¡27 de febrero de 1845! A un año de la Independencia

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Como nos recuerda don Vetilio Alfau Durán, entre las mujeres comprometidas en la causa de la independencia nacional María Trinidad Sánchez “es la más conocida por la actividad de su participación en el hecho heroico […] su asistencia al Baluarte del Conde” la noche del 27 de febrero de 1844.

No obstante ese reconocimiento, el aniversario de su fusilamiento pasa casi inadvertido a causa de que coincide precisamente con el día en que es celebrada la independencia nacional.

Aquel hecho infausto simboliza el derrotero que seguiría la nación dominicana recién proclamada en cuanto al predominio, en la dirección del Estado, de las clases y sectores más conservadores y reaccionarios a lo largo de la vida republicana, salvo breves períodos.

Aniversarios dolorosos como el del fusilamiento de María Trinidad Sánchez deben motivar la reflexión edificante, la que enfatiza los aprendizajes derivados de tales acontecimientos cuando los abordamos con mirada crítica.

El motivo
Hay que recordar que el gobierno bajo el cual funcionó aquel tribunal militar que ordenó el fusilamiento de María Trinidad Sánchez estaba encabezado por Pedro Santana, quien hoy comparte con su víctima el Panteón Nacional.
¿Cuál fue el crimen de María Trinidad Sánchez y sus compañeros de infortunio?

Ella habría sido parte de un supuesto conato de conspiración contra el Ministerio, instancia de Gobierno que formalmente refrendaba los actos del presidente.

El objetivo sería quitar el ministerio de en medio y concentrar todo el poder en Santana. Se ha dicho que la heroína se habría involucrado en tal aventura porque le hicieron creer ingenuamente que la concentración del poder en Santana podría favorecer el retorno de sus parientes forzados al exilio.

Al respecto, en el acta de la sentencia los acusadores advierten que la trama era “con el fin real y efectivo de derrocar el gobierno establecido y mudar su forma, para facilitar el regreso al país de los expulsos políticos Francisco Sánchez, Ramón Mella, Juan Jiménez y consortes” (Emilio Rodríguez Demorizi, Documentos para la historia dominicana, AGN, 1944, p. 56).

Aunque los objetivos de la conspiración nos llegan nebulosos e independientemente de interpretaciones con respecto a su alcance, esa fue la acusación que, con su desenlace fatal, está convincentemente documentada: “Administrando Justicia en nombre de la República Dominicana […]la Comisión Militar condena a los nombrados María Trinidad Sánchez, […] José del Carmen Figueroa […], Andrés Sánchez y Nicolás Barias, a la pena capital […].

Dada en audiencia pública […] en la capital de Santo Domingo, a los veinticinco días del mes de febrero de mil ochocientos cuarenta y cinco, año 1ro. de la Patria”. Fueron condenados a cuatro años de reclusión Feliciano Martínez y Blas Berroa, mientras Eugenio Contreras, ciudadano venezolano, fue desterrado. La sentencia se concretó el 27 de febrero.

¿Santana o Bobadilla?
No obstante que Santana ocupaba la Presidencia de la República, en el Ministerio la figura de Tomás Bobadilla era una especie de “superministro”.

Eso lleva a algunos a exculpar a Santana del fusilamiento de los patriotas y responsabilizar a Bobadilla, lo cual, en nuestra opinión, carece de asidero a juzgar por el rol decisivo en los asuntos públicos que nuestros historiadores reconocen en Santana… Sobre este punto el profesor Roberto Cassá afirma que: “Se puede suponer que la sentencia fue ordenada por Santana, quien tenía especial ascendente en el estamento militar.

Pecan de candor quienes han considerado que fue Bobadilla el verdadero responsable” (Heroínas nacionales, AGN-Comisión Efemérides Patrias, 2009, p. 43). Agregaríamos que el famoso artículo 210 de la Constitución de Santana es el que dio cobertura a todo el tinglado legal que sustentó la formalidad de aquel juicio infame.

¿Cómo es que esos patriotas se embarcaron en un proyecto para proclamar a Santana dictador? Cassá advierte que “el tirano había podido confundir a los descontentos, para echar sobre sus subordinados las culpas que a él mismo le correspondían”.

Y agrega que Manuel Joaquín del Monte “considera que la idea de la conspiración provino del engaño de que fue víctima Trinidad, deseosa de que el sobrino regresase, creyó la versión de un sargento que prestaba servicio en la casa de Santana, de que este procedería en tal sentido si se le nombraba dictador” (Heroínas nacionales, p. 42). ¡Mucha ingenuidad! Pero es la versión de Del Monte.

Enteresa de la mujer
Al margen de imprecisiones, la concurrencia del primer aniversario de la independencia nacional con la fecha del fusilamiento de patriotas que, justo un año antes, prestaron su concurso para la proclamación la República, retrata de cuerpo entero a Santana y al grupo en el poder quienes, con este crimen, lanzaron una advertencia a los opositores de su proyecto de dominación antinacional y antipopular. Al tal efecto, nada cambia con otra versión según la cual el fusilamiento ocurrió el día 28.

María Trinidad Sánchez obró convencida de que integraba una causa noble, y la talla de esta mujer se revela claramente cuando, visitada en la cárcel por Bobadilla la noche del 26 de febrero, para ofrecerle conmutar la pena si a cambio delataba a los cabecillas, le respondió de manera contundente:

“Ud. me ofrece la vida a cambio de que revele los nombres de los encabezados principales, para Ud. matarlos entonces. Ellos son más útiles que yo a la causa de la República. Prefiero que los ignoren y se cumpla en mí la sentencia dada”.
¡Para un día poder cambiar, no olvidar!

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