Estambul en la memoria

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Cuando yo era estudiante de bachillerato, escuchaba al profesor de Historia de la Civilización hablar con mucha propiedad acerca del antiguo Imperio Bizantino que luego fue conquistado por los Otomanos.
Durante los años de esplendor, Constantinopla fue la capital del Imperio Bizantino lo que hoy es Estambul, cuyo nombre fue otorgado por el sultán Mohamed II quien se apoderó de la ciudad en el siglo XV y la nombró ciudad del Islam.
Hoy Estambul es una metrópoli multicultural situada en ambas riveras del mar del Bósforo. Una franja de agua que une el mar mediterráneo con el mar negro y divide a la ciudad de Estambul entre dos continentes: europeo y asiático. Por ser una ruta comercial hacia el medio oriente el Bósforo, se ha convertido con el tiempo en un escenario privilegiado para el turismo internacional.
Precisamente el escritor turco Orhan Pamuk ha publicado sus memorias titulada “Estambul fotografías y recuerdos”. Como si fuera un viaje hacia el pasado, el autor recrea las cruentas batallas que tuvieron como escenario principal las aguas negras del Bósforo en el 1299 cuando los Otomanos, comandados por el sultán Osman I querían situarse en la bella Constantinopla. “Estambul, fotografías y Recuerdos” es un texto escrito con nostalgia porque está hecho sobre la base de la memoria. Con frecuencia el autor apela a evocaciones familiares y a recuerdos de su niñez y de la época de juventud.
Vivió la amarga experiencia de un joven cuya infancia la pasó siendo testigo de la transformación y occidentalización de una ciudad que escondía su pasado en las ruinas de los antiguos palacios de los sultanes y las bellas mansiones a orillas del mar del Bósforo, cuyas aguas eran el sitio ideal para la llegada de miles de inmigrantes, quienes huyendo de cuantas guerras sucedieron en Europa y Asia (incluyendo la Segunda Guerra Mundial) condenarían a Estambul a una pobreza de la que no se recuperaría en decenios.
En estas páginas, Pamuk retrata un pasado remoto en el que se narran más de mil años de historia. El libro es un legado visual de fotografías del antiguo imperio y de la renovación de su patrimonio a través del tiempo.
En estas descripciones tan acertadas, casi se sienten los olores y los sabores del tradicional mercado del bazar, con sus cuatro mil quinientas tiendas y sesenta calles transversales.
A través de su ars convinatoria, entre fotografías y textos poéticos Pamuk nos regala un viaje en el tiempo al presentar a la ciudad antigua y la ciudad moderna.
Están presentes también en este libro las evocasiones propias del memorialista ingenuo y melancólico, por eso encontramos con frecuencia anécdotas de los suburbios más populares de Estambul, de sus tabernas y cafés, situados a ambas orillas del Bósforo, así como historias de viajeros famosos.
A pesar de haber sido destruida en parte, ya en la decadencia del Imperio, la ciudad fue guardando sus tesoros más valiosos que le fueron dando identidad propia a través de los siglos.
Gracias a sus bellos y exuberantes palacios y a su extraordinaria arquitectura, Estambul es una de las ciudades más hermosas del planeta que ha atraído a miles de turistas, entre artistas y poetas.
Me parece, que Pamuk intenta contar en este libro, la identidad estambulí tejida a partir de hilos conductores como el nacionalismo, la occidentalización y el paisaje de Estambul, sobre todo el de los años de su vida en la ciudad.
Con mucha razón el autor se pregunta ¿Por qué me hace tan feliz oír que Estambul es una ciudad melancólica? Pienso que a través de estas páginas él mira hacia la ciudad con una amargura inevitable, por esa sensación tan extraña que produce el hecho de estar fuera de su patria, pero sobre todo por la nostalgia y la melancolía que provocan la lejanía y los recuerdos.
El autor es escritor y educador.

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