Así es el cerebro adolescente

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Estimados padres y maestros, si sus hijos o alumnos adolescentes quieren vivir al límite, no sopesan bien sus decisiones e insisten en cultivar gustos y actividades que no son del agrado de ustedes, no se alarmen: todo es parte de la edad.

Durante esta etapa del desarrollo, el objetivo del cerebro va más allá de la simple supervivencia.

De acuerdo con la neuropsicóloga Rosalba Gautreaux, el cerebro adolescente quiere comprobar hasta dónde puede llegar y ahí radica el origen de las conductas límites que con frecuencia asume.

Por otro lado, según el también neuropsicólogo Alejandro Antúnez, los lóbulos frontales, que desempeñan las funciones ejecutivas del cerebro, no han completado su maduración y el joven carece del autocontrol o de los frenos sociales que se esperan de un adulto.

En la mayoría de los casos, sus decisiones obedecen a impulsos emocionales.

A esto se suma el hecho de que el muchacho comienza a definir su personalidad y quiere demostrarlo.

“En muchas ocasiones -dice Gautreaux-, lo que quiere es distanciarse de sus padres y de sus maestros para lograr expresar quién es, lo que le gusta, cómo lo quiere hacer y por eso vemos adolescentes que se meten en algunas dinámicas que luego son superadas”.

(+) CUÁNTO DURA LA ADOLESCENCIA
En el pasado se entendía que la adolescencia estaba comprendida entre los 12 y los 21 años, pero eso cambió a partir del 2007 cuando, gracias a la evidencia aportada por las neuroimágenes, se determinó que hasta los 23 o 24 años todavía hay espacio para el desarrollo de los lóbulos frontales del cerebro y de la coordinación neurocognitiva y emocional.

No entiendo a este adolescente ¡Auxilio!
No se puede culpar al cerebro o a la genética de todas las conductas de los adolescentes. El ambiente que los rodea hace su parte.

“Esa interacción con el ambiente más ese contenido genéticamente heredado son los que van a formar definitivamente la conducta y la personalidad de ese adolescente que va a pasar a ser un adulto”, explica el neuropsicólogo Alejandro Antúnez.

Cuando habla del ambiente se refiere sobre todo a la familia y la escuela, los dos ámbitos en los cuales el joven pasa más tiempo.

Los padres y maestros son los guías principales del muchacho, pero si no comprenden la etapa de desarrollo por la que este atraviesa podrían fracasar en muchos de sus esfuerzos.

Al respecto, la neuropsicóloga Rosalba Gautreaux dice que cuando los adultos comprenden los procesos por los que atraviesa el adolescente, tienen expectativas más realistas.

No se trata de rebajar las normas ni de ponerse al nivel de mejores amigos. El adolescente no debe perder jamás de vista que el adulto es su guía y no su igual; sin embargo, explica la experta, los padres “sumamente inhibidos” rompen los canales de comunicación con sus hijos adolescentes haciendo que estos se cierren y no los dejen entrar en su mundo.

“Si tu objetivo como padre es tener el control del adolescente -advierte Gautreaux -, es lo que menos vas a lograr”.

Al respecto, Antúnez señala que uno de los éxitos de los padres es poder mantener el nivel de comunicación y confianza con sus hijos adolescentes; además de trabajar el carácter y la personalidad de estos desde la niñez.

Muchos padres quieren que sus hijos adolescentes sean educados, ordenados, disciplinados, estudiosos… pero no estimularon esas cualidades en la infancia y al no hacerlo, afirma Antúnez, “incapacitan a sus hijos funcionalmente”.

Brecha generacional
Muchos adultos parecen no comprender el comportamiento de los adolescentes. ¿Se les olvidó que ellos también fueron jóvenes? No necesariamente.

Los especialistas comentan que detrás de esta aparente falta de conexión entre adultos y adolescentes existen diversas causas.

Los adultos tienen expectativas más altas, menos tolerancia y deben responder a las demandas que se derivan de mantener una familia, por eso, argumenta Antúnez, “les resulta más difícil comprender la conducta adolescente que es más impulsiva y que le da importancia a cosas que no tienen tanta importancia en la vida adulta”.

Aparte de eso, los padres desean lo mejor para sus hijos y, debido a su madurez y experiencia, ven las situaciones desde una perspectiva que los adolescentes no comprenden en el momento.

Finalmente, no debe sorprender que para un adolescente la opinión de sus pares tenga más peso que la de sus progenitores.

De acuerdo con Gautreaux, esto se debe a que los chicos están en la misma sintonía y la viabilidad de la comunicación es más efectiva.

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EL APRENDIZAJE DEL ADOLESCENTE
Los procesos hormonales afectan el aprendizaje en la adolescencia. En ocasiones, este se percibe más lento, pero, de acuerdo con Rosalba Gautreaux, esto tiene que ver con la capacidad de conexión emocional del adolescente con aquello que estudia. Mientras que en la primera y segunda infancia en el niño influyen mucho las sugerencias y la guía del adulto, en la adolescencia hay que convencer al joven de cuán interesante y útil serán para él determinados contenidos.

“Los maestros tienen que buscar estrategias pedagógicas y sobre todo emocionales que puedan hacer las conectividades y eso lo único que lo da es un vínculo sano en el aula”, expresa. Ese vínculo podría no darse si el maestro no comprende los cambios por los que atraviesa el adolescente y demanda de este conductas o actitudes que están por encima de su etapa de desarrollo.

Para apoyar a los maestros a fin de que tengan una mejor comprensión del desarrollo de los estudiantes, el Instituto Nacional de Formación y Capacitación Magisterial (Inafocam) comenzó a formar a los docentes en el área de las neurociencias. Como parte de ese esfuerzo ha convocado a alrededor de 2,000 maestros a través del Diplomado en Neuropedagogía Aplicada a los Procesos de Enseñanza- Aprendizaje de la Lectura, la Escritura y las Matemáticas. Además, organizó el primer Congreso Dominicano de Neurociencias Aplicadas a la Educación del 28 al 30 de octubre.

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