Ningún mercado alcista puede durar eternamente. La renta variable americana cerró 2015 en números rojos. El índice Dow Jones perdió un 2,23% y el S&P 500 se dejó un 0,73%. Sólo el mercado Nasdaq, para valores tecnológicos, acabó el año en positivo (5,7%). Con este balance se ponía fin a la mejor fase para la Bolsa estadounidense desde la II Guerra Mundial: seis ejercicios consecutivos de ganancias casi ininterrumpidas (no hubo en este periodo correcciones superiores al 20%). La pérdida de tracción de Wall Street en 2015 persiste en las primeras sesiones de 2016. Los analistas, aún sin alarmar sobre posibles desplomes, sí que apuntan varios factores que aconsejarían prudencia con este mercado.
“A lo largo de 2015 el dinero se ha encauzado en flujos salientes desde fondos estadounidenses y de mercados emergentes hacia Europa y Japón”, explica Stephanie Flanders, estratega jefe de JPMorgan AM. “Y es posible que dicha tendencia se prolongue durante la primera mitad de 2016 si la ansiada recuperación de los beneficios empresariales no termina de materializarse y los inversores continúan preocupándose por el impulso económico mundial y los ajustes en curso en los mercados emergentes”, añade esta experta en el informe de perspectivas de la gestora.
Ciclo maduro
La economía y los resultados empresariales en EE UU adelantan en unos tres años en el ciclo a la recuperación de Europa, según explican los analistas de Bankinter en su informe de previsiones. “La economía europea y los resultados de las compañías continentales han avanzado mucho más despacio. Por eso parece lógico que su potencial de revalorización sea mayor. Además, EE UU está inmerso en un proceso de subida de tipos de interés que, ceteris paribus [con el resto de valores constantes], las valoraciones de las compañías deberían revisarse a la baja”, según el banco español.
A mediados del pasado mes de diciembre, la Reserva Federal, el banco central de EE UU presidido por Janet Yellen, aprobó la primera subida de los tipos de interés en casi una década. La revisión fue mínima —0,25%— y la Fed recalcó en su mensaje que la normalización del precio del dinero se hará de forma “gradual”. Sin embargo, el giro dado a la política monetaria supone ampliar la divergencia respecto de la estrategia de otros grandes bancos centrales como el europeo o el japonés, todavía inmersos en la tarea de inyectar liquidez al sistema para apuntalar la recuperación. Que EE UU se haya adelantado con la subida de tipos tiene una lectura positiva —la economía americana tiene unos pilares más sólidos—, pero también tiene efectos colaterales negativos para la Bolsa local.
“Vemos un potencial muy limitado para la renta variable americana en 2016”, advierten desde Goldman Sachs en un reciente informe de estrategia. “Uno de los riesgos de invertir en la Bolsa americana es lo que nosotros denominamos Yellen Call. Es decir, la Reserva Federal empezará a reaccionar de una forma mucho más agresiva a las buenas noticias económicas que surjan en los próximos meses”, argumentan desde el banco de inversión estadounidense.
El encarecimiento del dinero en EE UU tiene diferentes consecuencias, y una de ella es la apreciación del dólar. En 2015 la divisa estadounidense se revalorizó de manera notable frente a la mayor parte de monedas del mundo. En el caso del euro, el tipo de cambio actual es de 1,08 dólares por euro, frente a los 1,21 dólares de hace un año. Este fortalecimiento del billete verde, sin embargo, empieza a pasar factura a las ventas de las compañías estadounidenses en el exterior. “Un dólar fuerte pude significar viento de cara para la renta variable estadounidense, donde las valoraciones de las acciones ya son bastante altas. Como consecuencia de este escenario, nuestras preferencias regionales se centran en Europa y Japón, a pesar de las constantes preocupaciones por el impacto de la desaceleración china”, escribe Henning Gebhardt, responsable global de renta variable de Deutsch Bank Wealth Management en el informe de previsiones para 2016.
Valoración exigente
La larga marcha alcista de Wall Street desde 2009 ha hecho que la valoración bursátil de muchas compañías estadounidenses haya corregido con creces el fuerte castigo sufrido tras el estallido de la crisis financiera. O dicho de otro modo, los precios de las acciones ha pasado de estar baratos a tener una tasación ajustada o cara, según los casos. El ratio bursátil más utilizado para determinar la valoración de una empresa es el PER —mide el número de veces que el beneficio por acción está reflejado en la cotización— y la tendencia refleja un encarecimiento de la renta variable americana. El PER del índice Dow Jones ha pasado de 12,7 veces en 2012 a un múltiplo actual de 15 veces; en el caso del S&P 500 la transición ha sido de 14,36 veces a 17,9 veces, según datos recopilados por Bloomberg.
La clave para justificar este incremento en las valoraciones son los resultados empresariales. Si las compañías estadounidenses logran, tras el retroceso sufrido en 2015, mejorar sus beneficios, el precio al que cotizan sus acciones estará justificado o incluso daría un potencial de revalorización adicional a sus acciones. En este sentido, los expertos de UBS son optimistas con EE UU: “Los repuntes de los activos de riesgo no suelen terminar sin motivo, y actualmente no parece que esté presente ninguno de los factores tradicionales de un mercado bajista”. Desde el banco suizo explican en un reciente estudio que los beneficios de las empresas estadounidenses disminuyeron “temporalmente” en 2015 debido a la fortaleza del dólar y el impacto que tuvo en las cuentas de las petroleras y empresas de gas la caída de los precios energéticos. “Es probable que estos problemas disminuyan en 2016. De hecho, prevemos una depreciación del dólar y una subida del petróleo durante el año. Además, el gasto en consumo sigue siendo sólido. Por ello, esperamos un crecimiento de los beneficios de entre el 6% y el 10%”, añaden en UBS.