Teleférico de Santo Domingo, atracción y medio de transporte a partes iguales.

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    Concebido como una solución de transporte colectivo que contribuirá a aliviar el tránsito en Santo Domingo, el teleférico es toda una atracción para los dominicanos, cuando aún falta alrededor de un mes para su inauguración, gracias a las visitas guiadas que permiten al público conocer este servicio.

    Desde hace varias semanas, los viernes por la tarde los ciudadanos tienen la oportunidad de montarse en una de las cabinas y recorrer, en unos cinco minutos, la distancia que separa las estaciones de Sabana Perdida y Charles de Gaulle.

    Julio Ramírez, del equipo de coordinación técnica del teleférico, recibe a público en general, a alumnos de colegios y a personal de diversas instituciones implicadas con la puesta en servicio y los acompaña en este particular periplo, además de darles explicaciones sobre el funcionamiento del nuevo sistema de transporte.

    Según explicó Ramírez en declaraciones a Efe durante una de esas visitas guiadas, «a nivel estructural está todo hecho», solo quedan elementos menores por resolver y un proceso de pruebas, así que mientras rematan esos detalles la Unidad para la Readecuación de la Barquita y Entornos (Urbe) se hace cargo del programa de educación, sensibilización y capacitación.

    «La idea es que la gente pueda montarse en el teleférico y vivir la experiencia» que, por lo general, hace las delicias del público, aunque a veces algunos «tienen un poco de ansiedad», pero en cuanto inician el recorrido «se sienten que van flotando. A la gente se le olvida que está colgada y que va en el teleférico».

    Efe ha podido comprobar que esa primera experiencia surcando los aires causa sensación entre la mayoría de los que se estrenan en el teleférico, como Domingo, que será un usuario habitual y ha disfrutando tanto de su primer viaje que habrá sacarlo «a palos» de ahí. «Esta es mi casa y ¿sabe la comodidad que hay aquí? Esto es seguro, superseguro.»

    José Patricio también disfruta del trayecto entre estaciones, se siente «tranquilo y seguro. Estamos en buenas manos», y recuerda que «los aviones no están agarrados de nada», así que en estas cabinas, que se mueven a unos 18 kilómetros por hora, no tiene motivo de preocupación.

    Otro usuario que se declara fan del nuevo sistema de transporte es Nicolás, que califica este breve viaje como «una experiencia inolvidable y poco conocida en el país. Es una excelente iniciativa. Es un transporte confortable, seguro y bien práctico que será de gran utilidad para quienes vivimos en estos barrios».

    Cuando se abren las puertas de las cabinas tras el paseo, todo son sonrisas, también para quienes ya conocen el teleférico y forman parte del proyecto. Es el caso de una supervisora de la obra.

    «Es tan suave…», dice a Efe, y relata que en su cabina viajaba una compañera que estaba algo asustada, aunque por lo general la gente le transmite que está «bastante conforme con el proyecto».

    «Muy buena experiencia, me montaría de nuevo», dice Jandra, que solo ha tenido que esperar unos minutos para hacer el trayecto de vuelta con tanta ilusión como en la ida.

    Aunque el sistema está concebido como una solución de transporte masivo urbano, habrá gente que quiera hacer turismo en Santo Domingo y podrá realizar el trayecto completo, de cinco kilómetros, y que pasa sobre el río Ozama dos veces, ofreciendo una panorámica singular.

    El teleférico, con capacidad para transportar a 3.000 viajeros por hora, beneficiará a unos 287.000 habitantes residentes en los sectores aledaños al sistema de transporte.

    El 83 % de esa población es dependiente del transporte público y, actualmente, tarda unos 90 minutos en desplazarse al centro de la ciudad por las vías existentes, mientras que con el teleférico se reducirá a unos 20 minutos de promedio, pudiendo usar un único boleto para usar este servicio y el metro.

    Los interesadas en hacer una de estas visitas aún se pueden inscribir y probar el Teleférico de Santo Domingo antes de que se inaugure y ya no se perciba como una atracción sino como un sistema cotidiano de transporte colectivo que mejora la calidad de vida de los usuarios. EFE

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