“La idea terminó empujándome a mí”

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    La primera dama Cándida Montilla de Medina confiesa que con la creación del Centro de Atención Integral para la Discapacidad (CAID) comenzó  impulsando una idea que terminó empujándola a ella y transformando su vida.

    “La idea terminó influyéndome a mí, y abriendo mis ojos a increíbles momentos de ternura. El CAID, como creación, me ha transformado a mí”, expresa sobre el impacto que ha tenido en su vida el programa que ha abierto oportunidades a miles de familias que en un momento se sintieron acorraladas por la discapacidad.

    En entrevista para LISTÍN DIARIO, Montilla de Medina precisó que ella y su esposo, el presidente Danilo Medina, se dieron cuenta que el Gobierno debía actuar de manera más decisiva para promover la inclusión y eliminar las barreras sociales, económicas y culturales que generan la discapacidad.

    DIÁLOGO CON MONTILLA
    Saludos Primera Dama, Cándida Montilla de Medina, gracias por sacar parte de su valioso tiempo para esta entrevista con LISTÍN DIARIO.

    Un cordial saludo señor Juan Salazar, las gracias a usted,  y al Listín Diario, en nombre del Despacho de la Primera Dama, y en el mío propio,  por interesarse en este sensible tema, el desarrollo integral de la niñez en condiciones especiales.

    ¿Qué la motivo a crear el CAID?
    El Centro de Atención Integral para la Discapacidad -CAID- es una obra de amor. Este centro refleja los valores fundamentales que sostienen nuestra nación: el amor, la fe, la igualdad, la solidaridad, el respeto. Tanto mi esposo, el presidente Danilo Medina, como yo, tratamos de impregnar estos valores en la vida de nuestra familia y en nuestras acciones. Y por otra parte, en mi accionar diario como Primera Dama, en mis sueños y en mis proyectos, decidí colocar la niñez de nuestro país como una prioridad, y por delante de otras metas.

    Nos dimos cuenta que el Gobierno debía actuar de manera más decisiva para promover la inclusión y eliminar las barreras sociales, económicas y culturales que generan la discapacidad. Porque como sabemos, la discapacidad no la tiene el niño o niña o la persona con una condición, sino que la genera nuestra sociedad al no prepararse para aceptarlos o incluirlos en todas las esferas posibles y sin discriminación.

    Observando la alegría, el potencial y la riqueza de habilidades de tantos niños y niñas que acuden al CAID, uno constata que toda exclusión limita, restringe y empobrece a nuestro país.  En el caso de la niñez, acabamos restringiendo sus oportunidades de desarrollo, sólo porque alguna deficiencia física, mental o sensorial limita su capacidad de realizar cierta actividad esencial de la vida diaria. Pero… ¿y dónde dejamos todas las demás actividades que sí puede realizar con éxito? Por eso soy una abanderada de la inclusión plena. Tanto mi esposo como yo estamos claros en que esta es una meta país, que está establecida en nuestra Estrategia Nacional de Desarrollo.

    ¿Ha contemplado ir más allá de los cinco centros que inicialmente concibió debido a la amplia demanda de servicios?
    Estamos gratamente sorprendidos. Ha sobrepasado la expectativa de confianza por lo que ha motivado a realizar ajustes en el modelo de atención para dar respuesta a los usuarios que aún se encuentran en lista de espera. Pedimos comprensión y paciencia, pues les vamos a atender.

    Tomando en cuenta las tres condiciones prioritarias en que se concentra el Centro de Atención Integral para la Discapacidad, que son: Síndrome de Down, Parálisis Cerebral y Trastornos del Espectro Autista, los centros planificados darán buena cobertura a la niñez con discapacidad, cuantitativa y cualitativamente.

    Están funcionando, con servicios de calidad y muy humanos, los centros de Santo Domingo Oeste, Santiago y San Juan. Nuestra próxima meta es el CAID Santo Domingo Este.

    Adicionalmente, los CAID están pensados para funcionar en red con otras instituciones estatales y privadas que brindan servicios complementarios.

    Hemos dado pasos, junto a otros socios institucionales y organismos de cooperación internacional, para integrar una gran ruta de servicios articulando a todas las instituciones nacionales que brindan algún servicio a esta población, desde el nacimiento hasta el primer empleo. Los centros CAID son una parte de esta ruta nacional.

    Las personas con niños especiales todavía tienen dificultades para acceder al sistema educativo tradicional. ¿Cómo vencer ese obstáculo?
    Se han dado pasos fundamentales y certeros en esa dirección. La situación no es la misma que hace 20 años o hace diez. Incluso ahora es mejor que hace cinco o seis años. También es cierto que nos queda camino por andar.

    Es evidente, por ejemplo, el esfuerzo del Ministerio de Educación en garantizar el acceso de nuestros niños y niñas, tanto en el nivel inicial como en el nivel básico.

    Ciertamente hay que continuar incrementando el esfuerzo, en la formación docente y en la superación de las barreras y prejuicios culturales.

    Pero como usted ve, esa responsabilidad no compete sólo a un ministerio, y no es exclusiva de la escuela, sino que es responsabilidad y obligación de toda la sociedad dominicana, especialmente las universidades, los gremios especializados, las organizaciones comunitarias, las juntas de vecinos, las familias, etcétera.

    ¿Existe la posibilidad de sumar las demás ARS a la atención que recae sobre Senasa?
    Hemos tenido muy positivos resultados en alianza con el Seguro Nacional de Salud (Senasa), con beneficio no solo para el niño o niña en condición especial, en pobreza, sino también para sus padres y hermanos. De esta manera damos cumplimiento a una política gubernamental de salud y equidad para todos.

    La inclusión de otras ARS está contemplada para una próxima fase de crecimiento y expansión.

    Un reto en la cobertura de salud para esta población son los estudios especiales que se requieren para un diagnóstico riguroso de la condición. Queremos crear un gran consenso en este sentido, para que eso no se convierta en otro factor excluyente.

    ¿Ha cumplido el CAID con las metas que se trazó cuando lo concibió?
    Sí. Definitivamente. Al mismo tiempo, hemos descubierto oportunidades de mejora y formas de optimizar lo que habíamos estado haciendo bien. Queremos llegar a la totalidad de la población que debe ser atendida, pero sin sacrificar la calidad de la atención que se merece. Lograr ese balance es un reto constante.

    De manera particular, en lo personal ¿Cómo ha impactado el CAID su vida?
    Mi experiencia en este sentido ha sido totalmente enriquecedora. Empecé empujando una idea, y la idea terminó empujándome a mí, y transformando mi vida. En lugar de segregar o eliminar, optamos por promover, empoderar, incluir. La idea terminó influyéndome a mí, y abriendo mis ojos a increíbles momentos de ternuras. El CAID como creación me ha transformado a mí.

    ¿Cree que si algún día su esposo sale de la Presidencia este proyecto sufra un retroceso o se estanque?  
    En absoluto. No abrigo ese temor. Tengo la fe en Dios, y luego la plena confianza de que CAID permanecerá por mucho, mucho tiempo, contribuyendo a través de sus servicios y alianzas, a promover la inclusión plena de los niños y niñas con discapacidad, produciendo conocimiento, generando buenas prácticas, estableciendo estándares de atención con calidad, y uniendo a los dominicanos y dominicanas en torno a una misión común: inclusión plena y en igualdad de condiciones de las personas con discapacidad.

    ¿Qué hacer para instaurar en el país una cultura de atención a las personas con discapacidades?
    Es una pregunta importante y con una respuesta compleja, que requiere como decía, del concurso de todos los actores. Después de todo, la transformación de un país puede comenzar en un grupo pequeño (recordemos La Trinitaria), pero mantener y aumentar lo logrado requiere el esfuerzo de todos y de todas las instituciones.

    Yo sugiero empezar por trabajar nuestras actitudes y nuestro entorno.  Fruto de la historia y de la ignorancia, nuestras actitudes hacia las personas con discapacidad con frecuencia están basadas en sentimientos de lástima y caridad malentendida, en prejuicios, miedos y creencias erróneas.

    Esas actitudes construyen un muro que impide la interacción en igualdad de condiciones. El otro, la otra, no es mí igual, es alguien inferior, a quien le tengo lástima, quiero lejos o le tengo miedo. Ese no es el plan de Dios para sus hijos. Debemos derribar ese muro, y abrazarnos como uno solo.

    Pero se verifica otra gran barrera, ya no personal o familiar, sino una que nace en nuestro entorno. Es un entorno diseñado, planificado y construido para un tipo de personas, y no para otros.

    Es por definición un entorno excluyente, no sólo en la infraestructura sino simbólicamente. Por lo tanto, no sólo se trata de mirar exclusivamente barreras físicas en escuelas, museos, los teatros, los partidos, las edificaciones públicas, las calles, o por ejemplo los semáforos que un ciego no puede ver, pero que pudiera escuchar si emitieran algún sonido.

    Hay que mirar la exclusión que generamos como sociedad al no facilitar la participación de las personas con discapacidad en la toma de decisiones importantes para el desarrollo nacional.

    Las personas con discapacidad tienen derecho a ser reconocidas como sujetos social y económicamente activos. Si hay reclusión, segregación o falta de acceso a recursos y oportunidades, con frecuencia no se debe a una deficiencia orgánica del individuo, sino a una resistencia del entorno social. Se debe a la desventaja que supone lidiar con un entorno que no está construido para la diversidad.

    Se debe a las barreras del entorno que limitan la participación auténtica en ámbitos como la educación, el trabajo, la política, etcétera.

    Gracias por sacar tiempo en su apretada agenda para responder estas inquietudes de LISTÍN DIARIO
    Señor Juan Salazar, muchas gracias por interesarse en nuestros hijos, los centros CAID. Esperamos que nuestras respuestas contribuyan al interés del Listín Diario de aportar en este apasionante y muy necesario tema. Saludos a don Miguel Franjul y todo el equipo de hombres y mujeres de ese importante periódico. Desde el Despacho de la Primera Dama continuamos trabajando en por lo menos diez programas que impactan positivamente a sectores vulnerables de la población, en especial, niñez, mujeres y adultos mayores. Trabajamos por una mejor familia dominicana. Gracias por su apoyo.

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