Donald Trump, el virtual nominado republicano con demasiados enemigos en el partido

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En el Partido Republicano, ahora que Donald Trump es el virtual candidato presidencial muchos deben estar envidiando la capacidad de malabarista que exhibió el gobernador de Indiana Mike Pence.

Cuando esta semana, durante una entrevista radial, Pence ofreció su respaldo al ahora excandidato Ted Cruz–quien se retiró inmediatamente después de concederle la victoria a Trump en Indiana–para las primarias del martes, lo hizo empezando con una serie de halagos al magnate tan efusivos que hizo pensar a más de uno que el gobernador estaba cambiado de opinión.

Hoy, más que nunca, después de la sorpresiva salida de la contienda del gobernador de Ohio John Kasich, los republicanos tiene que empezar a hacerse a la idea de un Trump nominado para las presidenciales de noviembre y empezar a construir puentes con la que promete ser la candidatura del llamado Gran Viejo Partido (GOP, por sus siglas en inglés) para regresar a la Casa Blanca.

Después de todo lo que se han dicho unos a otros, ¿cómo se hace para unir a un partido que ha vivido casi tres meses de una de las campañas de primarias más tensa, divisiva y hasta violenta?

Nunca digas nunca

Hay que empezar por entender que no todos han concedido la victoria a Trump.

La noche del martes Our Principles (Nuestros Principios) uno de los superPacs que más trabajó para impedir una candidatura del empresario presentó un comunicado en el que deja claro que seguirá con su trabajo.

“Un número sustancial de delegados sigue disponible para escoger en este altamente impredecible año. Además falta más de un mes para las primarias de California, más tiempo para que Trump continúe descalificándose ante los ojos de los votantes”, dice el texto.

Los diferentes comités que forman parte de la corriente anti-Trump invirtieron unos 41 millones de dólares en publicidad y otros esfuerzos desde que arrancó la campaña por las primarias a fines de 2015, según datos de la Comisión Federal Electoral.

Otro de esos grupos, #NeverTrump (Nunca Trump) también presentó un comunicado expresando que el resultado en Indiana sólo les “hace el camino más desafiante” y que seguirán buscando “oportunidades para oponerse a la nominación”.

Algunos consideran la posibilidad de dejar, por acción u omisión, que Hillary Clinton gane y eliminar la amenaza de que el empresario logre controlar al partido Republicano.

“Tremendo competidor”

Trump, en su peculiar estilo retórico, parece estar empezando a tender puentes y tuvo palabras de elogio al “desafío” que le presentó Cruz durante la campaña, diciendo que es “un tremendo competidor” y augurándole un gran futuro.

Viniendo de quien vienen, esas palabras suenan a una invitación a superar los problemas de la campaña y empezar a montar una plataforma para enfrentarse a la virtual nominada demócrata Hillary Clinton.

Apenas Cruz hizo público su retiro el presidente del Comité Nacional Republicano, Reince Priebus colocó un mensaje en su cuenta Twitter diciendo: “@realDonaldTrump será el aparente nominado del @GOP, necesitamos todos unificarnos y enfocarnos en derrotar a @HillaryClinton”.

Priebus expresa una profunda preocupación por las divisiones y heridas profundas que puede haber dejado el largo proceso de primarias.

Las miradas se posan ahora en gente como el gobernador Kasich, el senador Marco Rubio, o el exgobernador Jeb Bush, miembros del ‘establishment’ republicano que vieron sus aspiraciones truncadas por el vendaval que significó Trump y que expresaron sus deseos de llegar a una convención abierta que impidiera que el empresario se hiciera con la nominación republicana.

Tras toda primaria disputada, son comunes estos llamados a la reunificación entre quienes chocaron en la competencia por la nominación.

Lo que nunca hubo en tiempos recientes fue una campaña tan ácida, totalmente dominada –secuestrada, dirán algunos- por un candidato cuya principal credencial es su falta de experiencia política y su divorcio de la élite partidista.

Trump es un candidato al que hasta el martes por la mañana los hoy retirados Cruz y Kasich estaban cuestionando sus credenciales conservadoras.

Recordemos también aquel ataque a sus “valores de Nueva York” que tan caro le costó al senador a la hora de las primarias del estado y que pretendía denunciar el talante liberal del magnate.

Y hasta el martes, a minutos del anuncio del retiro de Cruz, Trump lanzaba sus dardos contra el senador con su sobrenombre favorito de “Ted, el mentiroso”.

Pero de “mentiroso”, por obra y gracia del pausado discurso conciliador del victorioso Trump, Cruz pasó a ser ese alabado “tremendo competidor”.

Ese cambio de tono puede servir para atender la queja que evidencian las encuestas a boca de urna salidas de Indiana: que el 60% de los votantes republicanos piensa que la campaña ha dividido al partido.

El resto, un 40%, cree que lo ha “energizado” (no es sorpresivo que la mayoría de estos últimos se describan como seguidores de Trump).

En cualquier caso, la reunificación del partido republicano no se dará frente a los micrófonos. Por estos días debe empezar un proceso de conversaciones entre muchos de esos factores que chocaron más allá de lo que suele tolerar la tradición política estadounidense.

Del resultado de esas conversaciones saldrán definiciones no sólo para santificar la candidatura de Trump en la convención de Cleveland, sino para asegurar la unidad y sobrevivencia del partido Republicano

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