Furioso con Trump y Cruz, establishment republicano busca su «tercer hombre»

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Ted Cruz, del ultraconservador Tea Party, exaspera a los donantes tradicionales republicanos por la intransigencia en sus posturas.

Donald Trump, el verborrágico magnate, y Ted Cruz, senador estrella del Tea Party, minan los intereses de la conducción del Partido Republicano y de algunos millonarios donantes, que cómo el liderazgo de ambos para las primarias aleja la posibilidad de un triunfo del ala racional de la agrupación.

El lunes, en Iowa, es la primera cita en el camino a la nominación republicana y, meses atrás, nadie en el partido esperaba que Trump y Cruz llegaran como favoritos (31% para el primero y entre 23% y 29% para el segundo en ese estado, dependiendo las encuestas), muy por encima del vasto menú de candidatos moderados que también forman parte de la contienda, como el senador por Florida Marco Rubio, el exgobernador de ese estado Jeb Bush y el gobernador de New Jersey Chris Christie.

Como una mano invisible, el establishment republicano ha logrado imponer su candidato -o al menos uno que le resultara tolerable- desde la mitad del siglo XX. Pero una conjunción de factores alejó al electorado promedio y en estos comicios imponer una opción más convencional se presenta cuesta arriba. Hoy el votante republicano es más radical, se siente traicionado por las grandes empresas a las que antes veía como garantes del «sueño americano», ve como ajeno un país en el que cada vez predominan más las minorías y detesta más que nunca el rol del Estado. Todo sumado al arrastre de la crisis económica de 2008.

«A partir de 2009 el Partido Republicano hizo un giro a la derecha. El éxito de la candidatura de Cruz, y en menor medida de Trump, es una reflexión sobre la realidad del votante promedio en las primarias», le dijo a Ámbito Financiero el analista y profesor de la Universidad de Rice (Texas), Mark Jones.

Javier Maza, experto en campañas electorales y director de la consultora Maza Communications, agregó que «el 70% de los estadounidenses está descontento con el establishment en general». En ese marco, Trump con su «lenguaje apolítico, irreverente y hasta vulgar» y generó un mercado electoral donde hay de todo: desde jóvenes idealistas hasta racistas y neonazis».

El establishment enfrenta, por un lado, a un multimillonario que cuestiona abiertamente a la clase política y que se ríe de sus valores tradicionales. Ha llamado «perdedores» a importantes figuras republicanas y, en un giro impensado, hasta se atrevió a iniciar una disputa mediática con la cadena Fox.

Por el otro está Cruz, tan ultra en su ideología que se ubica muy a la derecha de los conservadores y, lo peor, luce inflexible en sus posturas sin que le importe el costo.

«Hoy en día, los dos candidatos con mayores números en las encuestas son inaceptables para el establishment; como dicen algunos, son ‘dos gustos de veneno'», señaló Jones. «El problema para el establishment es que los cuatro candidatos del ala más moderada están repartiéndose los votos y el dinero de donantes. Queda la esperanza de que Iowa y New Hampshire (el 9 de febrero) ayude n a distinguir cuál de esos (Rubio, Bush, Christie y el gobernador de Ohio, John Kasich) es la mejor opción para evitar la pesadilla gemela: Cruz o Trump como candidato presidencial», afirmó.

Así, es clave quien resulte tercero en los caucus (asambleas) de Iowa el lunes y en las primarias de New Hampshire el martes subsiguiente, ya que el primer y segundo lugar se dirimirán entre el magnate y el senador, de los sondeos. Rubio, por ir tercero, es hoy la carta del establishment. Con un mensaje optimista alejado del tono apocalíptico de los dos líderes, defendiendo los valores republicanos y con una postura tradicional en política exterior es, para la conducción partidaria y la mayor parte de los empresarios, el representante natural para evitar que la nominación del partido quede en manos de dos dirigentes que reniegan de él.

«Ganar Iowa y New Hampshire es importante, pero no determinante. Lo es por una cuestión de percepción, para posicionarse como ‘ganador’, para recibir más dinero. Pero no olvidemos que, por ejemplo, John McCain perdió en los caucus pero igual ganó la nominación», recordó Maza.

Esa es ta,bién la apuesta de la conducción republicana, que logró revertir la situación de sus favoritos en las últimas dos internas, con McCain en 2008 y Mitt Romney en 2012.

«El establishment va hacer todo lo posible para evitar que Cruz o Trump se queden con la nominación, pero hasta ahora se mostró impotente. A esta altura la mejor opción es conseguir que Bush, Christie y Kasich bajen sus candidaturas y que todo el establishment ponga su apoyo detrás de Rubio. Pero, al contrario de lo ocurrido en la Argentina con el Frente para la Victoria el año pasado, en el Partido Republicano hoy no existe ninguna persona que pueda conseguir que ellos tres tomen un baño de humildad», consideró Jones, conocedor de la realidad de nuestro país.

La ronda de primarias es extensa y todavía están lejos las contiendas más importantes, el «supermartes» del 1 de marzo, los «winner-take-all» (donde el primero se queda con todos los delegados para la Convención Nacional de julio) y las más numerosas en términos de designación de representantes, entre ellas Florida, que aporta 99 para un único aspirante. Florida es, además, el estado de Rubio.

Por ahora, Trump y Cruz son pesadillas del establishment. Pero la noche es larga.

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