El tiempo de permanencia de los niños frente a las pantallas no tiene que ser tan restrictivo

La OMS recomendó que los menores de cinco años no deben permanecer más de una hora frente a los dispositivos, sin embargo hay excepciones que involucran la vigilancia de los padres

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El uso de dispositivos móviles en los niños ha sido motivo de discrepancia entre los psicólogos y pedagogos alrededor del mundo y más desde que la Organización Mundial de la Salud recomendó que los menores de un año no deben ser expuestos a ningún tipo de pantalla electrónica, mientras que los de 2 a 4 años tampoco deberían tener más de una hora por día, sin embargo hay quien señala que no es necesario ser tan estrictos al respecto.

Las restricciones abarcarían celulares, computadoras, videojuegos y televisión, el motivo principal es evitar tiempos sedentarios prolongados, incluyendo juegos de computadora o televisión: la clave aquí no es retirárselos por completo sino hacer que sirvan para juegos de actividad física incluso como una herramienta de aprendizaje, por supuesto dirigidos y supervisados por los padres.

En Infobae hemos dado a conocer que incluso los videojuegos pueden ser claves en la nueva educación. Un estudio de la Universidad de Nueva York refiere que «los juegos bien diseñados pueden motivar a los estudiantes» a aprender asignaturas menos populares o que, a priori, no les gustan, como matemáticas y «que el aprendizaje basado en el juego puede conseguir que los estudiantes realmente se interesen en una materia determinada y puedan ampliar su enfoque más allá de las estrellas o puntos que recopilen».

El limitado tiempo de los padres trabajadores es el motivo principal para dejarlos frente a estas pantallas, por lo consiguiente no puede ser tan restrictivo o absoluto el consejo de retirar a los niños de ellas, sin embargo la calidad y estrategia pueden ayudar a intercalar ambas necesidades.

Emily Oster, economista de Brown University y autora de Cribsheet: Una guía basada en datos para una crianza mejor y más relajada desde el nacimiento hasta el preescolar, señaló en el portal The Atlantic: «A veces parece que suponemos que la alternativa a la televisión es siempre un tiempo dedicado de alta calidad con un adulto. Si ese es el caso, entonces puede ser correcto que las pantallas sean malas. Pero si la alternativa es un adulto gruñón y estresado que necesita un descanso, el cálculo puede ser diferente».

Jessica McCrory Calarco, socióloga de la Universidad de Indiana que estudia la crianza de los hijos, planteó una preocupación más amplia sobre recomendaciones como las de la OMS y otras organizaciones:

«Si los padres dejan que sus hijos vean la televisión, o los mantengan encerrados en el interior, o los mantengan amarrados al asiento del auto por una hora o más, no es porque crean que es bueno para ellos», describió.

«Los padres toman esas decisiones porque no tienen otra opción. O, al menos, porque las alternativas requieren más dinero o más espacio o más energía o más paciencia que la que tienen los padres en un día determinado». Algunas de estas alternativas fuera de su alcance incluyen el cuidado infantil pagado, extracurriculares y tener acceso fácil a espacios exteriores seguros o una biblioteca con programación infantil de alta calidad.

En el mercado existen cientos de apps y juegos en línea educativos y divertidos que pueden ser motivo de temas de conversación e involucramiento en la relación padres-hijos
En el mercado existen cientos de apps y juegos en línea educativos y divertidos que pueden ser motivo de temas de conversación e involucramiento en la relación padres-hijos

Estar conscientes de los peligros sin limitarlos

Que los niños no estén en peligro de ser engañados por internet, que les pidan datos, suban fotografías también es una preocupación constante de cualquier padre, sin embargo no es tan complicado como parece.

Los problemas aparecen en varios frentes. De menor a mayor, podrían enumerarse desde los cuidados que deben tenerse con la vista y la excesiva exposición a las pantallas, pasando por las horas de descanso perdidas, en caso de que se permita llevar el celular al cuarto, hasta el diálogo familiar dañado, en caso de que se coma con los aparatos en la mesa, y los peligros de grooming u otras consecuencias negativas de que los niños estén online.

Hoy en día, los chicos pueden contactarse con sus amigos desde múltiples plataformas pero el celular les permite acceder a una independencia mayor.

Preguntarse por ejemplo también «¿cuándo debería comprarle a mi hijo un teléfono móvil?» no debe ser motivo de angustia.

La venezolana María Álvarez, que dirige desde la ciudad de San Francisco la Comunidad Latina de Common Sense Media, una organización sin fines de lucro que ofrece consejos a familias sobre aspectos relacionados con la tecnología, aseguró que se trata de un «dilema global».

«Es una pregunta muy frecuente y que viene determinada por la falta de experiencia de los padres. Y la respuesta no tiene números mágicos», aseguró la especialista.

Luciana Torres es, además de ingeniera industrial y creadora de MamáConectada, un espacio donde se brindan herramientas para la crianza en el mundo online y offline, madre de cuatro hijos (Facundo, 15, Gregorio 13, Leopoldo 10, y Catalina de 6).

Quizá es toda esa experiencia la que la lleva a asegurar que «no hay una edad mágica para darles el primer celular a los hijos, ya que depende de la dinámica familia, para qué lo va a usar, si necesita contactarse con los mismos padres o es sólo para diversión, si es un recurso para socializar con amigos o lo necesita para buscar cosas de la escuela».

Los padres deben educar a los chicos a ser ciudadanos digitales responsables, tal como se los educa para la vida offline.

«Hoy en día, los chicos pueden contactarse con sus amigos desde múltiples plataformas (las consolas de videojuegos, las salas de chat de las aplicaciones en las tablets, entre otros) pero el celular les permite acceder a una independencia mayor ya que se pierde el control de la actividad que desarrolla en el mismo», remarcó Torres en diálogo con Infobae.

Para ella, «los padres deben educar a los chicos a ser ciudadanos digitales responsables, tal como se los educa para la vida offline». «Día a día, se deben establecer pautas claras, entender cómo funcionan las redes, aplicaciones, los riesgos que existen (algunos iguales al mundo físico y otros nuevos), mantener una mente abierta y una comunicación intensa. La tecnología no es ni buena ni mala, todo depende del uso que se haga de ella», destacó.

Que los padres estén involucrados en lo que ven sus hijos, ayudarlos a elegir las mejores aplicaciones tanto divertidas como educativas hoy más que nunca debe ser motivo de comunicación y un vínculo con los hijos, que lejos de alejarlos pueden acercarlos y mantener una sana convivencia padres-hijos.

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