El señor Córdoba compra quesos en la ciudad de Nueva York

Un hombre encantador visita regularmente la tienda gourmet de Manhattan donde se gana la vida el escritor Joaquín Botero. El cliente del mercado encarna una historia mejor que cualquier ficción: su propia vida resume y explica la raíz del interminable conflicto armado en Colombia

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Vendo quesos finos en un barrio adinerado de Manhattan. Por mi origen colombiano, los compañeros de trabajo y los clientes con los que he desarrollado alguna confianza me hablan de su gusto por las exitosas teleseries sobre Colombia, un asunto que evito como los alemanes sensatos  hicieron con el nazismo tras su fin. Pero vaya tarea difícil en Colombia, donde la droga mueve la economía y la política e inspira a un sector de la industria del entretenimiento.

Un día le hablé al oído a un compañero mexicano de la charcutería que devora todas esas narconovelas. «Mira, de ese señor amable que acabas de atender se podría realizar una miniserie de al menos seis capítulos».

No revelaré el nombre del individuo que no está siendo investigado y al que acá ubico en un programa de protección de testigos: no lo estoy denunciando, a estas alturas de su vida parece encontrarse encima del bien y del mal; no lo juzgo porque con este artículo no ejerzo de periodista investigativo sino de cronista urbano. He mantenido con él una serie de conversaciones triviales mientras le vendo quesos europeos. Cuando nos conocimos dijo su nombre completo y contó que era diplomático retirado. Lo llamaré el señor Córdoba.

Como el narcotráfico y la guerrilla, los paramilitares son hijos en el tejido de la historia colombiana.
Como el narcotráfico y la guerrilla, los paramilitares son hijos en el tejido de la historia colombiana.

Una búsqueda en internet de pocos minutos me ayudó a saber sobre su pasado, del que revelaré algunos detalles: es miembro de una familia de hacendados, estudió en universidades muy famosas cercanas a Boston y a Londres, fue ministro de estado y embajador más de una década, y a principios de siglo fue extraditado a Colombia para responder por acusaciones de conexiones con el paramilitarismo. (Nunca fue condenado, los cargos fueron retirados y sólo permaneció detenido por periodos cortos).

En una de sus enormes haciendas familiares había crecido un frente paramilitar dirigido por un hombre que hoy está encarcelado en Estados Unidos, no por los crímenes que cometió en Colombia sino por la droga que su organización traficó hacia acá.

Además, la familia de Córdoba fue servida por los abogados de Mossack Fonseca en Panamá. Con la filtración de los Panama Papers se descubrió un entramado complejísimo en que los abogados ayudaban a ricos de todo el mundo a evadir impuestos. En el caso de mi cliente, como en el de muchos otros, el servicio principal consistió en mover millones de dólares de un país a otro sin pagar impuestos, y en ocasiones con ese fin.

El señor Córdoba aparece y desaparece de mi mercado gourmet como cualquier rico latinoamericano con casas en varios continentes. Lo veo las cuatro estaciones. «Amigo Botero», saluda con una sonrisa cada vez que reaparece. (De lejos observo su interacción cordial con empleados de otras secciones). Nuestras conversaciones son cándidas. Dice que tiene una persona cercana en Europa que visita con frecuencia. Intencionalmente evito hablarle del tema de Colombia. Mejor coincidimos en conversar sobre las artimañas de los rubios Trump, Putin, Bolsonaro y Boris Johnson. Lee, entre otros, The Financial Times, The Economist, The Wall Street Journal y The New York Times. Recojo que posee una propiedad en Europa, dos en Norteamérica y otra en Bogotá. No le pregunto por áreas rurales.

Un paréntesis. Solo con el nombre soy capaz de descubrir identidades. Una vez le vendí muchos quesos a una mexicana simpática que me invitó a seguir su página de decoración en Instagram y luego descubrí que era la nuera de Plácido Domingo, tenor que está teniendo una mala temporada después de que unas mujeres le cantaran sus indiscreciones a la agencia de noticias AP.

Las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), el bloque que reunió a los paramilitares en ese país.
Las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), el bloque que reunió a los paramilitares en ese país.

Vale hilar fino con el espinoso asunto del paramilitarismo en Colombia en las décadas de los ochenta y noventa cuando las guerrillas de izquierda pusieron en jaque al gobierno, a los campesinos y a los hacendados. Éstos crearon una alianza perversa con los también llamados grupos de autodefensas para proteger sectores adonde no llegaba el ejército, o si llegaba, daba una mano o se hacía el de la vista gorda puesto que tenían un enemigo común.

Luego el tráfico de drogas y la voracidad de los hacendados por ampliar sus dominios llevó al empeoramiento del conflicto que ha dejado cientos de miles de muertos y desplazados. Cabe agregar que las guerrillas de izquierda también son responsables de crímenes similares.

Un intento de reforma agraria del gobierno central fue resistido en los años sesenta en Colombia. Como otros hacendados, el padre del señor Córdoba logró neutralizar la redistribución de sus propiedades. Décadas después la guerrilla ayudó a unas 1.500 personas a tomar por la fuerza unos terrenos de los descendientes del patriarca Córdoba. Años después los paramilitares los desalojaron y quemaron las viviendas.Entonces empezaron los líos legales de mi cliente.

(iStock)
(iStock)

Asumo que si el señor Córdoba no fue condenado se debió a que no se logró demostrar que tuviera conexiones con los paramilitares, o simplemente no se vieron sus huellas en los delitos. O al fiscal general le faltó la tenacidad que le sobró a los abogados defensores. Amnistía Internacional, organización basada en Londres, criticó que se levantaran los cargos en su contra.

¡Pero si uno pudiera conocer las profundidades de esta historia particular y todos los puntos de vista! Muchos dueños de tierras han llegado a cargos públicos en Colombia pese a las acusaciones de patrocinar al paramilitarismo. Muchos perdieron sus cargos y algunos hasta fueron extraditados a los Estados Unidos, mientras que otros han logrado mantenerse a flote y a la larga controlar la opinión pública y hasta hacer elegir a sus sucesores en la presidencia, como es el caso del señor Álvaro Uribe VélezCientos de procesos se han abierto contra Uribe, pero ninguno ha prosperado. Por primera vez deberá comparecer ante la Corte Suprema de Justicia el próximo 8 de octubre por un caso de manipulación de testigos.

(AFP)
(AFP)

El señor Córdoba ha tenido una vida privilegiada: no desaprovechó la oportunidad de educarse en universidades muy prestigiosas y asumo que defiende sus propiedades, su clase, el statu quo, su heredad que ha multiplicado. Resulta comprensible que a lo largo de la historia la mayoría de estas personas se haya opuesto a la redistribución de las tierras, al alza de los impuestos a los más ricos y, en general, a lo que los sociólogos llaman el cambio social.

No deja de parecerme muy cinematográfico imaginar la vida pasada y presente de una de estas personas, los terratenientes, muy arriba tomando whisky o vino. Mientras comen jamones y quesos españoles o italianos, definen la estrategia a seguir en la batalla por seguir siendo poderosos. Interactúan entre ellos, son cercanos a gremios y manejan cabilderos que defienden sus intereses en las capitales de los departamentos y en Bogotá. Ordenan la estrategia, pero quizás no quieran saber los detalles ni del trabajo sucio que se deba hacer.

Justo hace pocos días, cuando ya había empezado a redactar este texto apareció en mi mostrador el señor Córdoba con su esposa inmaculada. Yo estaba de espaldas y me sorprendió, y un poco asustó, ya que he pensado mucho en él estos días y hurgado en internet sobre el clan familiar. Habían llegado de Bogotá el día anterior, dijo. Me presentó a la mujer y estrechamos las manos.

Luego recordé que el primer paso que dio Gay Talese para escribir su libro Honrarás a tu padre sobre una familia de mafiosos, los Bonanno, fue acercarse a Salvatore Bonannoluego de una comparecencia en la corte. Le dijo que le gustaría escribir un libro sobre el clan, para aprender de la experiencia de un italoamericano como él. Con eso lo convenció.

Así quisiera profundizar en la vida del señor Córdoba que tanto debe saber de la historia de Colombia y sus luchas internas y externas. Aunque fuera con conversaciones informales, off the record, extraoficiales. Debe ser fascinanteMucho mejor que cualquier teleserie.

*El escritor colombiano Joaquín Botero vive en Nueva York desde hace 20 años, donde ha realizado numerosos oficios en paralelo a la escritura y la traducción. Publicó El jardín en Chelsea, Memorias de un delivery y De Montenegro a Morristown; otras de sus historias de inmigrantes latinoamericanos en los Estados Unidos fueron incluidas en las antologías El gringo a través del espejo y Sam no es mi tío. Fue becario de la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano de Gabriel García Márquez.

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