Arabia Saudita es uno de los dos estados en el mundo en el que todavía no existe sufragio universal: el otro es Ciudad del Vaticano, donde la única elección que hay es la del Papa, y en ella sólo votan los cardenales.
Pero en la tercera ronda de los comicios municipales que tendrán lugar en el conservador reino este sábado 12 de diciembre, las mujeres podrán votar por primera vez.
Y también podrán ser candidatas.
«Estamos haciendo historia», dice Haifa al Hababi, al tiempo que muestra orgullosa una fotografía del periódico local, tomada el día en que se convirtió en la primera mujer que se postuló a un cargo de elección popular.
El recuerdo del momento le hace sonreír y enjuga una lágrima.
«Arabia Saudita es un país pequeño y nuevo; sólo tiene 85 años», responde cuando apunto que las mujeres obtuvieron el derecho a voto hace mucho tiempo en la mayoría de países.
«Somos la generación que traerá el cambio», promete.
Aunque las mujeres representan sólo alrededor del 20% de un total de medio millón de electores registrados en un país de casi 30 millones de personas.
«Es un primer paso», dice sin embargo Sheikha al Sudairy, jefa de proyectos en el centro al Nahda. «No podemos decir que porque no es perfecto no tiene sentido», insiste.
En al Nahda, donde las mujeres son responsables de todo, desde la junta directiva hasta la limpieza, trabajan para educar a mujeres y hombres sobre los principios y la práctica del voto en un país con apenas experiencia en ninguna de las dos áreas.
Bajo la monarquía absoluta de Arabia Saudita, todos los grandes cambios, incluidos estos nuevos derechos para las mujeres, sólo son posibles por medio de un decreto real.
«Estamos hablando de concejos locales y lo que significa poder hacer algo con la basura, el agua y los residuos, así que estamos intentando convencer a la gente de que ejercer su responsabilidad civil marcará la diferencia», explica al Suidary.
Su video sobre las elecciones es un dibujo animado colorido e inteligente en el que se ve a una familia que maneja en una ciudad saudita mientras se queja de los desbordados contenedores de basura y los atascos para luego celebrar la belleza del cambio.
«La respuesta de los que vienen para recibir formación ha sido motivo de alegría», dice Rasha al Turki, la directora ejecutiva de al Nahda.
«Al principio son algo cínicos pero al final están tan llenos de energía que si se les conectara un dispositivo eléctrico, funcionaría», agrega.
Esta electricidad todavía no se ha esfumado en una nueva generación de mujeres hábiles con la informática en Arabia Saudita, donde un generoso programa de becas introducido por el anterior monarca Abdulá se traduce en que hay más mujeres que hombres en la universidad.
«Les cuento a mis estudiantes que el voto es un lujo que nosotras no podíamos tener», explica Haifa al Hababi, quien da clases de arquitectura y diseño urbanístico en la sección femenina de la universidad del Príncipe Sultán en Riad, la capital saudita.
«Para nuestra generación era un sueño y a ellas no les importa. ¿Se lo puede creer?».
Miedo a la decepción
En Riad, la ciudad capitalina que es considerada más tradicional que otros principales centros como Jedá, conozco a muchas jóvenes que se muestran cautas respecto al cambio.
«Creo que es un gran paso pero prefiero esperar y ver los resultados», dice Sultana Ahmed, de 27 años, quien trabaja como consultora en dirección de empresas.
Cuando le pregunto qué es lo que la contiene, responde: «Quizá el miedo a la decepción. Quiero ver si las mujeres pueden realmente cumplir».
A su lado, Adhwa Shaker, de 29 años, asiente.
«Vivimos en una sociedad con mentalidad conservadora y estamos intentando encontrar el término medio entre la generación de nuestros abuelos y la nuestra, y avanzar juntos».
Pero hay más voces jóvenes e impacientes en una sociedad privilegiada en la que el único compromiso real sobre determinados asuntos se refleja a través de las redes sociales.
Arabia Saudita tiene el uso per cápita de Twitter y YouTube más alto del mundo.
«Es sólo un truco»
«La gente tiene miedo del cambio», opina la escritora y activista de derechos humanos Bareea al Zubeedy.
«Creen que con cada cambio, algo malo va a pasar».
Bareea era parte del movimiento «Mujeres al volante», una de las pocas expresiones públicas de protesta femenina en un reino conservador.
Arabia Saudita es el único país en el mundo donde a las mujeres se les prohíbe manejar.
Dos mujeres que desafiaron la prohibición fueron puestas en libertad este año después de pasar 70 días en la cárcel.
Y Bareea desestima la idea del derecho al voto para las mujeres.
«Están intentando hacernos pensar en asuntos pequeños como si fueran grandes», dice. «Es sólo un truco».
El voto de las mujeres y su postulación en las elecciones les dará más visibilidad pública, pero la campaña se enfrenta a estrictas reglas que segregan a hombres y mujeres en lugares públicos.
Aquí, un sistema de tutela que obliga a las mujeres a pedir el consentimiento de los hombre para todo, desde el trabajo hasta la educación pasando por los viajes complica aún más las cosas.
«Dénnos tiempo»
Sin embargo, se ven también otros ejemplos de cambios lentos y, para estándares sauditas, significativos en la posición de las mujeres, generalmenteimpulsados por decretos reales y necesidades económicas.
Si se visitan los omnipresentes centros comerciales en los que se venden marcas de lujo se ve a mujeres –cubiertas con unas túnicas negras, llamadas abayas, y pañuelos en la cabeza– trabajando en las tiendas, incluidos los supermercados.
Las mujeres incluso controlan mostradores de seguridad en la puerta principal.
El cambio sólo tienen unos años y un nuevo decreto obliga a emplear a mujeres a todas las tiendas con clientes femeninos.
«Dennos tiempo», pide Hana Bahannan, una estudiante universitaria de 22 años.
Y su amiga Ohoud al Arifi, también de 22 años, exuda orgullo y optimismo,
«Cuando sea lo suficientemente mayor para presentarme, me postularé para las elecciones locales», afirma.
«Y algún día seré ministra».
¿Podrán los conservadores clérigos del reinado, que se han opuesto con fiereza incluso a estos pequeños cambios, detenerla?
Sacude la cabeza con una determinación que es tan grande como la duda de aquellos que no creen que eso vaya a suceder.
bbc