Félix, el ‘Stephen Hawking mexicano’ que está sorprendiendo al mundo

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Aunque en la entrega del Premio Nacional de la Juventud 2016, el presidente Enrique Peña Nieto señaló que para su gobierno los jóvenes ya no quieren discursos, sino hechos traducidos en posibilidades que abatan sus rezagos y desigualdades, la situación no pudo ser más contradictoria.

Entre los galardonados se encontraba Félix Ortiz Carreón, cuya discapacidad no ha sido impedimento para que actualmente estudie una maestría y sea conocido como “el Stephen Hawking mexicano”, gracias a que él mismo ideó los aparatos con que se transporta y se comunica; todo sin apoyo del gobierno y pese a las trabas del sistema educativo.

Cuando nació, sus padres, Luz Elvira Carreón y Pascacio Ortiz, recibieron la noticia de que padecía parálisis cerebral, lo cual le impediría realizar una vida común; sin embargo, con ayuda de su mamá, quien fue maestra de literatura, aprendió a leer, sumar, dividir y multiplicar con tan solo 3 años de edad.

Félix se mueve en una silla de ruedas motorizada que él mismo ideó y su papá es quien le ayuda a transportar el mecanismo que, al igual que a Hawking, le permite comunicarse pese a que no puede hablar: teclea algunos comandos en una especie de computador, el cual reproduce las palabras automáticamente.

Aunque él solo adaptó esta tecnología que ya existía, ahora trabaja en una que será capaz de traducir los pensamientos en voz, inclusive con tonos de voz acordes al estado de ánimo, el cual espera que pueda ayudar a cientos de personas en su situación, comenzando por su hermana menor, Fátima, quien padece la misma discapacidad.

“Yo estoy colaborando en proyectos de comunicación aumentativa para personas con parálisis cerebral, a partir de inter seis (cerebro, computadora y tecnología) en el Centro de Desarrollo Tecnológico, becado por el Conacyt, para estudios de maestría”, relató a través del sorprendente aparato, tras participar en el Evento Nacional de Innovación Científica y Tecnológica 2015.

Y la beca del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología es el único apoyo federal que ha recibido desde que sus papás vieron el potencial que tenía y decidieron apoyarlo contra viento y marea para que pudiera llevar a cabo sus estudios como cualquier otro niño.

Al principio no fue sencillo: La directora de la primera primaria a la que se acercaron a inscribir a Félix se negó a admitirlo, con el argumento de que le sería imposible aprender como el resto de sus compañeros. Por fortuna, en la siguiente escuela le abrieron las puertas y desde entonces no ha parado de estudiar, siempre en planteles públicos.

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