El henequén o sisal, una planta anodina similar a un cactus, es un cultivo con valor de 75 millones de dólares que se siembra en tres continentes y es cosechado por sus hojas, las cuales producen fibras que pueden ser empleadas para hacer plásticos, textiles y papel.
La planta, originaria de la Península de Yucatán, en México, está pasando por un renacimiento en Tanzania, el segundo productor más grande del cultivo detrás de Brasil.
El henequén o sisal (llamado de la última forma porque se exportaba desde el puerto yucateco de Sisal) fue introducido en Tanzania en 1893 por el Dr. Richard Hindorf, un agrónomo alemán que transportó 1.000 plantas desde México. Solo 62 lograron sobrevivir, pero esas plantas formaron la base de toda la industria del continente, según Yunus Mssika, el director general de la Junta del Sisal de Tanzania.
«Durante la década de 1960, el henequén fue el elemento principal de la economía de Tanzania, y contribuyó con casi el 65% del intercambio extranjero del país», afirma.
Sin embargo, el desarrollo de fibras sintéticas baratas en las décadas de 1980 y 1990, provocó que el mercado del henequén tocara fondo, haciendo que muchos agricultores comerciales tuvieran que luchar por lograr sobrevivir. No obstante, algunos emprendedores consideraban que la posición del mercado se recuperaría. Mohammed Dewji, director ejecutivo de MeTL Group, era uno de ellos.
‘Oro blanco’
«El sisal solía ser el oro blanco de Tanzania, ya que en los años 60 y 70 nuestro país produjo más de 20.000 toneladas, lo cual proveía una gran cantidad de empleos», dice. «Luego, por supuesto, llegaron los sintéticos, y los precios del sisal empezaron a caer enormemente, así que a finales de los años 90 compré muchas granjas en bancarrota. Y dije: ‘Mira, el precio no puede bajar más’, así que adopté una visión a largo plazo».
Fue una buena apuesta. Hoy, MeTL Group produce más de un tercio de la producción total de henequén del país —alrededor de 10.000 toneladas al año— y obtiene una robusta ganancia, ya que los precios ahora están alrededor de 2.000 dólares por tonelada. La demanda mundial de sisal ha aumentado nuevamente.
El cultivo está bien adaptado a ambientes cálidos y secos, y puede ser cultivado en tierras que de otra manera serían inútiles para la agricultura. Originalmente cosechado para hacer cordeles y sogas, sus usos se han expandido, y las duras fibras están siendo integradas en textiles, utilizadas en materiales de construcción y están remplazando la fibra de vidrio en la industria automotriz.
Al subir el valor del henequén, también sube su potencial para la economía de Tanzania.
«Es sorprendente porque provees mucho empleo, considero que más o menos nuestras granjas de sisal proveen miles de empleos, proporcionamos viviendas, proveemos beneficios de salud, brindamos educación y apoyo; así que es sorprendente, es un buen negocio», dice Dewji.
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