La selva amazónica de Brasil experimentó en 2024 su mayor número de incendios en 17 años, según mostraron datos gubernamentales publicados el miércoles, después de que el vasto bioma sufriera meses de una prolongada sequía.
Según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE), durante el año se detectaron 140.328 incendios mediante imágenes satelitales.
Esto fue un 42 por ciento más que los 98.634 incendios registrados en 2023, y la mayor cantidad desde 2007, cuando se registraron 186.463 incendios forestales.
Sin embargo, a pesar del elevado número de incendios, hay indicios de que la superficie total afectada por la deforestación podría ser la más baja en años.
A principios de noviembre, el INPE afirmó que la deforestación en la región en el período de 12 meses hasta agosto de 2024 había disminuido más del 30 por ciento, año tras año, y estaba en el nivel más bajo en nueve años.
El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ha hecho de la preservación de la Amazonia una prioridad para su gobierno, que en noviembre de este año será anfitrión de la conferencia climática COP30 de la ONU en la ciudad amazónica de Belém.
El Servicio de Monitoreo Atmosférico Copernicus de la UE, el organismo que monitorea el clima de Europa, dijo el mes pasado que una sequía severa había avivado incendios forestales en América del Sur en 2024.
El año pasado, espesas columnas de humo cubrieron algunas ciudades importantes, entre ellas Brasilia, Río de Janeiro y Sao Paulo, provocando una contaminación asfixiante que persistió durante varias semanas.
La sequía ha azotado la región amazónica desde mediados de 2023, impulsada por el cambio climático provocado por el hombre y el fenómeno de calentamiento de El Niño.
Esto ayudó a crear las condiciones para los incendios masivos, pero los expertos dicen que la mayoría de los incendios fueron provocados deliberadamente por los agricultores para despejar la tierra para la agricultura.
Los científicos advierten que la deforestación continua pondrá a la Amazonia en camino a un punto en el que emitirá más carbono del que absorbe, acelerando el cambio climático.
<b>Los cambios climáticos reducen a la mitad los nacimientos de tortugas en la Amazonia</b>
Fotografía cedida por el Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables (Ibama) de una tortuga charapa (Podocnemis expansa), en Valle del Guaporé (Brasil) (EFE/ IBAMA)
El número de tortugas charapa nacidas en el Valle del Guaporé, en la frontera entre Brasil y Bolivia y principal área de desove de este quelonio amazónico, cayó desde 1,4 millones en 2023 hasta 700.000 en 2024 como consecuencia de los cambios climáticos, dijeron fuentes oficiales
“Registramos una caída del 50% en el número de nacimientos debido a que los cambios climáticos afectaron el ciclo de reproducción de esta especie”, afirmó a EFE el superintendente del Instituto Brasileño de Medio Ambiente (Ibama) en el estado amazónico de Rondonia, César Luiz Guimarães.
El especialista explicó que, además de una sequía histórica este año que redujo a mínimos los niveles de los ríos de la Amazonia, la región fue afectada con incendios forestales récord que cubrieron el cielo de humo y, ya en diciembre, con lluvias extremas que provocaron inundaciones y ahogaron las crías en los nidos.
El número de nacimientos fue calculado la semana pasada cuando los miembros del Ibama realizaron una campaña para retirar las crías de los nidos enterrados en la arena y llevar las tortugas a lugares seguros antes de liberarlas en el río lejos de sus predadores.
Tan solo el domingo fue posible salvar 200.000 crías y ponerlas temporalmente en cercas protegidas, pero, como aún se esperan eclosiones en los próximos cinco días, la previsión del Ibama es que el número de nacimientos se limite a 700.000 este año.
Las charapa Podocnemis expansa, también conocidas como arrau o tortuga de la Amazonia en Brasil, son la mayor especie de tortuga de agua dulce de Sudamérica y una gran parte de sus hembras acostumbra acudir en agosto, septiembre y octubre a las playas altas del río Guaporé para desovar, lo que convierte a esta región en su mayor criadero.
Los nidos se ubican en un área con un rayo de 30 kilómetros en siete playas del Guaporé, cinco en el lado brasileño y dos en el boliviano.
“De las cinco playas que siempre visitamos para buscar los nidos, este año tan solo registramos eclosiones en una. En las otras cuatro no hubo nacimientos”, dijo el superintendente del Ibama.