Un satélite estadounidense estacionado a millones de kilómetros de la Tierra obtuvo imágenes únicas de un eclipse lunar.
La nave DSCOVR, lanzada en febrero pasado, tiene una cámara que constantemente está mirando la cara de la Tierra que da al sol.
Se utilizan para monitorear el clima y llevar un registro de las nubes y tormentas de arena.
Y el 27 de septiembre estaba en la posición adecuada para captar el momento en que la Luna se escondió en la sombra de nuestro planeta.
Desde la Tierra, a esa hora, miles de personas estaban observando al cuerpo lunar volverse rojo.
Las espectaculares imágenes del eclipse de superluna
Esto ocurre porque algunos rayos de sol todavía pueden alcanzar la superficie de la Luna después de haber sido filtrados a través de la atmósfera de la Tierra.
«Normalmente nuestra cámara está centrada en la Tierra, pero utilizamos la Luna para la calibración», explicó Jay Herman, el jefe de la investigación del DSCOVR de la NASA.
«Eso era lo que en esa ocasión estábamos haciendo. Estábamos mirando la Luna cuando la Tierra se puso delante cuatro horas antes de que el eclipse se viera en la Tierra», agrega.
«Y esto se debe a que estábamos en una posición angular, justo a un lado de la alineación del Sol y la Tierra».
«Mientras se mueve, la Tierra va rotando. Es genial porque puedes ver el movimiento de las nubes», continúa Herman, quien habló durante el encuentro de la American Geophysical Union en San Francisco, EE.UU, el encuentro anual más grande que hay de científicos de la Tierra.
Calor terrestre
Durante el eclipse lunar, la Luna adopta un color rojizo producto de los rayos de sol que atraviesan la atmósfera de la Tierra.
Uno de los objetivos del DSCOVR es seguir el comportamiento de las nubes.
Esto no solo es importante para monitorear los sistemas de clima, sino para entender el impacto de las nubes en el clima.
Algunas ayudan a enfriar el planeta reflejando luz solar de vuelta al espacio, mientras que otras pueden calentar la Tierra porque dejan el calor atrapado.
Una de las cosas que está por probarse es el instrumento NISTAR.
Este radiómetro mide la cantidad total de la energía solar que rebota hacia afuera de la Tierra, así como el calor que emite nuestro planeta.
Su investigador principal es Steven Lorentz del National Institute of Standards and Technology, de Estados Unidos, y explica cómo la cantidad de energía que rebota del planeta podría variar dependiendo de cuáles continentes u océanos están a la vista.
Cuando África y Antártica dan la cara al sol es cuando más refracción hay.
El experto explica que la Tierra es más refractiva cuando África domina la escena -las superficies de tierra son más brillantes que las del mar- junto con la Antártica durante el verano austral.
«Cuando la Tierra se inclina para un lado o para el otro, realmente hace una diferencia en el albedo planetario. Y subraya la importancia del hielo en el clima porque si los polos no estuvieran ahí, la cantidad de energía que entra en el sistema aumentaría».
Por su parte, el científico Adam Szabo, quien forma parte del proyecto DSCOVR aclaró que «el tipo de medidas que está tomando el satélite no es nada nuevo».
«Hemos estado haciendo estas mismas observaciones desde satélites que orbitan más bajo, pero el punto de observación (que tenemos ahora) es realmente único».
«Sentados entre el Sol y la Tierra, vemos todo el tiempo la cara al sol de la Tierra, permitiendo que la Tierra rote bajo nosotros en vez de que sea el satélite el que vaya alrededor de la Tierra».