Desapariciones, condenas a muerte y censura: los drásticos métodos de Xi Jinping para consolidar su poder en China

Desapariciones, condenas a muerte y censura: los drásticos métodos de Xi Jinping para consolidar su poder en China

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Si algo define a China es la oscuridad. El control sobre la circulación de información es tan eficiente que es muy difícil saber con precisión qué sucede en su interior. Lo que se sabe es, muchas veces, lo que el gobierno pretende que se sepa.

Beijing estuvo especialmente interesado en difundir el caso de Robert Lloyd Schellenberg, un ciudadano canadiense que había sido arrestado en 2014 por tenencia de drogas. En noviembre pasado, tras ser condenado a 15 años de prisión por un tribunal de la provincia de Liaoning, apeló con la esperanza de que le redujeran la pena.

Sorpresivamente, a finales de diciembre el Tribunal Supremo de Liaoning sostuvo que el veredicto era demasiado «indulgente» y los fiscales del caso dijeron que habían encontrado evidencias que lo vinculaban a una red criminal que planeaba enviar 222 kilos de metanfetamina a Australia. Entonces, se realizó un nuevo juicio, al que fueron invitados tres periodistas extranjeros —toda una rareza—.

Robert Lloyd Schellenberg, el canadiense condenado a muerte en China (AFP)

Robert Lloyd Schellenberg, el canadiense condenado a muerte en China (AFP)

El mismo tribunal que lo había condenado a 15 años hace dos meses, lo sentenció a muerte esta semana. «China apresura el juicio de un canadiense y lo condena a la pena capital en un intento bastante transparente de presionar a Canadá para que libere a la directiva de Huawei», tuiteó días atrás Kenneth Roth, director de Human Rights Watch para Asia.

Entre un fallo y otro se produjo el 1 de diciembre el arresto de Meng Wanzhou en Vancouver. Es la jefa financiera e hija del fundador de Huawei, el mayor fabricante chino de smartphones, y segundo a nivel mundial detrás de Samsung. La detención fue a pedido de Estados Unidos, que acusa a la compañía de evadir las sanciones comerciales impuestas contra Irán.

China demostró la discrecionalidad con la que usa el sistema penal casi de inmediato, con el arresto de dos ciudadanos canadienses a los que acusó de «amenazar a la seguridad nacional», sin dar demasiados detalles. El 11 de diciembre Meng fue liberada bajo fianza, pero no puede salir del país hasta que se resuelva el pedido de extradición a Estados Unidos. En este marco llegó la condena exprés a Schellenberg, que aún puede ser revisada.

«China fue siempre muy estricta en lo que respecta a los cargos por tráfico de drogas, y ha ejecutado a extranjeros por eso. El caso Schellenberg no está fuera de línea con los precedentes, excepto por la velocidad con la que se alcanzó el veredicto. Sin embargo, es probable que Beijing esté dispuesto a reducir la sentencia a tiempo de prisión si Canadá les entrega a Meng», explicó Jessica Teets, profesora del Departamento de Ciencia Política del Middlebury College, de Vermont, consultada por Infobae.

El uso de las ejecuciones como castigo y como estrategia de control social está muy arraigado en China. Por la opacidad imperante no hay cifras certeras, pero Amnistía Internacional sostiene que cada año son sentenciadas a muerte miles de personas, más que en cualquier otro país. Lo novedoso es su utilización como herramienta diplomática.

A este fenómeno se suma otro, que viene en aumento: las desapariciones forzadas, que increíblemente son legales en el peculiar entramado institucional chino. Estas innovaciones forman parte de la cara menos conocida de la era Xi Jinping, que además de modernizar y hacer más eficiente al régimen, lo está volviendo aún más autoritario.

Meng Wanzhou, directora de finanzas de Huawei (REUTERS/Alexander Bibik)

Meng Wanzhou, directora de finanzas de Huawei (REUTERS/Alexander Bibik)

Tácticas extremas de control social

Cualquier persona puede desaparecer en China. Literalmente, cualquiera. Todo en nombre de la lucha contra la corrupción, que muchas veces equivale a combatir cualquier forma de disidencia.

Antes la tarea estaba a cargo de la Comisión Central de Disciplina del Partido Comunista, pero desde el año pasado, Xi dispuso que sea un ente formalmente autónomo del PCCh, la Comisión Nacional de Supervisión (CNS). Aunque parezca increíble, tiene la potestad de mantener a sospechosos incomunicados durante seis meses, sin derecho a ningún tipo de defensa y sin siquiera avisar a su familia.

En su corta vida, el CNS hizo lo suficiente para demostrar su implacabilidad. Fan Bingbing, quizás la actriz más famosa de China por su participación en la película X-Men: Days of Future Past, fue la primera víctima célebre del organismo.

La actriz Fan Bingbing

La actriz Fan Bingbing

En junio de 2018 se desvaneció. No había rastros de ella en las redes sociales y sus conocidos no sabían nada. A principios de octubre, la agencia de noticias Xinhua informó que estaba arrestada —sin decir dónde— por una deuda impositiva que ascendía a 130 millones de dólares.

En esos días se produjo un caso que consternó aún más a la comunidad internacional. Meng Hongwei, que hasta ese momento era presidente de Interpol, desapareció misteriosamente en medio de una visita a China, donde se desempeñaba también como viceministro de Seguridad Pública.

Su esposa denunció desde Francia, donde vivían, que no había vuelto a recibir noticias suyas luego de un mensaje con el emoji de un cuchillo. Tras más de una semana de incertidumbre total, Beijing cedió ante la presión de todo el mundo e informó que Meng Hongwei estaba bajo arresto, acusado de haber recibido sobornos.

El desaparecido presidente de Interpol, Meng Hongwei (AFP)

El desaparecido presidente de Interpol, Meng Hongwei (AFP)

«La detención de Meng Hongwei puede ser entendida como parte de la campaña anticorrupción de China, que tiene un foco doméstico —dijo Teets—. Meng tenía vínculos con Zhou Yongkang, ex miembro del Comité Permanente del Buró Político del PCCh y protegido de Jiang Zemin, que muchos consideran opuesto a Xi Jinping. Como todos los oficiales que cayeron en esta campaña, fue reemplazado por elementos leales a Xi».

De inmediato, envió su renuncia indeclinable a Interpol. «Creo que se trata de persecución política. No estoy segura de que esté vivo», afirmó Grace Meng, su esposa, en una entrevista concedida a la BBC a mediados de octubre.

«Este caso no es esencialmente diferente a otros que involucraron a líderes de alto nivel del PCCh, como Bo Xilai, actualmente sentenciado a prisión perpetua. Es algo pensado para mandar una señal a otros dirigentes del partido. El caso Schellenberg es diferente, porque es un ciudadano canadiense, y las destinatarias parecen ser las potencias occidentales», dijo a Infobae Teresa Wright, profesora del Departamento de Ciencia Política de la Universidad Estatal de California, en Long Beach, y autora de Protesta Popular en China (Popular Protest in China).

Los desaparecidos pueden pertenecer a cualquier rubro. En julio le había tocado al periodista Chen Jieren. Días después de publicar en su blog una nota que denunciaba la corrupción de funcionarios del PCCh en la provincia de Hunan, fue secuestrado junto a parte de su familia.

Cuando su abogado preguntó por él, la CNS reconoció que lo tenía como prisionero, pero le negó derecho a una asesoría legal. Luego difundió una confesión forzada en la que admitía haber actuado mal. Un clásico de los regímenes autoritarios de todos los tiempos.

Ni los miembros más encumbrados de la elite empresarial están a salvo. Ye Jianming, ex presidente del conglomerado energético CEFC China Energy, un imperio de 44.000 millones de dólaresestá desaparecido desde marzo de 2018. Justo antes de que se desvaneciera, el diario Caixin publicó una nota en la que informaba que estaba siendo objeto de investigaciones por presuntos delitos de naturaleza económica, sin dar demasiadas precisiones.

Ye Jianming, el magnate petrolero del que no se sabe nada desde marzo de 2018

Ye Jianming, el magnate petrolero del que no se sabe nada desde marzo de 2018

Muchas veces los secuestrados terminan reapareciendo, pero no siempre con vida. Chen Yong, que había sido chofer de un líder partidario de la provincia de Fujian investigado por corrupción, fue detenido en abril.

Su familia no supo nada de él por un mes, hasta que les comunicaron que murió durante un interrogatorio. No dijeron qué métodos utilizaron para hacerlo responder lo que querían.

«Desde 2013 hasta el presente, más de 500 activistas de derechos humanos fueron encarcelados. Algunos, como la militante feminista Cao Shunli, murieron estando bajo custodia, tras ser torturados. Parece que el objetivo de las autoridades centrales es borrar enteramente el activismo de derechos. Como resultado, el número de abogados defensores, que de por sí era bajo, se redujo casi a cero», sostuvo Wright.

Un condenado a muerte es exhibido en una plaza pública en China

Un condenado a muerte es exhibido en una plaza pública en China

Autoritarismo en la era Xi Jinping

Xi, un ingeniero químico de 65 años, sucedió a Hu Jintao al frente del PCCh en 2012, y como jefe de Estado en 2013. Cinco años le alcanzaron para convertirse en el líder más poderoso de China desde Mao.

Se volvió prominente al mismo tiempo que se desarrollaba la crisis financiera global, que llevó a los jerarcas del partido a concluir que Occidente era más débil de lo que creían, y que Estados Unidos no podía mantener por mucho tiempo más su posición en Asia. Por eso, China pasó a ser más agresiva a nivel regional, y un liderazgo político más fuerte era congruente con esa idea.

Desde un principio, Xi se propuso aumentar el control sobre una dirigencia que veía desbandada y proclive a perseguir ambiciones personales antes que a satisfacer las necesidades de la organización. En ese proceso, eliminó a cientos de potenciales rivales y consolidó su dominio sobre la estructura partidaria y estatal.

Xi Jinping, en el cierre del XIX Congreso del PCCh que lo entronizó (REUTERS/Thomas Peter)

Xi Jinping, en el cierre del XIX Congreso del PCCh que lo entronizó (REUTERS/Thomas Peter)

«Con Xi ha habido una represión más sistemática de dirigentes de protesta y de ciudadanos que simplemente tratan de proteger sus derechos. Esto se ve particularmente en las desapariciones y en el castigo a activistas sindicales y feministas, y a abogados defensores de derechos», sostuvo Wright.

A fines de 2017 comenzó su entronización, durante el XIX Congreso del PCCh, que es la instancia «electoral» del régimen. Su nombre y su pensamiento fueron incorporados a la Constitución china. En marzo de 2018, la Asamblea Nacional abolió el límite de una sola reelección y lo habilitó a eternizarse en la presidencia del país.

«China se volvió definitivamente más autoritaria en los últimos años«, afirmó Carl Minzner, experto en derecho y gobierno chino de la Universidad de Fordham, en diálogo con Infobae. «Desde principios de los 2000, y sobre todo con el ascenso de Xi, se reforzó a niveles que no se veían desde hacía décadas el control político sobre los medios, las universidad y la sociedad civil. Las normas políticas internas que caracterizaron a China tras las reformas posteriores a 1978 se están erosionando. El liderazgo colectivo le está cediendo paso al mando uninominal, y la rotación en el poder viró hacia un gobierno de por vida por Xi Jinping».

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