El plan de Emiratos Árabes Unidos para convertirse en uno de los 5 países «más felices» del mundo

678
0
Compartir
EAU quiere pasar del puesto 28 a ser uno de los cinco primeros

¿Pueden los gobiernos instaurar la felicidad?

En Emiratos Árabes Unidos, EAU, piensan que sí. En febrero pasado nombraron a Ohood bint Khalfan Al Roumi ministro de Estado para la Felicidad, cuya responsabilidad es mantener al país y a la población contentos.

A esa decisión le ha seguido otra en julio, cuando designaron formalmente a 60 «directores de la felicidad y el optimismo».

El trabajo de estos funcionarios es viajar por el mundo para estudiar la felicidad y cómo difundirla.

¿Crees que funcione?

Un asunto de Estado

Emiratos Árabes Unidos se ubica en el puesto 28 del rankingde 156 países desarrollado por Naciones Unidas en su reporte de 2016 sobre la felicidad en el mundo, y que encabeza Dinamarca.

EAU se ha propuesto ubicarse entre los primeros cinco para el 2021.

Un taxi acuático en Dubái
La felicidad está ligada a una mayor productividad y eficiencia.

«Queremos crear una sociedad donde la felicidad de nuestra gente sea lo primordial, proveyéndoles un ambiente en el cual puedan prosperar», señaló el vicepresidente y primer ministro de EAU, Mohammed bin Rashid Al Maktoum.

Sin embargo, algunos no están tan convencidos de este enfoque y lo califican de «orwelliano». Dicen que en vez de nombrar un ministro de la felicidad, deberían concentrarse en mejorar el marco jurídico del país y en la defensa de los derechos humanos.

Aunque los EAU es un país tradicionalmente conservador, es uno de los más liberales en la región del Golfo, por lo que otras culturas y creencias son abiertamente toleradas.

No obstante, políticamente se administra bajo un régimen autoritario, controlado por un grupo de familias poderosas. ¿Lograrán el objetivo?

Indicadores de la felicidad

¿Cómo saber si la política de la felicidad está funcionando?

Meik Wiking, director general del Instituto para la Investigación de la Felicidad, localizado en Dinamarca, cree que los gobiernos deben jugar un papel fundamental en la felicidad del público.

«La prioridad debe ser mejorar la calidad de vida de las personas. Eso lo estamos viendo cada vez más en el mundo, particularmente en Asia, donde los países quieren transformar el crecimiento económico en bienestar».

Hombres que llevan una bandera de EAU en una plaza
Por ahora las medidas se han limitado a cambiar el nombre de un ministerio y promover un hashtag.

Wiking señala que Corea del Sur pasó de ser una de las naciones más pobres del mundo a una de las más ricas en tan solo una generación. Sin embargo, ese rápido crecimiento no se ha reflejado en lo social.

A pesar de su riqueza, se encuentran en el puesto 58 del ranking de Naciones Unidas debido a que el estrés académico y las expectativas familiares hacen que sus habitantes se encuentren insatisfechos con sus vidas.

En el caso de EAU, no hay muchos detalles sobre las políticas que traerán la felicidad a la población.

Hasta ahora se sabe que cambiaron el nombre del departamento de servicios comunitarios por el de «Departamento General para la Felicidad de la Comunidad» y han incorporado el hashtag #TuseguridadNuestraFelicidad en su tuits.

Otros organismos oficiales han realizado encuestas para medir si sus audiencias se encuentran felices o simplemente satisfechas con sus servicios.

Cambiaron el nombre del departamento de servicios comunitarios por el de Departamento General para la Felicidad de la Comunidad»

Incluso han consultado a sus seguidores en Facebook e Instagram para ver si los posts les traen más alegría.

Pero, ¿se puede medir de una manera menos subjetiva?

«La felicidad es algo subjetivo, pero lo puedes medir», explica George Mackerron, profesor de Economía y Cambio Climático en la Universidad de Sussex, Inglaterra.

«La primera barrera es contar con un ejemplo representativo y luego identificar las causas que lo originaron. ¿Las personas son felices porque hicieron algo o están haciendo algo porque se encuentran felices?».

Una vez que pasas esta etapa en la medición es cuando viene el verdadero reto, que esconvertir en una política pública toda la data obtenida.

¿Es solo un show?

«Para ser honesta, creo que todo es un poco de show de relaciones públicas. Creo que el gobierno quiere hacer ver que las cosas están mejorando, pero no sé cuál es el verdadero impacto que están teniendo», dice Sonia Edwards, gerente de mercadeo y habitante de EAU desde hace más de una década.

La sonrisa de una mujer
La felicidad es subjetiva, pero puede medirse.

«Aquí hay muchos problemas relacionados con inseguridad en el trabajo, discriminación en las empresas, alquileres elevados, matrículas escolares costosas. Si el gobierno atacara esos problemas todos seríamos más felices. Sin embargo, la felicidad no depende de un gobierno, sino de los individuos y su mentalidad».

Frente a eso, Al Maktoum ha insistido en que el gobierno no pretende controlar las emociones de las personas.

«La función del gobierno es crear un ambiente en el cual las personas puedan alcanzar sus sueños y ambiciones, no establecer un contexto donde quiera controlarlos», comenta.

«El objetivo es darle poder a la gente, no acumular poder sobre ellos. En el corto plazo, tenemos que fortalecer un ambiente en el que las personas puedan construir y disfrutar su propia felicidad», agrega.

Por su parte, Justin Thomas, psicólogo y profesor en la Universidad Zayed, en Abu Dhabi, también cree que hay algo de show propagandístico, aunque afirma que «más allá de lo que se dice, el gobierno entiende que la felicidad es un concepto más profundo y que requiere más que el nombramiento de un ministro».

La función del gobierno es crear un ambiente en el cual las personas puedan alcanzar sus sueños y ambiciones, no establecer un contexto donde quiera controlarlos»

Mohammed bin Rashid Al Maktoum, EAU

«Saben que no basta con decirle a la gente ‘sean felices, y ya'».

Para la economista Carol Graham, autora del libro «La búsqueda de la felicidad: una economía del bienestar», es muy positivo que los gobiernos se estén enfocando en la calidad de vida de las personas, así como lo hacen con el crecimiento económico.

A pesar de ello, también es un poco escéptica sobre la iniciativa en EAU.

«No estoy a favor de ministerios y ministros para la felicidad. Creo que los países que los tienen -como EAU, Venezuela, Ecuador, que están muy lejos de ser democráticos- revelan claramente cuál es el problema», explica Graham.

Dubái
Dubái se parece a otras grandes ciudades, como Londres o Nueva York en su estilo de vida acelerado.

«Felicidad es un término confuso y no está bien definido. Puede resultar algo negativo cuando los gobiernos comienzan a utilizar la felicidad como un indicador del éxito de su gestión».

Thomas estima que hay beneficios financieros cuando se mejora la calidad de vida y se promueve la felicidad, debido a que condiciones como depresión o estrés generan ausentismo laboral y disminución de la producción, lo cual cuesta millones de dólares a los países.

«Gobiernos con pensamiento de avanzada están planteándose este tema. Claro, no hay soluciones rápidas, porque no estamos hablando de un problema de ingeniería, sino de seres humanos, pero el que la felicidad esté en la agenda oficial ya es ganancia».

¿Qué es la felicidad?

Solomon Mwangi, de 28 años de edad, no ha escuchado nada de la política de la felicidad en Dubái. Trabaja como portero en un elegante edificio ubicado en la marina.

Vendía celulares en Kenia hasta hace seis meses, cuando decidió mudarse a la capital de EAU.

En Nairobi, dejó a su esposa y su hijo de dos años para buscar una mejor fuente de ingresos. En EAU vive en un campamento en las afueras de Dubái, compartiendo un cuarto con otros cinco hombres.

No estoy a favor de ministerios para la felicidad. Creo que los países que los tienen -como EAU, Venezuela, Ecuador, que están muy lejos de ser democráticos- revelan el problema»

Carol Graham, autora

«El campamento es realmente malo. No hay privacidad y no podemos cocinar nuestra comida. Mi trabajo es de 6:00 am a 6:00 pm y es muy aburrido. Sin embargo, estoy conociendo más a los residentes, y son simpáticos», cuenta Solomon.

A pesar de su difícil situación, afirma que es feliz en Dubái.

«Vine a buscar un trabajo y una forma de mantener a mi familia, y eso me hace feliz».

No hay comentarios

Dejar una respuesta