Al malherido, lo pusieron en el asiento trasero de la patrulla, para llevarlo al Hospital Roosevelt, muy cerca del sitio del ataque, ocurrido a las 10:45 p. m. (hora del Este en Estados Unidos; 9:45 p. m., en Costa Rica, del 8 de diciembre de 1980), en las afueras del lujoso edificio de apartamentos Dakota en el West Side, de Nueva York.
Llegó sin signos vitales al hospital. Al principio, los doctores no saben de quién se trata. Como parte de la rutina, buscan una identificación y esta dice: “John Lennon”. Una de las enfermeras dice que no se le parece. “No puede ser”, agregó de seguido, con ese desconcierto que solo se siente cuando se sabe que está pasando lo imposible.
Los doctores, encabezados por Stephan Lynn, luchan durante 20 minutos para resucitarlo.
“Tratamos de encontrar un lugar en el que pudiésemos detener la hemorragia. Literalmente, tuve el corazón de John Lennon en mis manos; pero sus vasos sanguíneos estaban destruidos… No había nada que pudiéramos hacer”, recuerda Lynn.