El Papa: «Por qué pasan tantas desgracias?»

Francisco manifiesta en la Misa de Pascua su dolor por las guerras y tragedias

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La gran sorpresa de este Domingo de Pascua fue ayer la inesperada homilía del Papa, sin papeles y a corazón abierto, cuando lo previsto era que se limitase al tradicional mensaje antes de impartir la bendición «Urbi et Orbi». Pero el peso de tantas guerras, atentados, bombardeos, amenazas y tragedias agobia al Santo Padre como a la mayoría de las personas decentes.

Francisco recordó que cuando Cristo había ya resucitado, los discípulos seguían «en la confusión y con el corazón cerrado, encerrados en el Cenáculo por miedo a que les sucediese a ellos lo mismo que a Jesús».

En un clima de angustia mundial que recuerda al de aquel día, Francisco se preguntó en público: «Pero, si Cristo ha resucitado, ¿por qué suceden tantas desgracias, enfermedades, tráfico de personas, guerras, destrucciones, mutilaciones, venganzas, odio? ¿Dónde está el Señor?».

La respuesta no es fácil, y el Papa comentó que el día anterior había llamado por teléfono a un enfermo grave, «un muchacho culto, un ingeniero», al que invitó a ver su enfermedad al lado de Jesucristo en la Cruz.

La respuesta del joven ingeniero fue: «Sí, pero Dios había preguntado a su Hijo, y este dijo que sí. A mí nadie me ha preguntado nada…». Francisco reconoció que esa reflexión invita a pensar pues «a ninguno de nosotros nos preguntan: “¿Estás contento de lo que sucede en el mundo? ¿Estás dispuesto a llevar esta cruz?”».

Silencio sobrecogedor

Aun sabiendo que es difícil, el Papa aconsejó abordar el problema del dolor considerándose cada uno «una pequeña piedrecilla, un guijarro, al lado de la piedra que desecharon los constructores, Jesucristo».

Durante toda la homilía, el silencio en la plaza de San Pedro fue sobrecogedor hasta que, al terminar, los peregrinos prorrumpieron en un gran aplauso. Poco después, en la oración de los fieles, se incluía una plegaria entrañable por Benedicto XVI, que celebraba ayer su 90 cumpleaños: «Que Jesús, resucitado y vivo, le bendiga, le colme de su dulce presencia y lo custodie en su amistad».

«Innoble ataque»

Al mediodía, el Santo Padre se asomó al balcón principal de la basílica para dirigir un mensaje de Pascua centrado en las situaciones más conflictivas: las guerras, del terrorismo, de regímenes opresivos, de mutilaciones… No olvidó a Siria, tras el «innoble ataque» que sufrió en Alepo un convoy de desplazados.

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