El DR-CAFTA como herramienta de presión comercial y el juego geopolítico

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La información aparecida en el Nuevo Herald de que los norteamericanos sacarían a la República Dominicana del Acuerdo comercial DR-CAFTA levantó el avispero nacional, en la ignorancia de una enorme mayoría local que todavía desconoce lo que es un acuerdo comercial multilateral.

Ningún miembro puede sacar a otro del DR-CAFTA. Es el incumplimiento o violación reiterada a lo pactado; o la decisión por voluntad propia de no seguir formando parte, lo que sacaría a cualquiera miembro del bloque comercial, por resumirlo de manera simple. Me niego a creer que quien haya mandado a publicar el artículo en el Miami Herald haya conseguido lo que buscaba, bajo una amenaza tan ingenua como falsa.

No veo una sola gota de inteligencia en pretender enredar a la República Dominicana entre las patas de los caballos estadounidenses y chinos; sobre todo, en medio de la guerra comercial que libran las dos potencias económicas más grandes del globo. La entrega del carbón de Punta Catalina, el voto en contra del gobierno de Venezuela y la aceptación “en tránsito” de un peligroso “exnarcotraficante” venido a héroe por sus “trabajos especiales” a favor alguna “causa”, hablan del precio que se paga cuando hay que pulgar ciertas hazañas y deudas. Cabe recordar el llamado a consulta de la embajadora estadounidenses Robin S. Bernstein, a horas de haber puesto sus pies en nuestro país, en medio de la apertura de relaciones diplomáticas con china.

Dudo que la lealtad china vaya a resultar igual que la gringa, a pesar de todo. China, hasta por un asunto geográfico, jamás será mejor socio comercial que USA, especialmente para el caso de nuestras exportaciones. Así que si la Estatua de la Libertad cerrara sus puertas comerciales, no es verdad que quedarían abiertas permanentemente las de Mao Tse Tung. Ojalá y no tengamos que ver eso, nunca.

La presentación de la yuca a Xi Jinping, como uno de los potenciales productos de exportación hacia ese mercado, fue muy graciosa. No hemos sido capaces de suplir ese tubérculo eficientemente a los millones de dominicanos que viven al lado, en Norteamérica, y que saben comerlo de mil maneras, pero pretendemos llevarlo a la lejana china.

El análisis más ingenuo descartaría que los estadounidenses de Donald Trump aceptarían, en medio de una guerra comercial, que los chinos instalen sus fábricas en la República Dominicana, o en cualquier otro país miembro del DRCAFTA, para producir aquí y luego exportar a USA haciendo uso de las preferencias arancelarias de ese acuerdo. Pero si eso sucediera, lo más probable es que los norteamericanos reaccionen y, en el mejor de los casos, apliquen aranceles a esos productos dominico-chinos.

Por otro lado, aunque el Ministro Administrativo de la Presidencia informó que la modificación del DR-CAFTA ya no está en la agenda del Gobierno, cabe recordar que en enero del 2017 advertí en este mismo medio que la República Dominicana no tenía ninguna posibilidad de lograr una modificación de ese acuerdo y que, por el contrario, se estaban embarcando en una tarea peligrosa.

El Decreto 260-16 fue, a lo menos, el resultado de un pobre asesoramiento que degeneró en la creación de una falsa expectativa que se pudo haber convertido en una especie de bumerán. Por fortuna, parece que el informe técnico que preparó la comisión creada mediante aquel decreto fue tan preciso que el Gobierno sacó el tema del debate público y solo quien fue el principal negociador de la parte agrícola del DR-CAFTA, paradójicamente ahora Ministro de Agricultura, insiste en plantear una modificación inalcanzable.

Concluyo recordando que, en el caso particular de los bienes del sector agropecuario, el DR-CAFTA define las reglas que se deben seguir cuando uno de los miembros pretenda modificar lo pactado. En esencia, en los artículos 3.18 y 3.19, se establece, entre otros aspectos ineludibles, que habría que convocar la Comisión de Revisión Agrícola e iniciar un proceso que podría tomar años, sin garantías de conseguir lo que se desea.

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