La capital es un “campo de guerra”, y las armas son los vehículos

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Nadie cede un centímetro. Cada quien avanza de acuerdo a su necesidad y su prioridad, sin orden ni reglas. Nada es imposible, desde recorridos en vía contraria, estacionarse debajo de un semáforo con la luz verde o rebasar por la derecha, en las calles de la capital dominicana se ve de todo, tal y como si no existiera ley alguna, como sin la anarquía hubiese tomado el control, como “un campo de guerra vehicular”.

Conducir en la ciudad resulta estresante debido a las impudencias que cometen algunos conductores así como los tapones, que ya no tienen hora.

Erick Méndez.

Diez conductores, entrevistados por listíndiario.com en diferentes intersecciones con la avenida 27 de Febrero, coincidieron en que si cada quien respetara las leyes de transito los tapones serían menos y diera gusto conducir en las avenidas de la capital.

Y, si usted se detiene a observar el tránsito en Santo Domingo, podría llegar a la  misma conclusión de que, si los conductores fueran más respetuosos con las leyes y el derecho de otros que van al volante, no sería “una cruz”, un desafío, desplazarse a algún destino.

Roberto González.

“El problema más grande lo he tenido con los taxistas. Sin poner direccionales se cambian de carril, a veces no me doy ni cuenta de dónde es que salen. No les importa el derecho ajeno”, sostuvo Freddy García mientras esperaba el cambio de semáforo en la 27 de Febrero con Máximo Gómez.

La misma queja fue realizada por el joven Erick Méndez, quien dijo que para él es un dolor de cabeza conducir en esta ciudad por los cambios de carril que realizan otros conductores sin pensar en quién viene detrás y quién está delante.

“Cuando vas a doblar en “U”, sin darte cuenta, aparece alguien delante de ti. No sabes de dónde salió pero ahí está. Se cambia de carril y no hay quién regule este tipo de actitud”, señaló Roberto González.

Para Jesús Santana, conductor de carro público, lo más común que ha visto es cómo los conductores de vehículos privados cruzan el semáforo en rojo y ocupan el espacio por donde deben cruzar los carros a los que se les ha cedido el paso, situación que provoca un caos y retrasa a quienes tienen la oportunidad de adelantar el paso.

“¡Ay Dios mío! Ni me preguntes por el tránsito, es lo más estresante que hay. No se puede andar en la calle, no hay respeto a los demás”, dijo en tono de lamento el conductor Alfredo Ignacio al ser entrevistado.

Mientras que Wáscar Matos, quien también es conductor de carro público, manifestó que es imposible contar las imprudencias que se cometen de tantas que se ven a diario. “Hasta uno mismo comete sus imprudencias cuando conduce”, dijo el chofer de la ruta Núñez de Cáceres.

Elizabeth Fortunato, quien con notorio temor bajó el cristal de su vehículo para charlar con este diario, aseguró que justo antes de que la abordáramos  un conductor de vehículo privado le rebasó sin haber espacio suficiente para que este lo hiciera. Añadió que  ya no se siente estresada por conducir porque no “le da mente”.

“Aquí los choferes no respetan las señales de tránsito, la gente anda de un carril a otro como si estuvieran solos en las calles y no se les puede decir nada para evitar problemas”, significó Bernardo Beltré.

Las historias de quienes andan en las calles son similares. Todos se quejan del irrespeto que hay por parte de algunos que van al volante sin preocupación y poniendo en peligro sus vidas  y la de los demás.

 

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