En el centenario del nacimiento de Kennedy, este año se esperan los datos finales sobre su asesinato

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¿Quién dice que el cine no modifica el curso de la historia? Cuando en 1991 Oliver Stone presentó su película JFK sobre el asesinato del presidente John Fitzgerald Kennedy las teorías conspirativas que refrescó despertaron tal interés en el caso que forzó al Congreso a crear una ley para recabar toda la información disponible sobre el asesinato, que más de medio siglo después sigue fascinando al mundo.

Es una notable coincidencia que justo el año que se cumple el centenario del nacimiento de quien fue el hombre más joven en ser elegido presidente de EEUU, la llamada Ley de Registros JFK de 1992 ordene que los Archivos Nacionales presenten toda la documentación que se ha recogido sobre el asesinato de Kennedy.

Aunque mucho se ha dicho, escrito y documentado de lo que pasó el 22 de noviembre de 1963, en Dealy Plaza, Dallas, con la caravana presidencial.

Se sabe que Harvey Lee Oswald disparó desde un edificio ubicado en la esquina de la plaza contra el auto descapotable en el que iba JFK con su esposa Jacqueline; que la bala fatal le destrozó el cráneo al presidente; que Oswald fue capturado poco tiempo después, y que dos días más tarde murió a manos de Jack Ruby, un espontáneo que quiso vengar la muerte del querido presidente.

Ese es el resumen oficial de las 48 horas que siguieron al magnicidio. Pero desde el primer momento surgieron las dudas sobre la exactitud y hasta la honestidad del relato oficial. Tanto, que el sucesor de Kennedy, Lyndon Johnson, ordenó formar una comisión especial para aclarar todo y enterrar las versiones conspirativas.

Todavía hoy hay quienes sospechan que la mafia estuvo involucrada; que Fidel Castro ordenó el golpe; que un sector militar y la CIA querían deshacerse del presidente; que lo hizo su contraparte soviética, la KGB; que fue el servicio secreto de Israel; que fueron operarios del mundo financiero en conciliábulo con el Departamento del Tesoro; que el vicepresidente Johnson era parte de un golpe de Estado; o que la responsabilidad recae en
alguna intrincada combinación de los factores anteriores.

Desde aquel trágico día en Dallas, 82 asesinos, 42 grupos y 214 personas han sido señaladas en algún momento como involucradas en el asesinato, según una recopilación que hizo en 2007 el abogado e investigador Vincent Bugliosi para su libro ‘Recuperando la historia: El asesinato del presidente John F Kennedy’.

Todos parecían tener una razón para querer ver al presidente muerto. Pero, tras casi un año de trabajo, la llamada Comisión Warren (encabezada por Earl Warren, el presidente de la Corte Suprema) determinó que ni Rusia, ni Cuba, ni nadie más, salvo Lee Harvey Oswald había sido el responsable del crimen. Y que Jack Ruby también había actuado de motu propio.

Pero la propia comisión pasó inmediatamente a ser acusada de ser parte de la conspiración por supuesto encubrimiento o, en el mejor de los casos, por haber realizado una investigación insuficiente.

Hay quienes siguen creyendo que hay cosas escondidas sobre los eventos en Dallas que el gobierno estadounidense nunca ha querido presentar a la luz pública.

Papeles nuevos

De hecho, entre los documentos que el 27 de octubre de este año publicarán los Archivos Nacionales, hay unos 3,000 que nunca han sido vistos por el público, junto a unas 34,000 piezas que ya se conocen (aunque algunas con trozos censurados).

La mayoría de estos archivos se remontan al trabajo que en 1979 publicó el Comité del Congreso sobre Asesinatos, que determinó que el asesinato fue “posiblemente” parte de una conspiración, basándose en evidencias acústicas (cuestionadas por algunos) que indican que hubo un segundo tirador en Daeley Plaza. Pero igual concluyó que los tiros fatales salieron del rifle del exmarine.

Por eso los documentos que se presentarán en octubre quizá no digan tanto sobre otros asesinos o complots ocultos sino sobre la manera como se manejó la investigación, y particularmente sobre el papel de la CIA en la asistencia que dio a la Comisión Warren. La agencia de inteligencia ha sido acusada de no haber suministrado toda la información relevante a la comisión y por tanto, haber limitado la investigación de otras vías.

Piezas como el expediente que la oficina de la CIA en México tenía sobre Oswald serán divulgados, aunque esta vez sin la redacción que sufrió cuando lo presentaron a los investigadores.

Aunque la ley ordena la entrega, siempre existe la posibilidad de que alguna agencia del gobierno pida que no se publiquen informaciones, esgrimiendo razones de seguridad nacional, y en ese caso, el presidente Donald Trump tendrá la potestad de decidir qué se entrega y qué no del archivo global.

Quizá no ha haya nada nuevo sobre la muerte de Kennedy en lo que está por presentarse, pero algunos estudiosos indican que la posibilidad de tenerlo todo agrupado puede ayudar a dar una mirada en conjunto que permitiría establecer conexiones y destacar detalles que años atrás podrían haber parecido irrelevantes.

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