El papa Francisco pidió el lunes a prelados de todo el mundo durante una polémica reunión sobre la familia que dejen a un lado sus prejuicios personales y que tengan el coraje y la humildad de dejarse guiar por Dios.
Francisco dijo a los 270 cardenales, obispos y sacerdotes que el sínodo de tres semanas no es un Parlamento donde se negocia, se asumen acuerdos o compromisos. En cambio, apuntó, es un espacio sagrado y protegido donde Dios muestra el camino para el bien de la Iglesia.
El sínodo debate qué puede hacer la Iglesia para cuidar mejor a las familias católicas en un momento en que la tasa de matrimonios está en descenso, el divorcio es un proceso común y las uniones civiles van en aumento. Los principales temas polémicos incluyen cómo la Iglesia puede acoger a los homosexuales y los divorciados vueltos a casar por civil.
Los conservadores han insistido en reafirmar la doctrina de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio y el rechazo a la homosexualidad, mientras los más progresistas buscan un enfoque más benevolente para las cuestiones que afectan a la familia, incluso si los divorciados vueltos a casar por lo civil pueden recibir los sacramentos.
En sus declaraciones iniciales el lunes, Francisco reiteró una afirmación que empleó en su homilía un día antes según la cual la ley de la Iglesia no debe ser un impedimento en su misión de misericordia. «Dios creó la ley y el Sabbath para el hombre y no a la inversa», afirmó.
Instó a los obispos a manifestar valentía apostólica, humildad evangélica y plegarias fieles durante las próximas tres semanas.
El papa afirmó que la valentía es necesaria puesto que las actitudes de la Iglesia pueden, «pese a las buenas intenciones, distanciar a la gente de Dios» y hacer de la vida cristiana «un museo de recuerdos».
Agregó que la humildad es necesaria para que los obispos se vacíen «de sus propias creencias y prejuicios para escuchar a sus obispos hermanos y llenarse de Dios, una humildad que no juzgue sino que extienda una mano para ayudarles sin sentirse superior a ellos».
Les instó a la oración para oír «la voz suave de Dios que habla en silencio».
La preparación del sínodo ha sido particularmente contenciosa: los conservadores han montado una campaña para insistir en que se reafirme enérgicamente la doctrina católica, particularmente la indisolubilidad del matrimonio. Los progresistas han desarrollado su propia estrategia para tratar de flexibilizar la práctica pastoral de dar la comunión a los católicos vueltos a casar por civil.
Los católicos que se divorcian y quieren casarse nuevamente por la Iglesia deben buscar primero la anulación, un dictamen de un tribunal eclesiástico de que su primer matrimonio fue inválido. De otro modo, quienes vuelven a casarse por civil son considerados adúlteros y no pueden recibir la comunión.
Francisco ha buscado una solución más misericordiosa e insiste en que los católicos vueltos a casar se incorporen plenamente a la vida de la iglesia. Prelados progresistas encabezados por el cardenal alemán Walter Kasper han propuesto un proceso por el que un obispo pueda acompañar a esos católicos en un camino de penitencia que, con el tiempo y caso por caso, puedan llegar a recibir los sacramentos.
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