Con una de las más ostentosas decoraciones de la temporada navideña en el mundo, Nueva York se prepara para recibir a más de cinco millones de turistas que, de acuerdo con las autoridades, visitarán la ciudad.
La temporada navideña tiene su arranque simbólico durante los primeros días de diciembre, cuando por primera vez en el año se encienden los 12 kilómetros de cables de luces del árbol de Navidad del Centro Rockefeller, un pino noruego de casi 24 metros de altura.
Como es costumbre, la iluminación inaugural del árbol de la ciudad fue precedida por un espectáculo en que, en esta ocasión, participaron el tenor italiano Andrea Bocelli, el músico británico Sting y los estadunidenses Mary J. Blige y James Taylor.
Las miles de personas que se dieron cita en la ceremonia desafiaron no sólo las bajas temperaturas sino un redoblado despliegue de seguridad, luego de la serie de tiroteos masivos que durante diciembre han sacudido a Estados Unidos.
Para muchos neoyorquinos, la temporada representa un respiro de la psicosis causada por la posibilidad de que Nueva York sea víctima de ataques terroristas como los ocurridos el 13 de noviembre en París o más recientemente en San Bernardino, California.
A las celebraciones públicas de la temporada se suman no sólo el árbol del Centro Rockefeller, que es una tradición que inició en 1931, sino la pista de patinaje en hielo y las figuras decorativas alusivas a la Navidad ubicadas en esa plaza.
Asimismo, en la Quinta avenida de Nueva York, considerada como el corazón del glamour y el consumismo de la ciudad, los comercios se disputan con sus decoraciones la atención y los presupuestos de los visitantes de la temporada.
Las autoridades estiman que los 5.2 millones de turistas que visitarán la ciudad en la temporada navideña, y que representan casi la tercera parte del turismo de todo el año, gastarán un total de tres mil 700 millones de dólares desde la última semana de noviembre hasta el 31 de diciembre.
Uno de los comercios que más recursos invierten en sus decoraciones de la temporada es la cadena de tiendas Saks Fifth Avenue, que durante las noches despliega sobre la fachada de su tienda más representativa un vistoso espectáculo de luces a ritmo de música clásica.
Esa tienda, además, decora cada año sus vitrinas con temáticas derivadas de la temporada navideña.
Este año, la decoración fue titulada “El Palacio de la Nieve”, que constituye una serie de fantasías que toman tanto de los cuentos de Hans Christian Andersen como de la estética del punk.
Otros muchos comercios de la Quinta Avenida, como Bergdorf Goodman, también se disputan la atención de los paseantes con espléndidos despliegues creativos en sus vitrinas.
En general, las calles de las zonas comerciales de la ciudad se llenan durante la temporada con luces, grabaciones que repiten villancicos y árboles de Navidad, en una celebración que concluye con el festejo del año nuevo en la plaza de Times Square, que reúne a un millón de espectadores.
Bajo esa iluminación y opacadas por el espíritu de la Navidad, las amenazas del terrorismo y la violencia doméstica, así como la cantidad récord de personas indigentes y sin hogar que este año se han reportado en Nueva York, parecen pasar a un segundo plano.