ser consciente de ello, se había desposado con su madre tras matar a su padre. El inconsciente y las pulsiones reprimidas quedarían ligados para siempre al mito de Edipo y a la estatuilla de la esfinge que decoraba el consultorio de Freud.

Toth de Freud
Toth de Freud

Por su parte, la pintura con la esfinge alada y Edipo, que siempre había pendido en su consultorio vienés, no sólo se inspiraba en el mito griego contado por Sófocles. También hundía sus raíces en una de las cosmogonías egipcias, la que se basaba en la creación de una flor azul a partir de las aguas primordiales. Este loto daba origen al dios solar Ra y contenía en su interior un niño que crearía a la humanidad.

En su estudio sobre Leonardo Da Vinci, Freud alude también a la diosa egipcia Mut (un buitre que representa a la madre y, además, a la letra «a» y «aleph») para explicar la fijación con la madre, la sexualidad y la creatividad del artista del Renacimiento.

La Biblia de la familia Freud
La Biblia de la familia Freud

¿De dónde surgía esta pasión avasallante de Freud por Egipto? Algunos señalan la influencia de la Biblia que su familia compró cuando él tenía 7 años, en la que el texto estaba escrito tanto en hebreo como en alemán e ilustrada con imágenes del panteón de dioses egipcios. De hecho, Freud analiza uno de sus propios sueños, en el que ve a su madre transportada por tres águilas, que en Egipto representaban al dios Horus.

En todas esas fuentes bebía Freud, según muestra por estos días la exhibición que se realiza en su casa de Londres, convertida en museo al igual que su antiguo hogar de Viena, parada obligada de quienes visitan la capital austríaca.

Edipo y la esfinge
Edipo y la esfinge

Las estatuillas que Freud había empezado a coleccionar en su juventud, cuando era apenas un neurólogo que se animaba a escuchar a las mujeres histéricas que lo consultaban, provenían de un vendedor –posiblemente Robert Lustig– que las rescataba del mercado negro de antigüedades. Después de todo, el siglo XIX vio nacer el furor por las excavaciones de la tierra de los faraones y el contrabando estaba a la orden del día.

Tras el desciframiento de los jeroglíficos por parte de Jean-François Champollion, en 1822, la egiptomanía se hizo carne en todos los salones europeos. A partir del descubrimiento de la tumba intacta de Tutankamon, en 1922, el entusiasmo por Egipto se extendió por el mundo. Freud no sólo siguió aumentando su colección egipcia durante toda su vida –que incluía una estatua de la diosa Isis dando de mamar a su hijo Horus; una representación de un faraón; una estatuilla del pájaro Ba (que representaba una parte de la psiquis egipcia); y una máscara funeraria de oro- sino que también aplicó la idea del desciframiento de los jeroglíficos al análisis de los sueños.

El pájaro ba
El pájaro ba

La exposición en el Museo de Freud de Londres, que se extenderá hasta el próximo 13 de octubre, permite rastrear la pasión de Freud por Egipto y comprender por qué confesó una vez que, al final de sus días, leía más sobre arqueología que sobre medicina. También explica la razón por la cual Freud admitió que su pasión por el coleccionismo sólo era superada por su adicción a los cigarros.

De hecho, su último libro (Moisés y la religión monoteísta) es un intento de Freud por explicar los orígenes de la religión a través del pasaje de los tradicionales dioses politeístas a la creencia en un dios único: el Sol o Atón, única divinidad celebrada durante el reinado del faraón Akhenatón en la ciudad de Amarna.

Algunas de las 600 figuras egipcias que pertenecieron al padre del psicoanálisis
Algunas de las 600 figuras egipcias que pertenecieron al padre del psicoanálisis

Freud hipotetiza que Moisés no era judío sino un noble egipcio que se ocupó de transmitir el monoteísmo de Akhenatón al pueblo hebreo. Según Freud, Moisés fue finalmente asesinado por sus seguidores judíos, y este parricidio generó un sentimiento de culpa inconsciente que es la base de la religión judía, basada en la ley mosaica. Si bien muchos especialistas en religiones antiguas critican esta hipótesis, lo cierto es que la fiesta de Pesaj todavía representa para los judíos la liberación de la servidumbre en Egipto y el éxodo hacia la tierra prometida.

Tras visitar el Museo Freud, queda claro que, para el padre del psicoanálisis, los egipcios fueron una inspiración desde los inicios de su carrera (La interpretación de los sueños, 1900) hasta el final (Moisés y la religión monoteísta, 1939). La exhibición londinense de la colección egipcia de Freud, acompañada por piezas recolectadas por Flinders Petrie -quizás el mayor egiptólogo de la historia- es una oportunidad imperdible para descubrir por qué Freud definía al psicoanálisis como una arqueología de la mente y coleccionaba estatuillas egipcias con la obsesión de un arqueólogo.

*Between Oedipus and the Sphinx: Freud and Egypt es el título de la exhibición del Museo Freud, en Londres, que se extiende hasta el 13 de octubre. 
*Arqueología en Amarna (la ciudad del faraón Akhenatón) es la videoconferencia que dictará el famoso egiptólogo Barry Kemp el 24 de agosto en el Museo de Bellas Artes de Buenos Aires.

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