La última noche de Mario Benedetti en México: al estilo de un «rockstar»

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Como si se tratara de un «rockstar», el poeta uruguayo Mario Benedetti atrajo a miles de personas en su última visita a la Ciudad de México, el 8 de octubre de 1997.

Benedetti, quien falleció el 17 de mayo de 2009, ofrecería un recital de poesía en el Palacio de Bellas Artes.

La cita era a las 8 de la noche, pero desde las 11 de la mañana había largas filas de personas que querían asegurar su lugar en tan importante evento.

Las autoridades advirtieron que no habría cabida para todos en el Palacio y comenzaron a instalar pantallas a las afueras del lugar.

Pero la gente permaneció inmóvil soportando el frío, el viento, la lluvia y el cansancio. No estaban dispuestos a ver a su ídolo a través de una pantalla.

El fervor que provocaba Benedetti, uno de los poetas más socorridos en la actual era de las redes sociales, quedó de manifiesto cuando se abrieron las puertas del palacio.

Muy rápido estaban ocupados los 1.200 lugares en el teatro de Bellas Artes, pero quienes permanecían afuera dieron «portazo», ingresaron a la fuerza al lugar y se desató un pequeño caos que sólo fue aplacado por la presencia de Benedetti.

Según cálculos, más de 2.500 personas acudieron a su recital en Bellas Artes
Según cálculos, más de 2.500 personas acudieron a su recital en Bellas Artes

«A las 19 horas ya era imposible entrar al ‘palacio blanquito’: tanto la entrada principal como las puertas laterales habían sido cerradas; sin embargo, la larga fila de fieles seguidores de Benedetti serpenteaba dando varias vueltas a la plazoleta frontal. Los más audaces intentaban otras vías y algunos lograron colarse por un estacionamiento posterior, pero los más permanecieron arremolinados frente a las puertas. El éxito los coronó cuando a medio recital lograron dar el clásico portazo y una marea humana ocupó hasta los pasillos del salón», se leía en la crónica que publicó el periódico La Jornada.

Desde las siete de la noche Benedetti, de 77 años, se asomaba tímidamente al escenario para ver cómo marchaba todo. Al estilo de un «mago», su sola aparición en el escenario apaciguó a sus seguidores.

Comenzó entonces una jornada que, para quienes tuvieron la fortuna de estar ahí, resultaría inolvidable. Benedetti inició su recital con Corazón, coraza y que él presentó así: «seguramente lo conocen por la película del argentino Eliseo Subiela, El lado oscuro del corazón, donde interpreto a un poeta alemán que vive en Uruguay».

«La gente lo ovacionó de pie, y a partir de ese minuto se dio una verdadera comunión del público, jóvenes en su mayoría, y su autor favorito, a quien acompañaron a coro con cada uno de los poemas que él declamaba con ese tono dulce, melancólico, pausado que tantas veces escuchamos. La ovación y el aplauso de pie hicieron que todos termináramos conmovidos, comprendiendo lo que la poesía hace por el hombre», recordó Marisol Schulz, quien trabajaba entonces en la editorial Alfaguara, organizadora del recital.

Mario Benedetti
Mario Benedetti

Durante una hora Benedetti puso voz a 44 poemas. Por supuesto, no faltaron sus clásicos Hagamos un trato, No te salves, Viceversa, Mi táctica, Una mujer desnuda y en lo oscuro, Terapia,  El amor es un centro, Pies hermosos y La octava.

El autor uruguayo quería  concluir su recital con el poema ¿Qué les queda a los jóvenes?:

Pero esos mismos jóvenes se lo impidieron. Benedetti supo que mucha gente se quedó afuera, en medio de la lluvia, y leyó otros tres poemas. Finalizó con Heterónimos. «Ahora sí este es el último. No más, por favor, porque me voy a quedar sin voz», dijo al público.

Benedetti no se quedó sin voz y logró apreciar la «muestra de amor, de entusiasmo y de lealtad» que el dio el público mexicano aquella lejana noche de 1997.

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