Arranca un nuevo año y con él, la última etapa en la carrera por el Oscar. Los miembros de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood ya pueden votar por sus cintas favoritas y de ese modo determinar el grupo de nominadas que se anunciará el próximo 14 de enero en la meca del cine.
Continúo pues con mi conteo de las grandes películas del año, que no necesariamente es un pronóstico de las candidaturas al Oscar, pero que por tratarse de mis favoritas sí me gustaría verlas triunfar en la noche de premiación, el próximo domingo 28 de febrero.
#5 – Carol
El cine, como imagen en movimiento se presta para la creación de atmósferas y emociones que el director Todd Haynes suele comunicar de forma contenida. Los personajes de su película “Carol”, la número cinco de este “Top 10”, así lo evidencian.
Estamos en los años cincuenta, el umbral de la revolución sexual, décadas antes de lo que hoy se proyecta como un mundo igualitario.
“Carol” retrata entonces otros tiempos, cuando no todos podían expresarse libremente. En este caso, se trata de la doble vida de una mujer casada y una muchacha que un día cruzan miradas y caminos en su búsqueda mutua de identidad.
El ritmo y en específico su fotografía, su música, el diseño de producción y por supuesto, sus interpretaciones (Cate Blanchett y Rooney Mara) son de una elegancia y sobriedad extremas que muchos pueden calificar de inerte pero que reflejan eso, lo contenido de la situación. ¡Cuánto hemos avanzado!
#4 – El Club
Mencionaba películas de ‘temas urgentes’, necesarios por contar y la número cuatro de este listado carga con esa responsabilidad.
En un aislado y apacible rincón del mundo vive refugiado un grupo de hombres que parecen haber olvidado sus respectivos pecados. Pecados cometidos en nombre de Dios.
A su mundo de negación llega, para remecerlo y confrontarlo, un personaje que se convertirá en su conciencia.
Con “El Club”, el director chileno Pablo Larraín nos presenta una perturbadora historia de impunidad moral e imperdonable desfachatez. ¡Atención! En la mirada de su única protagonista femenina se resume todo ello.
#3 – Joy
Una de las quejas que escuché sobre la número tres es el hecho de que su director haya vuelto a trabajar una vez más con sus sospechosos habituales: Jennifer Lawrence, Bradley Cooper y Robert De Niro. Pero me pregunto: si estos actores, cuya magia consiste en desaparecer una y otra vez en personajes que los haga irreconocibles e irrepetibles, logran ese cometido, ¿por qué criticar el que su director quiera repetir con todos ellos?
“Joy” es una película en constante crescendo emocional, sometiendo a su heroína (Lawrence) a diversos altibajos que pondrán a prueba su resiliencia o capacidad de aguante. Eso la hace una de las más inspiradoras del año.
¡Sí! David O. Russell, su creador, también repite el estilo tragicómico de su obra, uno que parece estar refinando película tras película. Y volviendo a Lawrence y compañía, los veo impecables. Al venezolano Edgar Ramírez, nuevo en este universo de su director, se le permite hacer cosas que antes no le había visto hacer. Incluso Isabella Rossellini demuestra que ella también merece una membresía en este club de comicidad y tragedia.
#2 – Youth
“Youth” (juventud, en español) es el título de la número dos de este “Top 10” e irónicamente tiene como protagonistas a dos hombres de la tercera edad, quienes en un bucólico paraje de los Alpes suizos van reflexionando sobre sus legendarias carreras.
Los rodean excéntricos personajes que sirven de detonante para un profundo repaso de su vida. El realizador Paolo Sorrentino, quien ya estuvo en este conteo con su película “La Gran Belleza” (2013), conserva una mirada perspicaz sobre la naturaleza humana, sin olvidar que hay una cualidad divina en todos ellos y que los hace sublimes.
#1 – The Revenant
Y así llegamos a la número uno. Una película que en sus primeros minutos nos remite al trabajo del director Terrence Malick. La comparación no es odiosa ni descabellada. Al fin y al cabo mi favorita del año cuenta también con el director de fotografía utilizado por Malick en sus últimas películas, el mexicano Emmanuel Lubezki.
Sin embargo, en el caso de “The Revenant” o “El Renacido”, su director Alejandro González Iñárritu imprime rápidamente su sello acelerado de acción y lucha que con un sonido casi que palbable y un prudente, pero también contundente uso de la música, nos transporta al duro entorno y destino del personaje interpretado por Leonardo DiCaprio.
“El Renacido” no solo es entonces una maravilla visual, es también una cinta llena de simbolismos, de misticismo y de todo lo espiritual que un viaje de supervivencia como éste implica.
Su violencia, muy gráfica, puede resultar incómoda y hasta repulsiva para una gran parte del público. En varias ocasiones y en los momentos más brutales tuve que apartar la mirada. Aún así, hoy sigo recordando esos múltiples instantes de crudeza y maestría, no solo de su director sino también de sus actores, en especial DiCaprio y Tom Hardy.
Estas películas nos demuestran que en efecto todavía no lo hemos visto todo en la gran pantalla. Pantalla que se hace más indispensable que nunca para la proyección de obras como “El Renacido”.